Solemnidad de la Inmaculada: 'Dios hace grandes dones, pero nos deja libres para aceptarlos'
Prevost rezó el Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico. "Expresamos nuestra alegría - dijo a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro - por la belleza inmaculada de la Madre de Dios". El sí de María es "maravilloso", y puede ser emulado "en la oración y en las obras concretas de amor, desde los gestos más extraordinarios hasta las tareas y servicios más cotidianos".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - A María se le concedió "la gracia extraordinaria de un corazón totalmente puro, en vista de un milagro aún mayor: la venida al mundo, como hombre, de Cristo Salvador". Un "gran" don de Dios, acogido con libertad y renovado en el Bautismo, por el cual estamos llamados a la "alegría".
Hoy, solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Papa León XIV se asomó a la ventana del Palacio Apostólico Vaticano al mediodía para rezar el Ángelus. "Expresamos nuestra alegría", dijo a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, adornada para el tiempo de Adviento, porque Dios quiso a María "llena de inocencia y de santidad" para poder confiarle a su Hijo unigénito, Jesucristo. La joven conoció este plan de Dios con el anuncio del Ángel: "Alégrate". Y ella respondió: "He aquí la sierva del Señor".
Prevost recordó las palabras de san Agustín cuando comenta el encuentro: "María creyó y en ella se cumplió lo que creyó" (Sermón 215, 4). "El don de la plenitud de la gracia, en la joven de Nazaret, pudo dar fruto porque ella, en su libertad, lo aceptó y abrazó el proyecto de Dios", explicó. En efecto, Dios actúa a menudo de esa manera: "Concede grandes dones, pero nos deja libres para aceptarlos o no". "Creamos también nosotros, para que lo que se realizó [en ella] también nos beneficie»", sigue diciendo el santo de Antioquía.
La "fiesta" de hoy, por tanto, nos permite "regocijarnos por la belleza inmaculada de la Madre de Dios", dijo León XIV. Y también invita "a creer como ella creyó, dando nuestro generoso consentimiento a la misión a la que el Señor nos llama". Para María, el milagro ocurrió "en su concepción, y es el mismo que se renueva en el Bautismo: lavados del pecado original, hemos sido hechos hijos de Dios, morada suya y templo del Espíritu Santo". "Y así como María pudo acoger en sí misma a Jesús y darlo a los hombres por una gracia especial, «el Bautismo permite a Cristo vivir en nosotros y a nosotros vivir unidos a Él", agregó citando a Bergoglio. "Para colaborar en la Iglesia, cada uno según su propia condición, en la transformación del mundo".
Tanto la Inmaculada concepción como el Bautismo son grandes dones que provienen de Dios. "El «sí» de la Madre del Señor es maravilloso, pero también puede serlo el nuestro, renovado cada día con fidelidad, gratitud, humildad y perseverancia", dijo León XIV. ¿Cómo podemos emularlo? "En la oración y en las obras concretas de amor, desde los gestos más extraordinarios hasta las tareas y los servicios más cotidianos, para que Jesús sea conocido, acogido y amado en todas partes, y su salvación llegue a todos".
Después de rezar la oración mariana, León XIV convocó a todos los que estaban escuchándolo a las 16 en la Plaza de España de Roma "para el tradicional homenaje a la Virgen Inmaculada". El dogma de la Inmaculada Concepción fue proclamado en 1854 por el papa Pío IX; significa que Dios quiso a María "completamente inmune de la mancha del pecado original". El pontífice concluyó con estas palabras: "A su intercesión confiamos nuestra constante oración por la paz".
23/12/2015
28/08/2016 13:40
