01/02/2016, 12.07
VATICANO
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Papa: la humildad es el camino de la santidad y “el único camino para la humildad es la humillación”

Comentando el caso del rey David, Francisco observa que él era un pecador, pero no un corrupto. “El fin de David, que es la santidad, es alcanzado a través de la humillación. El fin de la santidad, que Dios regala a sus hijos, que regala a la Iglesia, llega a través de la humillación de Su Hijo, que se deja insultar, que se dejó llevar hasta la Cruz –injustamente---- Y este Hijo de Dios que se humilla, es el camino de la santidad”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – La humildad es el camino de la santidad, y “el único camino para la humildad es la humillación”. Es lo que afirmó el papa Francisco en la misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta, comentando el caso del rey David que, consciente del su pecado, la acepta con un espíritu de confianza en el Señor. Porque David es un pecador, pero no un corrupto, y Dios perdona el pecado, “pero las heridas de una corrupción difícilmente se curan”

 

El rey David, dijo el Papa, “está a un paso de entrar en la corrupción”, pero el profeta Natán, enviado por Dios, le hace comprender el mal que había cometido. David es, por lo tanto, pecador, pero no corrupto, porque “un corrupto no se da cuenta”. “Se precisa de una gracia especial para  cambiar el corazón de un corrupto. Y David, que aún tenía el corazón noble: ‘Ah, es verdad: ¡he pecado!’, reconoce su culpa. ¿Y qué le dice Natán? El Señor perdona tu pecado, pero la corrupción que tú has sembrado, crecerá. Has asesinado a un inocente para encubrir un adulterio. La espada no se alejará de tu Casa jamás’. Dios perdona el pecado, David se convierte, pero las heridas de una corrupción difícilmente se curan. Lo vemos en tantas partes del mundo”.

 

David se encuentra teniendo que afrontar a su hijo Absalón, ya corrupto, que le hace la guerra. Pero él reúne a los suyos y decide dejar la ciudad y deja que el Arca sea llevada de regreso, no utiliza a Dios para defenderse. Se retira “para salvar a su pueblo”. “Y éste es el camino de santidad que David comienza a hacer,  después de ese momento en que había entrado en la corrupción,”.

 

David, entonces, deja la ciudad llorando y con la cabeza cubierta, y hay quien lo sigue para insultarlo. Entre éstos, está Simei, que le dice “sanguinario”, lo maldice. David acepta esto porque “si maldice, es porque el Señor se lo ha dicho”. “Luego, David dice a sus siervos: ‘He aquí que el hijo salido de mis entrañas trata de quitarme la vida”. Absalón. ‘Y entonces, a este benjamín dejadlo maldecir, porque se lo ha ordenado el Señor’. David sabe ver los signos: es el momento de su humillación, es el momento en el cual él está pagando su culpa.  ‘Tal vez el Señor mirará mi aflicción y me otorgará el bien a cambio de la maldición de hoy’, y se encomienda en las manos del Señor. Este es el recorrido de David, desde el momento de la corrupción hasta este (llegar a) encomendarse en las manos del Señor. Y esta es la santidad. Esta es la humildad”.

 

“Yo pienso en cada uno de nosotros –prosiguió Francisco- si alguien nos dice algo, una cosa fea“, “inmediatamente nos viene tratar de decir que no es cierto”. O bien, hacemos como Simei: “Damos una respuesta más fea todavía”. “La humildad sólo puede llegar a un corazón a través de las humillaciones. No existe humildad sin humillaciones, y si tú no eres capaz de sobrellevar algunas humillaciones en tu vida, tú no eres humilde”. Es simple, es “matemático”.

 

“El único camino a la humildad es la humillación. El fin de David, que es la santidad, es alcanzado a través de la humillación. El fin de la santidad, que Dios regala a su hijos, que regala a la Iglesia, viene a través de la humillación de su Hijo, que se deja insultar, que se deja llevar hasta la Cruz –injustamente-…  Y este Hijo de Dios que se humilla, es el camino de la santidad. Y David, con su actitud, profetiza esta humillación de Jesús. Pidamos al Señor la gracia, para cada uno de nosotros, para toda la Iglesia, la gracia de la humildad, pero también la gracia de entender que no es posible ser humildes sin humillación”.

 

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