13/12/2020, 13.26
VATICANO
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​Papa: el cristiano está alegre incluso en los momentos difíciles, porque sabe que Jesús está cerca

En la Iglesia, los que tienen la tarea de anunciar a Cristo a los demás deben tener como modelo a Juan el Bautista, y "solo pueden hacerlo despegándose de sí mismos y de la mundanidad, no atrayendo a las personas hacia sí, sino orientándolas hacia Jesús.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El cristiano está alegre incluso en los momentos de prueba, porque sabe que Jesús está cerca de él y por eso su testimonio se "orienta hacia Jesús". En la Iglesia, es un principio particularmente válido para aquellos que tienen la tarea de anunciar a Cristo a los demás: deben tener como modelo a Juan el Bautista, y "sólo pueden hacerlo con un desapego de sí mismos y de la mundanidad, no atrayendo a las personas hacia sí, sino orientándolas hacia Jesús".

La alegría cristiana fue el tema central de la reflexión del Papa Francisco antes del rezo del Ángelus. Hoy, domingo del "laetare”, es decir, de la alegría, al dirigirse a miles de personas presentes en la Plaza de San Pedro, el pontífice subrayó que en este tiempo de Adviento "la espera que vivimos es alegre, un poco como cuando esperamos la visita de una persona a la que queremos mucho, por ejemplo un gran amigo al que no vemos desde hace mucho tiempo". Y esta dimensión de la alegría surge especialmente hoy, en el Tercer Domingo, que se abre con la exhortación de San Pablo  «Alegraos siempre en el Señor» (Antífona de entrada; cf. Flp 4,4.5). ¿Y cuál es el motivo? Que  «el Señor está cerca» (v. 5)".

“Cuanto más cerca de nosotros está el Señor, mayor es nuestra alegría; cuanto más lejos de Él estamos, mayor es nuestra tristeza. Esta es una regla para los cristianos”, que jamás deberían tener las caras tristes. 

Al hablar de Juan El Bautista, la figura central del Evangelio de hoy, el Papa dijo que “viene como testigo, para dar testimonio de la luz» “El Bautista es el primer testigo de Jesús, con la palabra y con el don de la vida. Todos los Evangelios concuerdan en mostrar cómo realizó su misión señalando a Jesús como el Cristo, el Enviado de Dios prometido por los profetas. Juan era un líder de su tiempo. Su fama se había difundido en toda Judea y más allá, hasta Galilea. Pero él no cedió ni siquiera por un instante a la tentación de atraer la atención sobre sí mismo: siempre la orientaba hacia Aquel que debía venir. Decía: «Él es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de la sandalia» (v. 27). Siempre señalaba al Señor, como la Virgen María”. 

He aquí la primera condición de la alegría cristiana: descentrarse de uno mismo y poner en el centro a Jesús. Esto no es alienación, porque Jesús es efectivamente el centro, es la luz que da pleno sentido a la vida de cada hombre y cada mujer que vienen a este mundo. Es un dinamismo como el del amor, que me lleva a salir de mí mismo no para perderme, sino para reencontrarme mientras me dono, mientras busco el bien del otro”.

“Juan el Bautista recorrió un largo camino para llegar a testimoniar a Jesús. El camino de la alegría no es fácil, no es un paseo. Dejó todo, desde joven, para poner a Dios en primer lugar, para escuchar con todo su corazón y con todas sus fuerzas la Palabra. Se retiró al desierto, despojándose de todo lo superfluo, para ser más libre de seguir el viento del Espíritu Santo. Cierto, algunos rasgos de su personalidad son únicos, no se pueden proponer a todos. Pero su testimonio es paradigmático para todo aquel que quiera buscar el sentido de su propia vida y encontrar la verdadera alegría. De manera especial, el Bautista es un modelo para cuantos están llamados en la Iglesia a anunciar a Cristo a los demás”.

"La alegría", concluyó, "es ésta: orientarnos hacia Jesús, y la alegría debe ser la característica de nuestra fe, incluso en los días oscuros. Saber que el Señor está conmigo. El Señor, el Señor está en el centro". Preguntémonos: ¿son siempre tristes, como si estuviéramos en un velorio?

Después de rezar la oración mariana, Francisco dedicó un saludo especial a un pequeño grupo de niños de los oratorios romanos. Pocos - subrayó - porque el respeto de las reglas contra la pandemia ha roto esa alegre tradición por la que los niños llevaban a la Plaza de San Pedro los "Bambinelli" [los niñitos] del pesebre, que el Papa bendecía. Sin embargo, recordó Francisco, muchos niños y jóvenes se reunieron en las parroquias o en sus casas, esperando la bendición, que él impartió a todos, invitándolos a "estar en silencio, en oración frente al pesebre, y dejarse atraer por la ternura de Jesús, nacido pobre y frágil para darnos su amor".

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