15/03/2022, 12.43
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Arabia Saudita: el 'dios dinero' más que el Islam es el motor de las reformas de bin Salman

de Dario Salvi

Riyadh libera - por cumplimiento de la condena - a un famoso bloguero y activista, y  ejecuta casi simultáneamente a 81 presos. La economía más que los derechos es lo que impulsa las reformas en el reino. Los primeros pasos hacia la emancipación de la mujer. En Jeddah, demolieron un barrio cosmopolita y con precios asequibles en nombre del desarrollo y la modernización.

 

Milán (AsiaNews)- Liberar a uno de los más famosos activistas pro-derechos humanos y ejecutar, casi simultáneamente y de un solo golpe, a 81 condenados a muerte, más de los que mató el verdugo el año pasado. Promover programas de innovación tecnológica; construir desde cero metrópolis como la futurista Neom, en el Mar Rojo; modernizar barrios enteros de ciudades importantes como está ocurriendo en Jeddah, a costa de decenas de miles de personas que pierden su casa y los bienes de toda una vida a cambio de indemnizaciones irresorias. Apoyar una reforma "laica" del Estado y una mayor emancipación de la mujer, sin iniciar una reflexión seria sobre la libertad religiosa y la apertura a otros cultos distintos al Islam. La Arabia Saudíta del príncipe heredero Mohammad bin Salman (MBS) es un mosaico contradictorio en el que hoy, más que en el pasado, el "dios del dinero" parece haber suplantado a la fe musulmana radical y wahabita como cemento del Estado. Aunque continúa utilizando la religión - y los lugares sagrados de La Meca y Medina - para mantener una especie de supremacía moral en el mundo islámico sunita y oponerse a los chiítas iraníes.

Badawi, libertad y ejecuciones

Después de pasar diez años en la cárcel, el bloguero y activista Raif Badawi fue excarcelado el 11 de marzo. Su esposa Ensaf Haidar, exiliada desde hace mucho tiempo en Canadá con sus tres hijos, confirmó su liberación en un mensaje de Twitter: “está libre”. Pero la liberación no es fruto de una concesión de las autoridades saudíes, sino que Badawi ha cumplido la condena, de acuerdo con la sentencia de 10 años que se le impuso en 2014, tras ser arrestado en 2012. El plazo había vencido el 28 de febrero, pero tuvo que esperar algunos días - alimentando la incertidumbre y el miedo de la familia del ganador del Premio Sájarov de 2015 - para poder abandonar la cárcel. Y si bien solo recibió una parte de los mil latigazos a los que había sido condenado, por otro lado tendrá que pagar casi 300 mil euros de multas al Estado y no podrá salir del país durante una década, lo que anula las esperanzas de reunirse con su familia.

Los 50 latigazos públicos infligidos a Badawi el 9 de enero de 2015 frente a una mezquita de Jeddah todavía están grabados en la memoria de activistas y ciudadanos. Muchos habían hablado del carácter "medieval" del castigo y elevaron al activista a símbolo de la lucha por los derechos en el reino wahabí. Esa misma represión continúa bajo el gobierno del "reformista" bin Salman, quien supuestamente ha suavizado el control del Islam fundamentalista y de la franja religiosa radical sobre la vida social y civil del país. En realidad detrás del intento de mejorar la imagen internacional del país siguen existiendo muchas zonas grises. Simultáneamente a la liberación de Badawi, las autoridades armaron la mano del verdugo ejecutando de una sola vez a 81 condenados. Entre ellos había siete ciudadanos yemeníes y un sirio, acusados ​​-según la agencia oficial Spa- de "crímenes atroces", incluyendo el terrorismo. Sin embargo, numerosas organizaciones activistas denuncian condenas en el marco de juicios falsos en los que se vulneró el derecho a la defensa y se castigó con la muerte a personas cuyo único crimen era pertenecer a la minoría chiíta. “Una ejecución masiva como esta - ataca Inès Osman, activista y cofundadora de Mena Rights - no tiene precedentes y demuestra que los esfuerzos de modernización son solo un cambio de fachada”. Riad se confirma así como uno de los países con mayor número de ejecutados del mundo, junto con China, Irán, Egipto e Irak.

