13/11/2022, 16.02
VATICANO
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Papa: la Jornada Mundial es una 'advertencia' para que se escuche el 'grito de dolor' de los pobres

En su homilía, el pontífice exhortó a no permanecer indiferentes frente a una tercera guerra mundial "tan cruel". Y advirtió contra dejarse engañar por magos, teóricos populistas de la conspiración y derrotistas. En el Ángelus recordó el lanzamiento de la plataforma Laudato Sì y la Cop27 que se está desarrollando en Egipto, expresando su esperanza de que siga dando "pasos adelante" en línea con el Acuerdo de París. El tema de la "perseverancia" en el bien.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - En esta Jornada Mundial de los Pobres, la palabra de Jesús es una "fuerte advertencia" para romper la "sordera interior" que nos impide escuchar el "grito sofocado de dolor de los más débiles", afirmó el Papa Francisco en la homilía de la misa que celebró esta mañana en la basílica de San Pedro, haciendo referencia al sexto día dedicado a los últimos, a los marginados, a los que sufren, a los que viven "en los rincones oscuros de nuestras ciudades". La historia humana está jalonada de "hechos dramáticos" como la pandemia y "esta tercera guerra mundial" que se desarrolla ante nuestros ojos, recordó el pontífice en la celebración eucarística, a la que asistieron personas sin hogar y personas en situación de pobreza. Pero todo eso "no es una buena razón para dejarse paralizar por el miedo o ceder al derrotismo". O peor aún, ceder a la tentación de “leer los hechos dramáticos de manera supersticiosa o catastrófica, como si ya estuviéramos cerca del fin del mundo”, o confiar "con curiosidad morbosa” en las “ficciones de los magos o los horóscopos”. Ni menos aún en "fantasiosas teorías propuestas por algún “mesías” de última hora, que la mayoría de las veces son derrotistas y conspirativas".

Para celebrar la Jornada Mundial de los Pobres, el Vaticano ha promovido una serie de iniciativas que incluyen el pago de las facturas de gas y electricidad de los más necesitados y la distribución de paquetes de alimentos a 5.000 familias en situación difícil. Tal como comunicó el Dicasterio para la Evangelización, fueron invitados a la Misa los pobres y necesitados que reciben ayuda y apoyo de las organizaciones caritativas de la Santa Sede. Luego siguió un almuerzo en el aula Pablo VI, en el que participaron cerca de 1300 personas en situación de pobreza que pudieron disfrutar de un menú festivo. Otro de los servicios más populares, que vuelve a funcionar después de la emergencia de Covid-19, es el dispensario en la Plaza de San Pedro, que ofrece atención médica y consultas gratuitas, vacunas y estudios, gracias a la disponibilidad de médicos y enfermeras.

En su homilía, el Papa recordó que “vivimos en sociedades heridas y somos testigos, tal como nos dice el Evangelio, de escenarios de violencia, injusticia y persecución”. Recordó por ejemplo la crisis del cambio climático y del Covid-19 que “ha dejado tras de sí un rastro de males no solo físicos, sino también psicológicos, económicos y sociales”. Luego están los conflictos, la "calamidad de la guerra" (hoy habló de la tercera guerra mundial que es "tan cruel", ya no como hacía antes de la tercera guerra mundial "en pedazos") que "multiplica el veneno del odio", y por último la “falta de empleo o condiciones de trabajo injustas e indignas”. “Si nuestro corazón está adormecido e insensible, no podemos escuchar su débil grito de dolor, […] y ver cuánta soledad y angustia -advierte el pontífice- se esconden también en los rincones más olvidados de nuestras ciudades”.

Ante las numerosas situaciones críticas, Francisco se preguntó “¿qué nos dice el Señor?”. Y exhortó a “interrogarnos ante tantas calamidades” haciendo nuestra “la invitación fuerte y clara del Evangelio a no dejarnos engañar. No escuchemos a los profetas de desventura; no nos dejemos seducir por los cantos de sirena del populismo, que instrumentaliza las necesidades del pueblo proponiendo soluciones demasiado fáciles y apresuradas”. Por el contrario, es urgente "dar testimonio" encendiendo "luces de esperanza en medio de las tinieblas", testimoniando el Evangelio de la alegría y construyendo un mundo más fraterno y comprometiéndonos "con valentía por la justicia, la legalidad y la paz, permaneciendo siempre del lado de los débiles". "No escapemos para defendernos de la historia ni para dejar atrás las tinieblas", insistió en la homilía,  "sino que luchemos para darle a esta historia que nosotros estamos viviendo un rostro diferente" porque "ni siquiera un cabello de mi cabeza", y tampoco ningún ser humano, "se perderá".

Al mediodía, el Papa rezó el Ángelus, seguido por un saludo a los peregrinos reunidos en una abarrotada Plaza de San Pedro. Recordó entonces que se cumple el primer aniversario del lanzamiento de la plataforma "Laudato Sì", a la que han adherido hasta ahora unos 6 mil participantes. "Este es -dijo el Papa- un excelente comienzo para un proceso de siete años cuyo objetivo es responder al clamor de la tierra y al grito de los pobres". Al mismo tiempo, alentó "esta misión crucial para el futuro de la humanidad". Luego el Papa se refirió a la COP27, la conferencia de la ONU sobre el cambio climático que se está desarrollando en Egipto, y expresó su esperanza de que "se den pasos adelante, con valor y determinación, siguiendo las huellas del Acuerdo de París". Por último, volvió a renovar el llamamiento a orar por la paz y por "los hermanos y hermanas de la martirizada Ucrania" donde todavía hoy "la paz es posible".

Anteriormente, cuando introdujo la oración mariana, el pontífice se refirió al Evangelio de este domingo para reflexionar sobre la "perseverancia", que es el camino para "permanecer en el bien". El Evangelio lleva a Jerusalén, el lugar sagrado, donde se encuentra el templo, pero Jesús advierte que de él no quedará ni una piedra. Su intención, sin embargo, "no es ser negativo, sino ofrecer una valiosa enseñanza" que es también una salida para la "precariedad". “La perseverancia -dijo- es construir el bien cada día, permanecer constantes en el bien, sobre todo cuando la realidad que nos rodea nos empuja a hacer otra cosa”. "No tenemos nada que temer, ni siquiera en los acontecimientos tristes y difíciles de la vida, ni siquiera en el mal que vemos a nuestro alrededor -concluyó el Papa-, porque permanecemos anclados en el bien. Dostoievski escribió: 'No tengas miedo de los pecados de los hombres, ama al hombre incluso con su pecado, porque este reflejo del amor divino es el culmen del amor en la tierra'.".

 

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