14/05/2021, 14.28
VATICANO
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Papa: no hay futuro si no cuidamos de la familia

En su discurso durante la inauguración de los Estados Generales de la natalidad, Francisco dijo que "¡los hijos son la esperanza que hace renacer a un pueblo!" "A veces, el mensaje que se transmite es el de que realizarse significa ganar dinero y tener éxito, mientras que los hijos parecen casi una excepción, que no debe obstaculizar las aspiraciones personales. Esta mentalidad es una gangrena para la sociedad y hace insostenible el futuro”.

Roma (AsiaNews) – Una sociedad que no sostiene la familia y que prolonga “el invierno demográfico” no tiene futuro, no solo desde el punto de vista económico, sino también respecto a cualquier perspectiva de “soñar”.  Y como sucedió en el pasado después de guerras y epidemias, luego de la crisis provocada por el Covid, “si las familias vuelven a ponerse en marcha, todo vuelve a funcionar”. El Papa Francisco pronunció un discurso hoy en Roma, en la primera edición de los Estados Generales de la Natalidad, una iniciativa online promovida por el Foro de Asociaciones Familiares Italianas y celebrada en el Auditorio de la Conciliación, a la que también asistió el Presidente del Consejo de Ministros de la República Italiana, Mario Draghi.

El Papa partió de la consideración de que la de la natalidad es una cuestión urgente para toda Europa “que está convirtiéndose en el viejo continente no ya por su gloriosa historia, sino por su avanzada edad”. Luego subrayó que durante los meses de la pandemia, las familias “han tenido que hacer horas extras”, “con los padres haciendo de profesores, técnicos informáticos, operadores, psicólogos!”

“Para que el futuro sea bueno, debemos ocuparnos de las familias, sobre todo de las jóvenes, acosadas por preocupaciones que corren el riesgo de paralizar sus proyectos de vida. Pienso en el desconcierto que provoca la incertidumbre del trabajo, pienso en los miedos que provocan los costes cada vez menos asequibles de la crianza de los hijos: son miedos que pueden engullir el futuro, son arenas movedizas que pueden hundir una sociedad. También pienso, con tristeza, en las mujeres a las que en el trabajo se les disuade de tener hijos o que tienen que ocultar su vientre. ¿Cómo es posible que una mujer tenga que avergonzarse del regalo más hermoso que puede ofrecer la vida? No la mujer, sino la sociedad debería avergonzarse, porque una sociedad que no acoge la vida deja de vivir. ¡Los hijos son la esperanza que hace renacer a un pueblo!”.

Para hacer posible el reinicio, pues, hay que recordar en primer lugar que la vida es un regalo, “es el primer regalo que cada uno ha recibido. Nadie puede dárselo a sí mismo”. Es un hecho que se tiende a olvidar, “sobre todo en las sociedades más ricas y consumistas. Vemos, en efecto, que donde hay más cosas, suele haber más indiferencia y menos solidaridad, más cerrazón y menos generosidad”.

Es necesario preguntarse, “¿dónde está nuestro tesoro, el tesoro de nuestra sociedad? ¿En los hijos o en las finanzas? ¿Qué nos atrae, la familia o la facturación? Hay que tener el valor de elegir lo que más nos importa”.

El segundo punto que Francisco señala es la “sostenibilidad”. Es “una palabra clave para construir un mundo mejor. A menudo hablamos de sostenibilidad económica, tecnológica,  medioambiental etc… Pero también tenemos que hablar de la sostenibilidad generacional. No podremos alimentar la producción y proteger el medio ambiente si no prestamos atención a las familias y los hijos. El crecimiento sostenible pasa por aquí. La historia nos  los enseña”.

