29/06/2014, 00.00
VATICANO
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Papa: seguir a Jesús, "día tras día", en la fatiga del trabajo, del diálogo y de la amistad

En la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, Francisco pide a los obispos "que no pierdan tiempo en preguntas y charlas inútiles", sino mirar a lo "esencial). La oración por la unidad de los cristianos. Pedido para que en Irak, a través del diálogo se pueda preservar la unidad nacional y evitar la guerra.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Seguir a Jesús, "no perder tiempo en preguntas o charlas inútiles", sino mirando a lo "esencial", seguirlo no obstante "las dificultades", seguirlo en "la predicación del Evangelio", "en el testimonio de una vida correspondiente al don de la gracia del Bautismo y de la Ordenación", seguirlo "día tras día", en la fatiga del trabajo, del diálogo y en la amistad", "en el anuncio del Evangelio s todos, especialmente a los últimos, para que a nadie le falte la Palabra de vida, que libera de todo miedo y dona confianza en la fidelidad de Dios". Son las exhortaciones, y las admoniciones que el Papa dirigió a los "pastores" de la Iglesia, en el día en que ella dedica a los santos Pedro y Pablo, solemnidad por lo tanto dedicada en modo particular a aquellos que tienen la tarea de guiar al pueblo de Dios. "La fe en Jesucristo-dirá en el Ángelus- los hizo hermanos y el martirio los convirtió en una cosa sola. San Pedro y San Pablo, tan distintos entre ellos en el plano humano, fueron elegidos personalmente por el Señor Jesús y respondieron a la llamada ofreciendo toda su vida". "Por lo tanto ellos continúan hablando a la Iglesia y aún hoy nos indican el camino de la salvación. También nosotros si por si acaso cayésemos en los pecados más graves y en la noche más obscura, nos transforma, nos perdona siempre, como lo hizo con Pedro y Pablo".

La fiesta de los patronos de Roma, en el pensamiento del Papa, está obscurecida también hoy, por lo que sucede en Medio Oriente. "Las noticias que nos llegan de Irak-dice a las 50 mil personas presentes en la plaza de S. Pedro para recitar el Ángelus- son lamentablemente muy dolorosas. Me uno a los obispos del País en hacer un pedido a los gobernantes para que, a través del diálogo, se pueda preservar la unidad nacional y evitar la guerra. Estoy al lado de las miles de familias, especialmente cristianas, que tuvieron que dejar sus casas y que están en grave peligro. La violencia genera más violencia; el diálogo es el único camino hacia la paz. Recemos a la Virgen para que custodie al pueblo de Irak".

En la basílica dedicada al príncipe de los Apóstoles, hoy la estatua de San Pedro está vestida con los ornamentos pontificales, 27 nuevos arzobispos- 24 de los cuales presentes-reciben el Palio, símbolo particular unión con la Sede Apostólica, está también presente, como ya de costumbre desde hace años, una delegación del patriarcado ecuménico de Constantinopla. A ella el Papa dedica el primer pensamiento de su homilía. "En la solemnidad de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, patronos principales de Roma, -dice- recibimos con alegría y reconocimiento a la Delegación enviada por el Patriarca ecuménico, el venerado y amado hermano Bartolomé, guiada por el Metropolita Ioannis. Recemos al Señor para que también esta visita pueda reforzar nuestras fraternas uniones en el camino hacia la plena unidad y comunión entre las dos Iglesias hermanas, por nosotros tan deseada". A propósito fue significativa, la imagen del Papa que, al finalizar la celebración recorre la nave de la basílica caminando junto al Metropolita. No había- ni jamás estuvo presente en esta ocasión- una delegación del Patriarcado de Moscú, pero está el coro de la más numerosa de las Iglesias ortodoxas.

Francisco tomando como referencia el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que narra la liberación de Pedro de la cárcel de Jerusalén. Pedro, dice, "se da cuenta que Dios lo ha librado del miedo y de las cadenas". "Sí, el Señor nos libra de todo miedo y de toda cadena, para que podamos ser realmente libres". "He aquí el problema para nosotros, del miedo y de los refugios pastorales. Nosotros, me pregunto,- queridos hermanos Obispos, ¿tenemos miedo? ¿De qué tenemos miedo? Y si lo tenemos, ¿cuáles refugios buscamos, en nuestra vida pastoral, para estar al seguro? ¿Buscamos quizás el apoyo de aquellos que tienen el poder en este mundo? ¿O nos dejamos engañar por el orgullo que busca gratificaciones y reconocimientos, y allí parece que estamos seguros? Queridos hermanos obispos, ¿dónde ponemos nuestra seguridad?".

