09/12/2020, 12.15
VATICANO
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Papa: la oración es un pedido, un grito a Dios. Y Dios siempre responde

“A veces creemos que no necesitamos nada, que nos bastamos a nosotros mismos y vivimos en la autosuficiencia más absoluta. Sin embargo, tarde o temprano, esta ilusión se desvanece.”. Y “un día” esta voz interior “se despierta y grita”. “En este tiempo de Adviento marcado por la pandemia, hagamos nuestra la oración de petición, a la que nos insta Jesús”. 

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) –  "Uno puede no creer en Dios, pero es difícil no creer en la oración: esta simplemente existe" y "un día" esta voz interior "se despierta y grita". Y Dios responderá". "La oración de petición" fue el tema que abordó el Papa Francisco, continuando con el ciclo de catequesis sobre la oración, en la audiencia general de hoy, que nuevamente fue celebrada en la biblioteca del Palacio Apostólico.

Al final de la audiencia Francisco recordó que ayer se publicó la Carta Apostólica "Patris corde", coincidiendo con el 150 mo. aniversario de la declaración de San José como "patrono de la Iglesia universal", e invitó a invocar su bendición "sobre la Iglesia, en los tiempos que vivimos”.

"La oración cristiana - había destacado en su discurso - es plenamente humana: incluye la alabanza y la súplica. De hecho, cuando Jesús enseñó a sus discípulos a rezar, lo hizo con el "Padrenuestro", para que pudiéramos colocarnos en una relación de confianza filial con Dios y le presentemos todas nuestras peticiones. Imploramos a Dios para pedir los dones más elevados: la santificación de Su nombre en medio de los hombres, el Adviento de su señorío, el cumplimiento de Su voluntad por el bien del mundo”. “Pero en el ‘Padrenuestro’ también rezamos para pedir los dones más simples y cotidianos, como ‘el pan de cada día’  – que significa también la salud, la casa, el trabajo; y también la Eucaristía, necesaria para la vida en Cristo –; así como el perdón de los pecados y por consiguiente la paz en nuestras relaciones; y por último, que nos ayude en las tentaciones y nos libere del mal”. 

“Pedir, suplicar. Esto es muy humano”. “La petición de por sí ya es volver” a Dios. “A veces podemos creer que no necesitamos de nada, que nos bastamos a nosotros mismos y vivir en la autosuficiencia más absoluta. Pero tarde o temprano, esta ilusión se desvanece. El ser humano es una invocación, que a veces se convierte en grito, muchas veces contenido.  El alma se parece a una tierra árida, sedienta (cfr Sal 63,2). Todos experimentamos, en un momento u otro de nuestra existencia, el tiempo de la melancolía, de la soledad. La Biblia no se avergüenza de mostrar la condición humana marcada por la enfermedad, las injusticias, la traición de los amigos o la amenaza de los enemigos. A veces parece que todo se desploma, que la vida hasta aquél momento fue en vano. En estas situaciones que parecen no tener salida, hay una sola salida: el grito, la oración: «Señor, ¡ayúdame!». La oración abre una rendija de luz en las tinieblas más densas”. 

Y san Pablo dice que toda la creación reza. “No somos los únicos que ‘rezan’ en este universo inmenso: cada fragmento de la creación lleva inscrito el deseo de Dios”, pero “solo el hombre reza de manera consciente”. 

"Por lo tanto, no debemos escandalizarnos si sentimos la necesidad de rezar especialmente cuando atravesamos una necesidad. Es cierto: también debemos aprender a hacerlo en los momentos felices; dar gracias a Dios por todo lo que se nos da, y no dar nada por sentado o pensar que se nos debe algo: todo es gracia. Sin embargo, no ahoguemos la súplica que surge en nosotros espontáneamente. La oración de petición va de la mano con la aceptación de nuestro límite y nuestro carácter de criaturas". Y "no hay oración del Libro de los Salmos que alce su grito y permanezca sin ser escuchada. [Dios] siempre responde. La Biblia lo repite hasta el infinito: Dios escucha el grito de los que lo invocan. Incluso nuestras peticiones balbuceantes, incluso las que permanecen en el fondo de nuestros corazones".

El Padre quiere darnos su Espíritu, que anima toda oración y lo transforma todo. La oración siempre es una espera. Ahora estamos en Adviento, tiempo de espera. Es una cuestión de paciencia, de soportar la espera. Cuando un cristiano reza, hasta la misma muerte tiembla,  porque ella sabe que todo el que reza tiene un aliado más fuerte que ella: el Señor Resucitado. La muerte ya ha sido derrotada en Cristo, y llegará el día en que todo será definitivo, y ella ya no se burlará de nuestra vida y nuestra felicidad. El Señor está cerca, y muchas veces lo dejamos pasar sin darnos cuenta. Estar esperando, la oración es eso”.  

“En este tiempo de Adviento, marcado por la pandemia", dijo el Papa en su saludo a los polacos, "hagamos nuestra la oración de petición, a la que Jesús nos insta. Aprendamos de la Virgen María, la Inmaculada, cuya solemnidad celebramos ayer. Siguiendo su ejemplo, pongamos toda nuestra confianza en Dios, abandonandonos a Su misericordia.

“Este tiempo de Adviento, a medida que nos aproximamos a la celebración de la Navidad, nos dispone a abrir nuestro espíritu a la luz del Misterio de Belén”, dijo Francisco durante el saludo a los italianos. “Que la espera del Salvador empuje a cada uno de ustedes a ser más resueltos y generosos en la respuesta a las exigencias de la vocación cristiana”.

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