09/06/2020, 14.30
CHINA-VATICANO
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Mons. Pedro Lin Jiashan es arzobispo (oficial) de Fuzhou

de Ruowan Cheng

Desde el 2016 que el obispo contaba con el reconocimiento de la Santa Sede, pero no del gobierno. En el pasado, en la diócesis hubo fuertes divisiones. El riesgo de una nueva grieta. El obispo habría “traicionado” a los sacerdotes de la comunidad no oficial. Una división todavía mayor.

Fuzhou (AsiaNews) – Esta mañana, Mons. Pedro Lin Jiashan, de 86 años, tomo posesión como arzobispo de Fuzhou, reconocido por el gobierno. Mons. Lin contaba con el reconocimiento de la Santa Sede como obispo de Fuzhou desde fines del 2016, luego de una situación de fuertes contrastes y división en la diócesis. 

La ceremonia de hoy estuvo presidida por el obispo de Xiamen, Mons. José Cai Bingrui, responsable de la Asociación Patriótica provincial. En la gran iglesia de Fanchuanpu, dedicada al Santo Rosario, en Fuzhou, había 80 personas y participaron 50 sacerdotes. Oficialmente, el motivo de la escasa concurrencia es la pandemia: no fue posible acomodar a muchos invitados, para evitar las aglomeraciones. Pero lo cierto es que cualquier fiel o sacerdote sugiere que ello fue para evitar contrastes y tensiones. Al menos 50 sacerdotes han preferido no participar en el rito de toma de posesión.  

Mons. Lin siempre había formado parte de la Iglesia no oficial y en los años ‘80 sufrió una condena de 10 años a trabajos forzados. Hace ya varios años  – según algunos fieles, desde principios del 2000 - que manifestaba el deseo de oficializar su situación con el gobierno, pero era frenado por la mayoría de sus sacerdotes. La arquidiócesis, quizás la más rica y numerosa de China - tiene unos 300.000 fieles, 120 sacerdotes y más de 500 religiosas. 

El reconocimiento gubernamental de Mons. Lin Jiashan podrá facilitar las relaciones entre la Iglesia y el Estado, pero también podría hacer que la herida entre oficiales y subterráneos se abra cada vez más. En el pasado reciente, la comunidad de sacerdotes estaba dividida en dos grupos: uno con cerca de 20 sacerdotes, que sostenía a Mons. Lin Jiashan; y otra con cerca de 60 sacerdotes, que apoyaba al Pbro. Lin Yuntuan.

Para tratar de salvar la unidad de la diócesis, en el 2007 el Vaticano pidió la renuncia a Mons. Lin y encomendó la guía a un administrador apostólico, el Pbro. Vicente Huang de Mindong, que murió en el 2016.  En aquél año, mediante fuertes presiones sobre la Santa Sede, el obispo Lin trató de ser reconocido por el Papa como arzobispo ordinario de Fuzhou, si bien en el 2013 la Santa Sede había querido nombrar como administrador apostólico al Padre Lin Yuntuan.

Según algunos observadores, la Santa Sede, en su deseo de allanar las relaciones con China, después del Acuerdo Sino-Vaticano, ahpra ha aceptado que Mons. Lin Jiashan sea el arzobispo oficial de Fuzhou. Algunos colaboradores actuales del obispo están felices, ya que este paso le da la esperanza de avanzar en la carrera. Pero todo ello está creando aún más división. 

En junio del año pasado, Mons. Lin Jiashan difundió una carta a los fieles, exhortando a sacerdotes y fieles “para que estén unidos en el espíritu, sobre el camino de la reconciliación, tolerancia y aceptación recíproca y unidad en Cristo, evitando las sospechas, los ataques y las divisiones”. 

En la  carta, el arzobispo afirma que “un pequeño número de sacerdotes que no han firmado el registro en el gobierno, también se consideran curas de esta diócesis”. 

Desde que se implementaron los nuevos reglamentos sobre las actividades religiosas, el gobierno exige que cada sacerdote adhiera a “la Iglesia independiente”, el amor a la patria, y que se someta a la política del Partido Comunista. Luego de la firma del Acuerdo Sino-vaticano, la presión sobre los sacerdotes ha sido mucho mayor

De hecho, varios sacerdotes que no quisieron firmar la adhesión a la Iglesia independiente, acusan al obispo de haberlos “traicionado”: ante todo, porque los curas que no han firmado no son un “pequeño número”; en segundo lugar, el gobierno está expulsando a estos sacerdotes y no les permite ejercer ninguna función.

Un sacerdote chino de una diócesis cercana comenta: “Quizás esté regresando la división a la diócesis, como hace tantos años. Y todo, por un cuestión de poder”.

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