"El testimonio del Apóstol Pedro nos recuerda que nuestro verdadero refugio es la confianza en Dios: esa aleja todo miedo y nos hace libres de cualquier esclavitud y de toda tentación mundana. Hoy, el Obispo de Roma y los otros obispos, especialmente los Metropolitas que han recibido el Palio, nos sentimos interpelados por el ejemplo de San Pedro en verificar nuestra confianza en el Señor. Pedro reencontró la confianza cuando Jesús por tres veces le dijo "Apacienta mis corderos" (Jn. 21,15.16.17). Y al mismo tiempo él, Simón, confesó tres veces su amor por Jesús, reparando así la triple negación durante la pasión. Pedro siente todavía quemarse adentro de sí la herida de aquella desilusión dada a su señor en la noche de la traición. Ahora que Él le pregunta: "¿Me amas?", Pedro no confía en sí mismo o en sus propias fuerzas, pero Jesús y a su misericordia: "Señor, Tú conoces todo, Tú sabes que te amo" (Jn. 21,17). Y aquí desaparece el miedo, su inseguridad y su pusilanimidad".

"Pedro experimentó que la fidelidad de Dios es más grande que nuestras infidelidades y más fuerte que nuestras negaciones. Se da cuenta que la fidelidad del Señor aleja nuestros miedos y supera toda humana imaginación. También a nosotros hoy, Jesús nos dirige la pregunta. "¿Me amas tú?". Lo hace porque realmente conoce nuestros miedos y nuestras fatigas, Pedro no muestra el camino. Confiar en Él, "que todo de nosotros lo conoce", confiando no en nuestras capacidades de serles fieles, cuánto en inquebrantable fidelidad. Jesús no nos abandona nunca, porque no puede renegarse a sí mismo, es fiel (Cfr. 2 Tm 2,13). La fidelidad que Dios incesantemente confirma también a nosotros Pastores, más allá de nuestros méritos, es la fuente de nuestra confianza y de nuestra paz. La fidelidad del señor en relación con nosotros tiene siempre acceso en nosotros el deseo se servirlo y el servir a los hermanos en la caridad".

"El amor de Jesús debe ser suficiente  para Pedo. Él no debe caer en la tentación de la curiosidad, de la envidia, como cuando, viendo a Juan ahí cerca, le pide a Jesús: "Señor, ¿qué será de él?" (Jn. 21,219. Pero Jesús a esta tentación le responde: "A ti, ¿qué te importa? Tú, sígueme" (Jn. 21.22). Esta experiencia de Pedro constituye un mensaje importante también para nosotros, queridos hermanos Arzobispos. El señor nos repite hoy, a mí, a vosotros y a todos los pastores. "¡Sígueme!" no perdamos tiempo en preguntas o charlas inútiles, no nos quedemos en cosas secundarias, sino miremos lo esencial y sígueme. Sígueme no obstante las dificultades. Sígueme en la predicación del Evangelio. Sígueme en el testimonio de una vida correspondiente al don de la gracia del Bautismo y de la Ordenación. Sígueme en el hablar de mí a aquellos con los cuales vives, día tras día, en la fatiga del trabajo, del diálogo y en la amistad. Sígueme en el anuncio del Evangelio, especialmente a los últimos, para que a nadie le falte la Palabra de vida, que libera de todo miedo y dona la confianza en la fidelidad de Dios, ¡Tú, sígueme!".

"También para nosotros- dirá en el Ángelus- el encuentro con la Palabra de Cristo está en grado de transformar completamente nuestra vida. No es posible escuchar esta Palabra y quedarnos parados en nuestro lugar, quedarse bloqueados en las propias costumbres. Esa nos empuja a vencer el egoísmo que tenemos en el corazón para seguir decididamente a aquel Maestro que dio la vida por sus amigos".

 

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