“Sostenibilidad rima con responsabilidad: es el tiempo de la responsabilidad para que florezca la sociedad. Aquí, además del papel principal de la familia, es fundamental la escuela”. “En la escuela  no se madura sólo mediante las notas, sino a través de las caras que se conocen. Y para los jóvenes es esencial entrar en contacto con modelos elevados que formen tanto los corazones como las mentes. En la educación, el ejemplo hace mucho, también pienso en el mundo del espectáculo y el deporte. Es triste ver modelos que sólo se preocupan por parecer, siempre bellos,  jóvenes y en forma. Los jóvenes no crecen gracias a los fuegos artificiales de la apariencia, maduran si se sienten atraídos por quienes tienen el valor de perseguir grandes sueños, de sacrificarse por los demás, de hacer el bien al mundo en que vivimos. Y mantenerse joven no pasa por hacerse selfies y retocarse, sino por poder reflejarse un día en los ojos de los hijos. A veces, en cambio, el mensaje que se transmite es el de que realizarse significa ganar dinero y tener éxito, mientras que los hijos parecen casi una excepción, que no debe obstaculizar las aspiraciones personales. Esta mentalidad es una gangrena para la sociedad y hace insostenible el futuro”.

Para ello se necesita de la solidaridad, el tercer punto del discurso de Francisco. “Una solidaridad estructural. La solidaridad espontánea y generosa de muchas personas ha permitido a muchas familias salir adelante en estos tiempos difíciles y hacer frente a la creciente pobreza. Sin embargo, no podemos quedarnos en el ámbito de lo urgente y lo temporal, tenemos que dar estabilidad a las estructuras que apoyan a las familias y ayudan a los nacimientos. Son indispensables una política, una economía, una información y una cultura que promuevan con valentía la natalidad. En primer lugar, necesitamos políticas familiares de largo alcance y con visión de futuro: no basadas en la búsqueda de un consenso inmediato, sino en el crecimiento del bien común a largo plazo”. “Es una tarea que también concierne de cerca al mundo de la economía: ¡qué maravilloso sería ver aumentar el número de empresarios y empresas que, además de producir utilidades, promueven la vida, que se cuidan de no explotar nunca a las personas con condiciones y horarios insostenibles, que llegan a distribuir parte de las ganancias a los trabajadores, con el fin de contribuir a un desarrollo impagable, el de las familias!”.

“La solidaridad debe declinarse también en el precioso servicio de la información”. “Está de moda utilizar palabras fuertes, pero el criterio para formar informando no es la audiencia, no es la polémica, es el crecimiento humano. Necesitamos una "información de tamaño familiar", en la que la gente hable de los demás con respeto y delicadeza, como si fueran sus propios parientes. Y que al mismo tiempo saque a la luz los intereses y tramas que perjudican el bien común, las maniobras que giran en torno al dinero, sacrificando a las familias y a las personas. La solidaridad llama también al mundo de la cultura, el deporte y el espectáculo a fomentar y potenciar la natalidad. La cultura del futuro no puede basarse en el individuo y en la mera satisfacción de sus derechos y necesidades. Urge  una cultura que cultive la química del conjunto, la belleza del dar, el valor del sacrificio”.

Previo al discurso del Papa, el presidente del Forum, Gigi De Paolo, había afirmado que “las políticas demográficas no son gastos, sino inversiones". "Porque las políticas para la familia no dan frutos inmediatos, pero sí certeros. Y quizás ya no estaremos aquí, pero nuestros hijos y nietos se beneficiarán".

Sin un "equilibrio generacional" no puede haber "economía verde" ni desarrollo sostenible. Sin los jóvenes no puede haber verdadera innovación y si el número de trabajadores se desploma ya no podremos permitirnos una red de servicios sociales. "Los niños mejoran el clima social, lo enriquecen, lo cuidan porque son los que hoy quieren un mundo diferente, mejor que el que se ha construido hasta ahora. Son ellos los que nos hacen más responsables con el planeta: si clasifico los reciclables de mi basura, no es porque me lo diga el alcalde de mi ciudad, sino porque es un acto de amor hacia mis hijos, hacia el futuro... Son nuestros hijos los que nos hacen más frugales, porque nos "obligan" a gastar en su educación y no en el consumo tout court. Son el antídoto contra el consumismo, el individualismo y el egoísmo, que realmente contaminan". (FP)

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