24/09/2025, 11.10
LÍBANO - ONU
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Aoun en la ONU: preservar el modelo libanés para salvar Medio Oriente

de Fady Noun

En su intervención ante la Asamblea General, el presidente defendió el valor de la «convivencia» frente a las «malignas» crisis que la afectan. El llamamiento al «cese inmediato» de las agresiones de Israel y la protección de las fronteras y la integridad territorial. El tema del desarme de Hezbolá y el peligro de una «nueva guerra civil».

Beirut (AsiaNews) - Es su «modelo único de convivencia», más aún que su clima, la variedad de sus paisajes, su gastronomía o su hospitalidad, lo que defendió ayer el presidente Joseph Aoun en su intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. El jefe de Estado libanés instó a la comunidad internacional a apoyar al país de los cedros frente a las crisis «malignas» que pretenden «atacar» precisamente su «modelo único de convivencia». Este llamamiento se inscribe, como es obvio, en la línea de lo que el papa San Juan Pablo II afirmó sobre el Líbano en diferentes momentos de los 15 años de guerra civil, entre 1975 y 1990. De hecho, el pontífice polaco lo presentó en varias ocasiones como un «país-mensaje, un modelo de tolerancia y libertad» cuya desaparición sería «uno de los remordimientos del mundo» .

Denunciando las fracturas globales entre un Occidente «obsesionado por la islamofobia y el miedo al otro» y un Oriente «atormentado por el recuerdo colonial», el presidente presentó al Líbano como un modelo único de convivencia religiosa entre musulmanes y cristianos. Existe un «deber humano» de preservar el país, prosiguió el jefe de Estado. Porque si este modelo de convivencia entre dos comunidades —diferentes en el plano religioso, pero iguales en esencia— se derrumba, «ningún otro lugar de la tierra podrá reproducir esta experiencia». En su opinión, «muchas de las guerras ocultas contra el Líbano» tienen «objetivos maliciosos» y apuntan precisamente a «atacar este modelo».

Cese inmediato de las agresiones

Por otra parte, en el país de los cedros no es raro oír decir que el Estado pluralista libanés es diametralmente opuesto al Estado de Israel, que se basa en el judaísmo. «Lo que se necesita para salvarlo [el Líbano] es simplemente una posición clara, que apoye de manera concreta y sobre el terreno —añadió Aoun— la liberación de sus territorios y la imposición de la soberanía exclusiva del Estado sobre ellos, contando únicamente con sus propias fuerzas conformes a la ley y sin otras intervenciones externas». El presidente recordó luego que estos principios son objeto de consenso en el Líbano desde el alto el fuego del 27 de noviembre de 2024, concluido «con el apoyo de Estados Unidos, Francia y esta organización [la ONU], como mecanismo de aplicación de la resolución 1701 del Consejo de Seguridad». «Seguimos respetando sus objetivos y esperamos —prosiguió— que las partes interesadas los respeten en nuestras fronteras. Eso es todo lo que pide el Líbano».

A continuación, el presidente presentó las reformas iniciadas por su Gobierno, entre las que se incluyen «una auditoría financiera transparente, una reestructuración bancaria equitativa, la modernización de la administración y la lucha contra la corrupción y la delincuencia organizada». A esto se suma una «actualización legislativa» que «refuerza la independencia de las autoridades reguladoras y del poder judicial», junto con «el cumplimiento por parte del Líbano de las normas internacionales contra el lavado de dinero y la financiación del terrorismo». Joseph Aoun podría haberse detenido, a este respecto, en los recientes éxitos obtenidos en la lucha contra la delincuencia organizada y el tráfico de drogas, en particular el desmantelamiento de las fábricas de «captagon», una anfetamina sintética. Estos laboratorios clandestinos proliferaban en la época de la hegemonía de Hezbolá, cuando el Líbano, junto con Siria, se había convertido en un «cruce de caminos» del tráfico de drogas, en particular hacia Arabia Saudita.

Retirada israelí del territorio

«Pedimos el cese inmediato de las agresiones israelíes, la retirada de la ocupación de todo nuestro territorio y la liberación de nuestros prisioneros», declaró el jefe de Estado libanés, deseando «la aplicación plena y completa de la resolución 1701». Una resolución, advierte, que el ejército israelí viola cada día y cuya aplicación quiere limitar al máximo Hezbolá, mientras el Estado judío no la respete. Recordemos que dicha resolución prevé, en particular, el desmantelamiento de todas las milicias combatientes libanesas y, por lo tanto, la desaparición de Hezbolá como fuerza armada, en referencia a la resolución 1559 de las Naciones Unidas. También implica el respeto de la integridad territorial del Líbano, mientras que Israel mantiene varios puestos de observación y sigue siendo vago sobre sus intenciones a largo plazo.

A este respecto, en una entrevista concedida estos días a Sky News Arabia, Tom Barrack, enviado regional de Estados Unidos (y embajador en Ankara), con la intención de ejercer presión sobre Beirut, ha esgrimido la amenaza de una acción militar de Israel contra el Líbano. El diplomático estadounidense ha subrayado que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, «no se preocupa ni por las fronteras ni por las líneas rojas». Estas declaraciones siguieron a un juicio sumario en el que afirmaba que todo lo que el Líbano está haciendo en materia de desarme de Hezbolá «se reduce a palabras, sin acciones concretas». El jefe del Gobierno y el presidente de la Cámara se rebelaron contra estas afirmaciones, que no tienen en cuenta la delicada situación de un ejército en fase de refuerzo que aún necesita hombres y equipos para llevar a cabo su tarea. 

Por su parte, el presidente Aoun discutió el tema con el secretario de Defensa de Estados Unidos, Marco Rubio, al margen de la sesión de la ONU. Le recordó que, ante la perspectiva de un desarme inmediato y forzoso de Hezbolá, el comandante en jefe del ejército, el general Rodolphe Haykal, había amenazado en agosto pasado con dimitir. Al mismo tiempo, quiso subrayar que estas consideraciones no ponen en tela de juicio la decisión del Gobierno libanés de desarmar a Hezbolá, aunque la aplaza en el tiempo. Esta situación ha llevado al editorialista Michaël Young, del Carnegie Malcolm Kerr Institute de Beirut, a aconsejar a los responsables «que no regalen a Israel una nueva guerra civil libanesa en nombre de una supuesta búsqueda de estabilidad» regional.

Volviendo a su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el jefe de Estado también evocó la pesada carga humanitaria del Líbano, que se enfrenta al «mayor flujo de refugiados de su historia, en proporción a su población». A este respecto, el presidente pidió una cooperación reforzada con la ONU y negociaciones directas con Siria, bajo los auspicios de Arabia Saudita, para permitir el regreso de los sirios y restablecer una «buena vecindad que supere las ambigüedades del pasado». Por último, Joseph Aoun insistió en la necesidad de reconstruir las zonas afectadas por la agresión israelí. «El Líbano no pide ningún privilegio», concluyó, sino que invoca «una responsabilidad internacional justa y equitativa».

 

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