09/03/2018, 15.41
TAYIKISTÁN
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Ciudades tayikas, en riesgo de una ‘explosión islamista’

Los principales extremistas reclutados por el Estado islámico son jóvenes de entre 18 y 30 años de edad. Ellos son alejados de sus familias y de los mulás locales para trabajar en las ciudades, y se los adoctrina a través de Internet. Las políticas que el gobierno ha adoptado para combatir el extremismo demuestran ser contraproducentes.

Dusambé (AsiaNews) – Las ciudades del Tayikistán corren serios riesgos de que se produzca una “explosión islamista”. Es lo que sostiene Paul Goble, experto de la Jamestown Foundation, en un análisis publicado el 6 de marzo pasado. Según el investigador, los principales centros del “revival islamista de los últimos 30 años” están localizados en ciudades, y no en zonas pobres y rurales. Esto se debe a la “revolución en las comunicaciones” y a la “pérdida de lazos familiares” que se verifica en los jóvenes, que se desplazan desde los pueblos rurales para mudarse a ciudades en rápido crecimiento.  

Si esto ha sido verificado en Irán y en los países sacudidos por la Primavera Árabe, es mucho más patente en el Asia Central, “y en ninguna otra parte más que en Tayikistán, la nación más islámica, por no decir la más islamista, de la región. En las grandes ciudades de la ex República y en algunas diásporas tayikas, en ciudades rusas como Moscú, de hecho, se ven brotes de salafistas y wahabitas, famosos por sus interpretaciones radicales del islam.  Dichos movimientos preocupan a Dusambé, que emprende contra-ofensivas que, hasta ahora, han demostrado ser contraproducentes, como la clausura de 2.000 mezquitas no oficiales durante el 2017.  

Khokim Mukhabbatov y Mavdzhigul Ibadullayeva, expertos tayikos del grupo “Musulmanes contra narcóticos, extremismo, violencia y terrorismo” sostienen que se trata de hombres cuyas edades van de 18 a 30 años, que han dejado sus pueblos natales para hallar trabajo en las ciudades e incluso en Rusia, y que han sido adoctrinados “no por los imanes o los mulás de sus pueblos, sino por sitios de Internet que se dirigían hacia ellos como musulmanes, más que como paisanos y tayikos”. Del adoctrinamiento al reclutamiento por parte del Estado islámico, hay un trecho muy corto. 

Hasta ahora, la reacción de Dusambé ha oscilado, pasando de los incentivos a la represión: por un lado, ha tratado de hacer concesiones para atraer a financistas salafistas de Qatar y Arabia Saudita, y por otro, en el territorio del país ha perseguido a los movimientos salafistas y wahabitas. Los dos expertos coinciden en que “ninguno de los dos abordajes ha funcionado: el primero fue interpretado por los salafistas como un signo de debilidad del gobierno; el segundo, ha creado un “grupo numeroso de personas en prisión, o marcadas como extremistas, que no tienen motivo alguno para apoyar al gobierno, pero que al mismo tiempo, tienen todas las razones para unirse a grupos opositores o incluso a aquellos que tengan intención de derrocarlo”.   

Los salafistas y wahabitas cuentan con un “ventaja real” en comparación con el gobierno de Tayikistán: conocen las tecnologías modernas para alcanzar y organizar a sus seguidores, y al mismo tiempo que logran beneficiarse de los frutos de la modernidad, permanecen fieles a las tradiciones tayikas, negándose a usar el ruso, y rechazando la historia pre-islámica del país.

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