16/04/2022, 17.27
IRAK
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Ankawa, la Pascua de los cristianos que hablan la lengua de Jesús

de Alessandra De Poli

En el monasterio de Gabriel Danbo, cinco monjes junto con algunos jóvenes estudiantes catalogan y digitalizan un riquísimo patrimonio de manuscritos siríacos. Un signo de esperanza para una comunidad donde todavía hay tanto sufrimiento. El obispo de Erbil, Bashar Warda, afirma que "No solo tratamos de sobrevivir sino también de tener voz en la sociedad". Y hoy un hospital lleva aquí el nombre de María.

 

Erbil (AsiaNews) - No se lo encuentra en Google Maps ni aparece en ningún resultado de búsqueda en Internet, e incluso una vez allí, no es fácil adivinar qué hay detrás de los altos muros blancos con un escudo azul y verde, con una tau en campo amarillo en el centro. Pero cruzando la entrada principal, el monasterio de Gabriel Danbo se despliega majestuoso, plácido y geométrico: las formas cuadradas de los edificios principales dialogan con la fuente circular ubicada frente a la iglesia. Esta Pascua - con su paciente labor de recuperación de la historia de esta antiquísima comunidad cristiana - es un pequeño signo de la esperanza que, entre tantas penurias, intenta renacer en Ankawa, el barrio cristiano de Erbil, capital del Kurdistán iraquí. Durante los años del ISIS la ciudad se convirtió en el refugio de miles de cristianos de Mosul y la llanura de Nínive.

El complejo, inaugurado el año pasado, se encuentra en las afueras de Ankawa y allí viven cinco hermanos de la Orden Antoniana de Santa Ormisda de los Caldeos. Su monasterio original de Rabban Hormizd, en al-Qosh, fue abandonado hace décadas. Pero ahora el patrimonio de manuscritos siríacos que poseía (algunos también provienen del monasterio ortodoxo siríaco de Mar Mattai en el monte Maqlub, donde en 2014 el ISIS estaba solo a 3 km en el valle inferior) está siendo catalogado y digitalizado por los religiosos y un grupo de estudiantes.

"Estos muchachos hablan el sureth, el arameo moderno", explica a AsiaNews el padre Samer Yohanna, superior general de la orden de Santa Ormisda. “Es como si estuvieras leyendo latín, algo entiendes, pero tienes que estudiar para dominar la lengua. Eso es lo que hacemos con estos jóvenes”, añade el sacerdote, que es profesor de siríaco en la Universidad Salahaddin de Erbil.

El arameo que hoy hablan algunas comunidades cristianas en Medio Oriente (se calcula que unas 400,000 personas en total), es una versión moderna del idioma de Jesús. La liturgia, en cambio, sigue utilizando el siríaco clásico y el árabe. Pero los cristianos de esta región no se consideran árabes, ni siquiera aquellos que hablan árabe en vez de sureth, como en al-Qosh, ciudad disputada entre el gobierno regional de Kurdistán y el federal de Irak. "¿Eres kurdo o árabe?". Los cristianos se sienten casi ofendidos cuando les hacen esa pregunta; fruncen el ceño, retroceden, la sonrisa desaparece de sus rostros: "No, soy cristiano".

En este popurrí de pueblos, donde muchos ya han desaparecido (el barrio judío de Erbil está deshabitado, mientras que en Bagdad sólo quedan seis judíos), los cristianos, desde el punto de vista étnico, se identifican como asirios, descendientes directos de los babilonios. Y efectivamente en Ankawa hay murales que representan la famosa puerta azul de Babilonia flanqueada por dos lamassu, las deidades mitológicas con cabeza de hombre, cuerpo de toro y poderosas alas de ángel.

Aunque los cristianos de rito caldeo de Irak ya no se sienten en peligro como ocurría entre 2014 y 2017 - los años del ISIS, cuando miles de familias huyeron de sus pueblos de origen para refugiarse en Hawler (el nombre kurdo de Erbil), su número sigue disminuyendo. "Debe haber más o menos unas 8.000 familias cristianas aquí", dice el obispo Bashar Warda. “En los últimos años, llegaron más de 2 mil desde Mosul y la llanura de Nínive. Y se quedaron casi todos”. Pero tomando en cuenta todo Irak, un tercio de los cristianos han emigrado al exterior desde 2003. El reto es mantener a los jóvenes en el país que, al igual que en Líbano o en Siria, se marchan en cuanto tienen la oportunidad, sobre todo si han estudiado

“Tratamos de trabajar en las zonas donde vemos que hay posibilidades de prosperar, como en Erbil, donde hemos creado más de 400 puestos de trabajo”, dice monseñor. Warda. “El gobierno de Kurdistán nos ha apoyado y alentado, pero desde 2010 hemos intentado no solo mantener nuestra presencia aquí como cristianos, sino también tener voz en la sociedad, y lo hacemos sobre todo a través de la educación y la salud”.

“Pero el gobierno de Bagdad debe entender que es necesario implementar leyes y normas para proteger a las minorías y pueblos indígenas de este país”, continúa el prelado. Si desaparecieran, se perdería una parte importante de la historia de Irak. No solo los manuscritos, sino también todas las piezas del Museo del Patrimonio Siríaco están siendo digitalizadas gracias a una subvención de dos años de Usaid, una agencia de cooperación de Estados Unidos. "Hace mucho tiempo que el padre Samer tenía esta idea”, continúa Mons. Warda, "desde antes de que llegara ISIS".

Actualmente en Erbil hay cuatro escuelas católicas y un hospital, el Maryamana, que se fundó por deseo del obispo. “Para mí es increíble que haya un hospital dedicado a María, con un nombre cristiano, en mi ciudad”, dice Onell Nael, estudiante de siríaco del padre Yohanna que en este momento ha dejado parcialmente el trabajo de catalogación en el monasterio para trabajar como intérprete de los soldados estadounidenses destinados en Erbil. “Los cristianos y musulmanes salen juntos y se respetan. En este tiempo del Ramadán, por ejemplo, yo no fumo ni como delante de mis compañeros que ayunan”, cuenta el joven, que colabora con el museo en su tiempo libre. "Pero si pidiera la mano de una chica musulmana, su familia me mataría".

Las divisiones sectarias son más difíciles de superar en la política que en la vida cotidiana. Las protestas que estallaron en octubre de 2019 pedían el fin del sistema político iraquí posterior a 2003, que asigna a sunitas, chiítas y kurdos un rol específico en el gobierno: “El centro debe volver a ser la idea de un ciudadano iraquí como tal", sostiene el padre Samer. “Hay que terminar con estas divisiones confesionales”.

“La democracia es un proceso que lleva décadas”, resume Mons. Warda. “Todavía hay mucha sospecha y desconfianza entre las diversas comunidades, tenemos que esperar que las cosas mejoren con el tiempo. Pero si el número de cristianos disminuye de año en año, me temo que tener paciencia no funcionará a nuestro favor”.

 

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