27/12/2022, 15.01
MYANMAR
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Una semilla de esperanza para jóvenes birmanos sin identidad (VIDEO)

de Alessandra De Poli

En el vertedero del distrito de Insein, en las afueras de Rangún, la basura crecen semana tras semana, pero también las personas que buscan refugio. Como los adolescentes a los que el Nghet Aw San Boys School intenta ofrecer una alternativa a la calle gracias a la ONG New Humanity, que ha multiplicado sus iniciativas en dos años extremadamente difíciles, marcados por el covid y la guerra.

 

Milán (AsiaNews) - En un país como Myanmar donde la identidad religiosa y étnica siempre ha sido de primordial importancia, sigue creciendo el número de niños indocumentados y sin identidad en el contexto de la guerra civil que estalló tras el golpe de Estado de febrero de 2021.

En esta situación desoladora, las experiencias de la ONG New Humanity International constituyen un rayo de esperanza. Mientras Naciones Unidas se ha visto obligada a retirarse de algunas zonas del país y cada vez tiene más dificultades para distribuir la ayuda humanitaria, las pequeñas realidades locales han conseguido dar apoyo a la población. New Humanity, que contaba con 25 empleados, ahora tiene 70 y tenido la capacidad para crecer en dos años muy difíciles, marcados por el covid y la guerra, y de poner en marcha nuevos proyectos.

Como en el vertedero del distrito de Insein (ver vídeo), en las afueras de Rangún, donde semana tras semana crecen las montañas de basura pero también personas que huyen de la situación en su lugar de origen y se refugian en ese lugar. Los primeros habitantes del barrio de emergencia se instalaron allí en 2008 tras el ciclón Nargis, que dejó más de 138.000 muertos, devastó extensas áreas del país y causó daños por valor de 4.000 millones de dólares.

Pero después el gobierno nunca se decidió a tomar las riendas de la situación del basural y en consecuencia las familias que viven en el basural son clandestinos a todos los efectos. No tienen documentos que certifiquen la propiedad de la tierra (por lo que las autoridades de facto podrían desalojar a todos en cualquier momento) y los recién nacidos tampoco se inscriben en el Registro Civil. Por un lado, porque el sistema administrativo parece haber colapsado por completo con el conflicto y por otro porque la población no confía en las autoridades y prefiere vivir en la clandestinidad en los barrios marginales. Los operadores de New Humanity han creado una guardería para niños dentro en el lugar y han comenzado a establecer una buena colaboración con la comunidad y las autoridades locales, pero no faltan las incertidumbres sobre el futuro. El conflicto civil no da señales de remitir y nadie sabe cuándo será posible dar una identidad a los niños.

Una situación semejante, extremadamente difícil, se verifica en el Nghet Aw San Boys School, en el distrito de Kaw Hmu. En este centro se encuentran alojados, por diferentes motivos, más de 300 adolescentes de todo el país. Kaw Hmu, la asociación New Humanity,  ha organizado cursos profesionales para promover su reinserción en la sociedad y también la enseñanza de cursos escolares básicos. Entre estos jóvenes y niños hay algunos que provienen de la calle y en poco más de un año han aumentado de manera impresionante. Los operadores locales no saben qué hacer porque deben gestionar no solo grandes números, sino también un grupo heterogéneo de jóvenes que hablan diferentes idiomas y que han sufrido los traumas de la guerra.

Aquí New Humanity International ha creado una escuela para 150 adolescentes y organizado cursos profesionales. Al mismo tiempo, precisamente en este año tan difícil, se puso en marcha en el distrito de Dala un proyecto de formación profesional y asesoramiento psicológico, que ayude a prevenir la delincuencia juvenil y afrontar la difícil situación que los jóvenes  están viviendo, sin dejar de mirar al futuro con esperanza.

Es importante señalar la sintonía entre el personal que trabaja en la educación en estos entornos y las autoridades locales, que se preocupan para que todo transcurra de la forma más ordenada y positiva posible para los mismos jóvenes.

Pequeñas semillas que se han podido sembrar gracias al trabajo desde abajo, caminando junto a la población local, y que ofrecen esperanza incluso en estos momentos tan complicados para el país.

 

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