23/12/2017, 12.23
RUSIA
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Pavel Florenskij, mártir de la ‘perspectiva invertida’

de Stefano Caprio

Fue asesinado un día de diciembre en el culmen del terror estaliniano. Sacerdote, teólogo, pero también científico de valor. Colaboró en los proyectos de electrificación y modernización industrial del país. Fue director científico del Instituto Electrotécnico Soviético. Salvó de la destrucción de la Lavra de San Sergio, el monasterio más importante de Rusia. Reveló el secreto de los íconos. 

Roma (AsiaNews)- Entre los tantos “nuevos mártires” rusos del ateísmo de Estado, recordados en este centenario de la memoria revolucionaria, una figura se destaca por su profética originalidad y por la unicidad de su destino. El sacerdote y teólogo Pavel Florenskij (en la foto), que fue fusilado en un día impreciso de diciembre, hace 80 años, en aquél 1937 que marcó el culmen del terror estaliniano. Su ejecución se realizó en el bosque de Sandormokh, en el extremo norte del país, junto a otros prisioneros del “lager eclesiástico” de las islas Solovki, después de su clausura. Su cuerpo fue arrojado a una fosa común junto a los otros y hoy un altar recuerda su sacrificio.

A diferencia de tantos otros intelectuales, el padre no quiso abandonar el país, si bien tenía la posibilidad de hacerlo,  y ni siquiera fue expulsado. Monárquico convencido, tanto que hipotizaba un gobierno teocrático bajo la guía de la Iglesia (siguiendo la inspiración de su maestro Solov´ev), Florenskij aceptó colaborar con el gobierno soviético. Antes de ser sacerdote y teólogo, él fue un científico de valor y colaboró en los proyectos de electrificación y modernización industrial del país. Enseñó matemáticas en el liceo, dirigió una fábrica de materiales plásticos, fue director científico del gigantesco Instituto Electrónico Soviético; incluso logró obtener el cargo de sobreintendente de Bellas Artes, gracias a esto supo preservar muchos tesoros de la tradición religiosa, comenzando por la gran Lavra de San Sergio, el monasterio más importante de Rusia, del cual fue custodio por cuenta del gobierno. Esto le permitió también salvar, de modo muy picaresco, los restos de san Sergio de Radonež, el patrono de la “Santa Rusia” medieval, cuyas reliquias hoy son veneradas justamente en el monasterio que lleva su nombre, para el cual en 1400 el santo íconografista Andrej Rublev había pintado su famoso ícono de la Santísima Trinidad.

Florenskij ya había conocido la prisión bajo los zares, después de una ardiente homilía de condena por la ejecución de un militar revolucionario y patriota, Petr Scmidt, condenado por haber pedido la convocación de una asamblea constituyente. Florenskij no era todavía sacerdote y pronunció su discurso delante de los seminaristas de Moscú; inmediatamente después fundó la “Fraternidad de Lucha cristiana” junto a los amigos Ern y Elchaninov, también ellos grandes filósofos de aquel período llamado el “Siglo de Plata” de Rusia. También ellos querían realizar una revolución, partiendo del Evangelio y de los ideales de la “conciencia integral” y de la “sabiduría cristiana”; otro filósofo del tiempo, Nikolaj Berdijaev, ilustró en varios ensayos famosos, cómo el ansia apocalíptica y revolucionaria rusa debía encontrar inspiración justamente en la vocación cristiana de Rusia, en su “misión espiritual”.

La participación de Pavel Florenskij en la acción revolucionaria es por lo tanto particularmente significativa, precisamente por su oposición radical a la ideología ateísta y comunista en nombre de un utópico “socialismo cristiano”. Por más de 10 años él fue un activo protagonista de la vida social y política, siempre vestido con su sotana sacerdotal; a él les son atribuidas las palabras “mejor es ir hacia la ruina junto al propio país y al propio pueblo, que sentirse de la parte justa sin ellos”.

En aquellos años dramáticos y turbulentos, él continuó escribiendo ensayos y tratados de teología, arte y filosofía, que desarrollaban los principios de su obra principal. La columna y del Fundamento de la Verdad de 1912, quizás el más grande texto de teología rusa. Su obra quedó relegada a la osucridad durante muchos años a causa de la censura, y fue descubierta en los últimos decenios, haciendo de Florenskij un autor muy actual y popular también en Occidente. En uno de sus tratados, la Perspectiva Invertida, el p. Pavel relanzó las auténticas tradiciones de la iconografía oriental, desde hacía mucho tiempo olvidadas en Rusia, revelando el secreto de los íconos justamente en virtud de su relación diversa con la persona humana. Mientras que en la perspectiva occidental el punto de fuga está en el límite opuesto de la mirada, el ícono viene al encuentro de quien lo contempla, que no puede permanecer solo como espectador, sino que es involucrado en la experiencia de aquel que es representado como imagen del Arquetipo, la única imagen del hombre, Cristo. El martirio de Florenskij y de sus compañeros se convierte no solo en memoria, sino en experiencia de comunión posible para todos.

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