Sólo la resistencia cultural se opone a la fuerza bruta que obra en Gaza y Mosul

de Fady Noun

A la fuerza bruta no tenemos otro medio para oponernos sino a través de la reafirmación del hecho que nuestra fuerza, al apego feroz a la aceptación feliz, plena de la vida del otro- con sus alegrías y sus penas- es la resistencia a todos los fundamentalismos, sunitas, shiítas y hebreo.

Beirut (AsiaNews)- A la fuerza bruta que vemos obrar en Gaza y en Mosul, no tenemos realmente la fuerza de oponernos, como individuos o como grupos solidarios, sino con la fuerza del espíritu, de la cultura. Los pedidos lanzados al Occidente no sirven a nuestra causa que sólo como paliativos a un moribundo. Pero nosotros queremos vivir y tenemos en nosotros la vitalidad de un joven brote lleno de linfa que no pide otra cosa que crecer.

Las rarezas de la historia y los planes de los potentes no podrán jamás vencer al espíritu de una nación, hasta que pueda expresarse a través de la cultura. El ejemplo más evidente, en la historia de Europa es Polonia, dividida a un cierto punto entre Alemania y Rusia. Habla de esto Juan Pablo II, en su célebre discurso pronunciado en la Onu: "Yo, obispo de Roma e hijo de esta nación que sus vecinos habían cancelado de los mapas y que no tuvo su supervivencia sino gracias a su cultura, esta fuerza que como un río subterráneo recorre las distancias de la conciencia hasta que, a un cierto punto emerge en público (...). Hombres de cultura, ustedes son los más potentes entre los potentes".

"Un poder- dijo aún en la Onu- no saca su legitimación sino en su capacidad de encarnar la cultura de una nación". En este momento de gran dolor y de gran sufrimiento, en el cual vemos a niños tomados de mira por soldados determinados a aterrorizar a un pueblo, hasta su energía interior, a su voluntad de libertad; en este momento de gran sufrimiento en el cual vemos en acción, en Siria e Irak, la carta de la religión matar el alma de un pueblo, fijamos los ojos sobre este postulado de la existencia de toda nación: su cultura, lo que lo identifica, su modo de ser y estar en el mundo y en la historia.

Que las fuerzas de muerte estén en acción en Israel no otra prueba que la palbra de un anciano oficial del ejército, que ha indicado como real objetivo de una operación militar la tarea de "sembrar miedo", mientras toda la retórica del ejército israelí es de inspiración "defensiva" (Le Monde, 22 de julio 2014). Por otro lado, ¿una agencia de la Onu no definió lo que sucede como una matanza?

Que sean la fuerzas de la muerte las que operan en Irak, no se necesita otra cosa que las palabras pronunciadas por la misma población de Mosul. "El Estado islámico atacó antes que nada a la identidad de la ciudad, ya privada de sus minorías y de su identidad cultural y espiritual (...). Esto nos hace realmente mal (...). Tengo la impresión que hayan matado a la ciudad. El País terminó y la ciudad no tiene más valor. Es difícil describir esto. Es como si nos hayan matado por dentro", refiere al AFP citando a un funcionario de Osul (L´Orient- Le Jour, 28 de julio 2014). "Epuración con el carácter de genocidio", acusa mons. Gollnish, director de la opera de Oriente, o genocidio cultural.

Lo que particularmente toca en esta confesión, es la impresión inquietante que es un libanés el que habla, que el mismo Líbano murió un poco con Mosul y que tiene el deber, en este momento, de defender el honor y la memoria.

Se habló, a propósito de la resistencia cultural que hay que utilizar contra los nuevos bárbaros, de un "rearme moral" necesario. No es de hecho esto. Se debe ir antes a la fuente de los valores que a los mismos valores. El fundamento del pluralismo, que fue la riqueza de Mosul y de la resistencia cultural que se necesita para oponer a aquellos que la han derribado al suelo está en el respeto de la libertad personal que Cristo nos da en el Evangelio y que nosotros hemos sabido transformar, en nuestro mundo, en fortuna de vivir juntos, en una cultura de convivencia, este tesoro insustituible, esta "vía estrecha" que nosotros debemos con coraje defender.

En un artículo premonitorio, parecido en junio de 1978 en la revista Al-Massarra, Charels Malek, dirigiéndose durante la Semana de las misiones, a los candidatos al sacerdocio, escribía: "¿Quién sabe lo que nos espera ahora, quién sabe lo que Cristo planifica y espera de nosotros, de la Iglesia católica y ortodoxa- y diciendo católica, naturalmente quiero hablar de la Iglesia maronita? (...). Por poco que se deje vagar a la fantasía, a condición que se deje rigurosamente controlar por el Espíritu santo, uno se da cuenta que la vida de la Iglesia en Líbano, durante los 2000 años de su pasado, podían no ser otra cosa que la preparación a lo que Cristo está por pedirle como trabajos históricos y mundiales en un futuro próximo (...). Esta Iglesia radicada en la tierra de Oriente, en sus lenguas y sus costumbres, adaptada a su naturaleza y a su temperamento, que ha tenido fuerza en las pruebas- ¡y qué pruebas!- que ha conservado su libertad y su personalidad no obstante todo tipo de adversidad- ¡Y qué adversidades!- ¿esta Iglesia católica y ortodoxa eres Tú la elegida y la llamada a la grandeza que Cristo te pedirá aún de aceptar?, (...). Quien sabe, querida Iglesia católica y ortodoxa y repito que la Iglesia maronita está en el centro del catolicismo, y ¿si Cristo no te hubiese preservado y conservada hasta hoy para una causa que tú ni siquiera soñaste? Pídele de rodillas que levante al menos parcialmente el velo sobre el secreto de tu estar aún con vida, tú que normalmente todo llevaría a pensar que estarías muerta, ¡como murieron otras y desde hace tanto tiempo!"

A la fuerza bruta que se manifiesta en Gaza y en Mosul, no tenemos otro medio para oponernos sino a través de la reafirmación del hecho que nuestra fierza, el apego feroz a la aceptación feliz, plena de vida del otro- con sus alegrías y sus penas. Y la resistencia a todos los fundamentalismos, sunnitas, chiítas y hebreo.