28/05/2021, 10.53
RUSIA
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Vuelve el Gulag: utilizarán detenidos para trabajos pesados en Siberia y el Ártico

de Vladimir Rozanskij

En junio, 600 reclusos colocarán las vías férreas en el tramo entre el lago Baikal y el río Amur. El uso de prisioneros pareció una necesidad tras la caída de las migraciones de trabajadores estacionales kirguises y tayikos. Se necesitarán cuando menos 15.000 trabajadores. Mientras tanto, se discute el proyecto de "limpieza ecológica" del Círculo Polar Ártico. Los miembros del partido de Putin denuncian una posible vuelta al sistema estalinista.

 

Moscú (AsiaNews) -  A partir del próximo mes de junio, un grupo de casi 600 presos detenidos provenientes de los campos de concentración será utilizado para el tendido de las vías en el tramo entre el lago Baikal y el río Amur, en Siberia. Ayer se decidió el envío del primer contingente de "trabajadores forzados" al servicio del ferrocarril estatal RŽD.

La utilización de presos para la obra pública, en las que se requieren trabajos especialmente pesados, es objeto de debate desde hace varios meses en el gobierno y en diversos niveles de la administración. El motivo: la fuerte disminución de trabajadores inmigrantes procedentes de países de Asia Central, especialmente kirguises y tayikos, debido a las medidas para contener el Covid-19. Otro factor que ha afectado la migración es la crisis económica generalizada, que hace que Rusia sea menos atractiva para los trabajadores estacionales de origen extranjero.

Las obras en Siberia han sido encomendadas a la empresa semipública Promstroj, que se encargará del contingente en virtud de un contrato con el centro penitenciario federal FSIN. Se han establecido dos grupos de trabajadores: uno de 150 y otro de 430 personas para trabajos generales, albañilería y obras de refuerzo. La empresa se negó a brindar declaraciones a la prensa. Por su parte, el jefe del FSIN, Aleksandr Kalašnikov, respaldó públicamente la iniciativa, y afirmó que "no será como el GULag del pasado: las condiciones de trabajo serán absolutamente nuevas y dignas”.

El GULag (Glavnoe Upravlenie Lagerej, o "administración general de campos de trabajo") era el sistema estalinista para la utilización de los detenidos como fuerza de trabajo. Por décadas, entre 20 y 40 millones de personas sostuvieron la industria, las obras públicas e incluso la industria bélica en la Segunda Guerra Mundial. La obra estalinista más famosa fue el Belomorkanal, el canal entre el Mar Blanco y el Mar Báltico, inaugurado en 1933. Más de 300.000 presos trabajaron en las obras, y muchos perdieron la vida, por las condiciones climáticas extremas.

De aquí a 2030, las autoridades rusas planean reconstruir hasta 146 obras en el tramo del ferrocarril Baikal-Amur, que incluyen tendido de vías, estaciones, puentes, etc. Para ello se necesitarán al menos 15.000 trabajadores, que serán cubiertos en parte por los empleados de los Ferrocarriles y los soldados de la fuerza ferroviaria (una sección del ejército ruso), pero la mayor de la obra será realizada por los prisioneros.

Anton Gorelkin, un diputado de la Duma Estatal y miembro del partido de Putin, "Rusia Unida", se ha manifestado en contra del proyecto. En sus perfiles de las redes sociales, el parlamentario dice que esta es "una idea peligrosa, que devolvería a nuestro país al pasado del GULag y los trabajos forzados, y podría surgir la tentación de encerrar a más y más gente en la cárcel." De hecho, el sistema estalinista implicaba detenciones masivas "selectivas" para mantener las cuotas de prisioneros-esclavos en la obra pública. Este sistema salió a la luz con la obra "Archipiélago Gulag" de Aleksandr Solzhenitsyn (fotos 2 y 3).

El proyecto no parece limitarse a los ferrocarriles siberianos. Una propuesta que aún se está debatiendo es la de enviar a los prisioneros a "limpiar" los territorios árticos -incluso por encima del Círculo Polar- de los montones de residuos acumulados desde la época soviética.

Por otro lado, el gobierno ruso pretende destinar más de 15.000 millones de rublos (unos 200 millones de euros) al "desarrollo de la zona ártica", transformando sus territorios de aquí a 2024 para atraer a inversores y turistas, crear empleo y preparar las infraestructuras necesarias. Para este proyecto, la "limpieza ecológica" del Ártico parece ser una prioridad absoluta (foto 4).

Hace diez años se intentó intervenir -en vano- en los territorios del extremo norte, que Rusia considera absolutamente estratégicos. Según diversas estimaciones, en las costas del Océano Ártico hay entre 6 y 12 millones de bidones de combustible, que fueron transportados en la época de la URSS. Además, en el lugar hay 4 millones de toneladas de residuos industriales y de la construcción. A ello se suman miles de barcos abandonados por propietarios no identificados, hallados en las orillas. Todo esto requiere de una enorme mano de obra no calificada para recoger, transportar, comprimir los residuos y otros trabajos pesados. El número es tal que las cifras de "trabajadores forzados" de la época de Stalin resultan irrisorias.

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