13/01/2017, 12.44
VATICANO -
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Papa: seguir a Jesús “no es fácil, ¡pero es bello! Y siempre se arriesga”. Y para hacerlo es necesario moverse

“Seguir a Jesús, porque necesitamos de algo o seguir a Jesús arriesgando y esto significa seguir a Jesús: esta es la fe. Confiarse en Jesús, fiarse de Jesús”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Seguir a Jesús por fe “no es fácil, ¡pero es bello! Y siempre se arriesga”. Y tantas veces “se vuelve ridículos”. Pero se encuentra lo que realmente cuenta. Pero para seguirlo no se puede permanecer parados, “en el balcón”, con “el alma sentada”. Los dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa cotidiana en la casa santa Marta, partiendo del pasaje del Evangelio que narra sobre el paralítico que bajan del techo en la casa donde estaba Jesús, para poder encontrarlo.

El Papa se detuvo en el Evangelio de hoy para subrayar que, también si la pureza de intención no es “total”, perfecta es importante seguir a Jesús, caminar detrás de Él. La gente, subrayó, estaba atraída por Su autoridad, por las “cosas que decía y cómo las decía, se hacía entender: también curaba a tanta gente que iba detrás de Él para hacerse curar”. Ciertamente, algunas veces Jesús reprendió a la gente que lo seguía porque estaba más interesada sólo por conveniencia en cambio de la Palabra de Dios.

“Otras veces la gente quería hacerlo rey, porque pensaba: ¡Este es el político perfecto!”, pero la gente “se equivocaba” y “Jesús se fue, se escondió”. Pero el Señor se dejaba seguir por todos, “porque sabía que todos somos pecadores”. El problema más grande “no eran aquellos que seguían a Jesús”, sino aquellos que estaban “inmóviles”. “Los inmóviles! Aquellos que estaban en el borde del camino, miraban. Estaban sentados, realmente sentados. Allí estaban sentados algunos escribas: éstos no seguían, miraban. Miraban desde el balcón. No caminaban en la propia vida: “balconeaban” ¡la vida! Justo allí ¡no se arriesgaban jamás! Solamente juzgaban. Eran los puros y no se mezclaban. También los juicios eran fuertes, ¿no? En sus corazones: ¡Qué gente ignorante! ¡Qué gente supersticiosa! Y cuántas veces también nosotros, cuando vemos la piedad de la gente simple nos viene a la mente aquel clericalismo que hace tanto mal a la Iglesia”. “Estos eran un grupo de inmóviles: aquellos que estaban allí, en el balcón, mirando y juzgando”. Pero, agregó el Papa, “hay otros inmóviles en la vida”. Como el hombre que “desde hacía 38 años estaba cerca de la piscina: detenido, amargado de la vida, sin esperanza” y dirigía su propia amargura: también aquel otro inmóvil, que no seguía a Jesús y no tenía esperanza”.

Esta gente que seguía a Jesús en cambio, “se arriesgaba” para encontrarlo, “para encontrar los que deseaba”. “Estos de hoy, estos hombres han arriesgado cuando han hecho un agujero en el techo: arriesgaron que el dueño de la casa les hiciese a ellos una denuncia, los llevase a los del juez y les hiciese pagar el daño. Arriesgaron, pero querían ir a ver a Jesús. Aquella mujer enferma desde hacía 18 años cuando de escondidas quería sólo tocar el borde del manto de Jesús: arriesgó provocar vergüenza. Arriesgó. Quería curarse, quería llegar a Jesús. Pensemos en la Cananea: y las mujeres arriesgan más que los hombres, ¡Eh! eso es verdad: ¡Son más buenas! Y esto lo debemos reconocer”. La Cananea, la pecadora en la casa de Simón y la Samaritana. Todas han arriesgado y encontraron la Salvación. “Seguir a Jesús-subrayó Francisco- no es fácil, ¡pero es bello! Y siempre se arriesga”. Y muchas veces “uno se vuelve ridículo”. Pero se encuentra los que realmente cuenta: “te son perdonados los pecados”. Porque “detrás de aquella gracia que nosotros pedimos-la salud o la solución de un problema o lo que se quiera- está el deseo de ser curados en el alma, de ser perdonados”. Todos nosotros “sabemos que somos pecadores”. Y por esto seguimos a Jesús, para encontrarlo. Y arriesgamos”.

 Preguntémonos, es la invitación del Papa. “¿Yo me arriesgo o sigo a Jesús siempre según las reglas de la casa de aseguración?”, preocupados de no hacer una cosa u otra. “Así no se sigue a Jesús. Así uno se queda sentado, como esos que juzgaban”. Seguir a Jesús, porque necesitamos algo o seguir a Jesús arriesgando y esto significa seguir a Jesús con fe: esta es la fe. Confiarse en Jesús, fiarse de Jesús y con esta fe en su persona estos hombres han hecho un agujero en el techo para bajar la camilla delante de Jesús, para que Él pudiese curarlo. “¿Me fío de Jesús, le confío mi vida a Jesús? ¿Estoy en camino detrás de Jesús, aunque sea un poco ridículo alguna vez?

¿O estoy sentado mirando como hacen los otros, mirando la vida o estoy sentado con el alma “sentada”-digamos así- con el alma cerrada por la amargura, la falta de esperanza? Cada uno de nosotros puede hacerse estas preguntas hoy”.

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