Nuevos enfrentamientos con Phnom Penh: Bangkok utiliza la escalada con fines electorales
El conflicto entre Tailandia y Camboya se ha reanudado con nuevos ataques aéreos y cientos de miles de desplazados en ambos lados de la frontera. Detrás de la crisis militar crecen las tensiones políticas internas tailandesas: el gobierno de Anutin Charnvirakul, en dificultades y al borde de la disolución del Parlamento, está explotando la retórica nacionalista para fortalecer el consenso. Mientras tanto, precisamente en los últimos días Camboya se ha acercado militarmente a Vietnam.
Bangkok/Phnom Penh (AsiaNews) - A pesar de la tregua que se acordó en julio bajo la presión del presidente estadounidense Donald Trump, el conflicto entre Tailandia y Camboya se ha reavivado en los últimos días y hoy continúan los combates a lo largo de la frontera. La Fuerza Aérea tailandesa ha confirmado que llevó a cabo nuevos ataques aéreos esta mañana, pero no proporcionó más detalles.
Los términos del acuerdo de paz que se firmó en octubre (con la mediación de Malasia, presidente de turno de la ASEAN) nunca se implementaron, lo que abrió el camino a la reanudación de las hostilidades en la frontera que comparten ambos países. El punto central de las tensiones sigue siendo la definición de la frontera (que fue trazada en 1907 y Bangkok considera inexacta, a pesar de que la Corte Internacional de Justicia ha reiterado en varias oportunidades la legitimidad de la soberanía camboyana sobre determinadas zonas) pero también la presencia, en territorio camboyano, de casinos y centros de estafas en línea, que según Tailandia facilitan el tráfico ilícito.
La escalada también se inscribe en un contexto de creciente inestabilidad política en Tailandia. Algunos analistas consideran que el gobierno del primer ministro Anutin Charnvirakul (que llegó al poder tras la caída del ejecutivo liderado por el Pheu Thai) está tratando de consolidar el consenso en vista de la disolución del Parlamento, prevista para después del 12 de diciembre, seguida de las elecciones anticipadas que podrían celebrarse en enero o febrero. La retórica nacionalista ofrece al gobierno una oportunidad para mostrarse firme en un momento en que la competencia política se está intensificando progresivamente. El partido progresista People's Party sigue siendo muy popular entre los jóvenes y desde hace tiempo busca desafiar al establishment político representado por la monarquía y el ejército.
Anutin teme perder su posición como resultado de la moción de censura que ha anunciado el Pheu Thai. La crisis militar en la frontera, por lo tanto, se convierte en un instrumento de presión, una manera de unir al frente conservador, desviar la atención de los fracasos del gobierno (como la gestión de las recientes inundaciones en el sur del país) y reforzar la imagen de un liderazgo capaz de "defender la soberanía nacional".
Pero eso no es todo. Ayer un dron tailandés llevó a cabo un ataque contra un casino en la zona económica especial MDS Heng He Thmorda, en la provincia de Sa Kaeo. El complejo, propiedad del magnate camboyano Try Pheap y de inversores chinos, habría sido utilizado como depósito de armas, según Bangkok, que sostiene que allí también había una torre de interferencia contra las señales de los drones. En un segundo momento fue destruido un casino en Boeung Trakoun, que según el ejército tailandés servía como punto de reabastecimiento para las fuerzas armadas camboyanas.
Las fuerzas tailandesas atacaron luego una serie de objetivos militares, entre ellos un depósito de cohetes BM-21 en Samraong, en la provincia de Oddar Meanchey, y varios emplazamientos y sistemas anti drones en Surin, Sisaket y Ubon Ratchathani. Camboya, en respuesta, ha apuntado a zonas en disputa a lo largo de la frontera, como Chong Bok, el templo de Ta Kwai, el templo de Kana, Phu Ma Khuea y el complejo de Ta Muen Thom.
Hasta el momento Bangkok ha informado 10 muertos (tres soldados y siete civiles), mientras que el Ministerio del Interior camboyano ha confirmado la muerte de nueve civiles y otras 20 personas heridas, pero no ha proporcionado datos sobre sus bajas militares. En ambos lados de la frontera hay cientos de miles de desplazados.
Las dos partes siguen acusándose recíprocamente de iniciar las hostilidades. Hun Sen, ex jefe de gobierno y padre del actual primer ministro camboyano, declaró que Phnom Penh esperó 24 horas antes de responder a los ataques: "Camboya necesita paz, pero se ve obligada a contraatacar para defender su territorio", publicó en su página de Facebook. Por parte tailandesa, el contraalmirante Surasant Kongsiri, portavoz del Ministerio de Defensa, reiteró que el país "está decidido a defender su soberanía e integridad territorial y adoptará medidas militares cuando sea necesario".
Varios observadores esperaban la reanudación de los enfrentamientos, ya que ninguna de las partes respetó los términos del acuerdo que se firmó el 26 de octubre, que incluía la coordinación de las operaciones de desminado, la retirada del armamento pesado de la frontera, la implementación de medidas para reconstruir la confianza mutua y la abstención de actividades de propaganda o la difusión de información hostil. Bangkok suspendió las medidas de desescalada el mes pasado cuando un soldado tailandés resultó herido por la explosión de una mina, que según Tailandia habría sido colocada recientemente, mientras que Phnom Penh considera que se trata de un remanente bélico de la guerra civil. Camboya, por su parte, acusa a Tailandia de retener a 18 soldados camboyanos como prisioneros, en violación del derecho humanitario internacional.
A pesar de que Bangkok cuenta con una considerable ventaja militar, Phnom Penh ha tratado de fortalecer su posición diplomática, apoyando, por una parte, la candidatura al Premio Nobel de la Paz de Donald Trump, quien ha respondido de manera positiva a las adulaciones camboyanas (lo que ha irritado a Tailandia, histórica aliada de Estados Unidos), pero también aprovechando los vínculos con el resto de la región. No es casualidad que la guerra entre Tailandia y Camboya se reanudara precisamente el día en que el primer ministro camboyano y el vietnamita inauguraron el nuevo paso fronterizo de Tan Nam/Meun Chey.
Según algunos comentaristas, Vietnam está tratando de aprovechar a su favor las tensiones en el sudeste asiático. Aunque hasta ahora Hanói se ha mantenido neutral, aparentemente algunos miembros del ejército habrían solicitado que se refuercen las relaciones de defensa con Phnom Penh para promover la seguridad a lo largo de las fronteras. Precisamente ayer, 8 de diciembre, después de la inauguración del nuevo paso fronterizo varios representantes militares camboyanos se reunieron con sus homólogos vietnamitas.
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