Derechos, Islam y el "dios dinero"

El 22 de febrero Riad celebró la fundación de Arabia Saudita en clave "moderna" con una fiesta "laica", desvinculada de la herencia islámico-wahabita. El acto sigue las mismas líneas que las reformas económicas y sociales de MBS, que permitieron la celebración del Día de los Enamorados o San Valentín, aunque no pueden nombrarlo. Estas reformas están incluidas en el plan "Visión 2030", y sancionan una "liberalización" de las costumbres,  contrarrestada por un endurecimiento en el ámbito político e institucional. Bin Salman ha limitado el poder de la policía religiosa, abrió salas de conciertos y cines, eliminó la prohibición de conducir para las mujeres y puso en marcha una verdadera industria del entretenimiento. También anunció cuatro nuevas leyes marco: sobre el estatus personal, la primera, que entrará en vigor dentro de 90 días; la ley de transacciones civiles; el Código Penal en materia de discrecionalidad de la sanción; y la regla sobre la carga de la prueba.

La reforma del estatus personal, en particular de las mujeres, debería modificar algunas normas establecidas y vinculadas al patriarcado, como la tutela masculina. La mujer ya no debe pedir permiso al hombre -padre, esposo o hermano- para poder viajar o casarse. En comparación con el pasado, las mujeres deberían tener derecho a garantías en caso de divorcio, con el reconocimiento del sufrimiento emocional y las dificultades económicas, y una ayuda para el cuidado y educación de sus hijos. Ellas mismas podrán ser tutoras legales de sus hijos, reclamando el derecho a la pensión alimenticia y a la ayuda a la infancia. La ley también preserva el linaje de la descendencia y regula el matrimonio, desde el compromiso hasta el divorcio, e incluso el khul'aa [divorcio de parte de la esposa].

El renacimiento económico y cultural saudita pasa también por la reconstrucción de territorios enteros, como está ocurriendo en una amplia zona de Yeda a pesar de las feroces aunque raras protestas. La semana pasada, los habitantes de un barrio arrasado para dar paso a un proyecto urbanístico de miles de millones de dólares protestaron para reclamar que no habían recibido un aviso ni compensaciones adecuadas. El gobierno había clasificado la zona -que incluye parte de la ciudad vieja- como un "barrio marginal" y un foco de "delincuencia y vicios". Distinta es la versión de los habitantes, para los cuales las viviendas eran asequibles para los menos pudientes, sauditas o trabajadores extranjeros inmigrantes. Y el descontento se ha convertido en una campaña en las redes sociales con videos y hashtags.

Numerosos videos que se difunden por Internet muestran los escombros que dejan las excavadoras, con escenas que algunos consideran comparables a la devastación de una guerra. Un video muestra a ciudadanos despidiéndose de monumentos y casas antes de ser demolidas; un activista de la red conocido como Wajeeh Lion señala que el proyecto - por un valor de poco menos de 19 mil millones de euros - está "erradicando" el alma y la historia de Jeddah. Por otro lado, los simpatizantes de las reformas consideran que devolverá a la ciudad su verdadero rostro, valorizando el patrimonio artístico y cultural de un lugar que ha sido, durante milenios, un puente entre Oriente y Occidente y una encrucijada para los peregrinos que se dirigían a La Meca por el Hajj. El plan incluye la construcción de un teatro, un museo oceanográfico, playas públicas y 17.000 viviendas. Todo a costa de los menos favorecidos, que se ven obligados a emigrar al campo donde los precios son más bajos. También se perderá la mezcla de razas y culturas que se había creado, su carácter cosmopolita que ha sido, a lo largo del tiempo, motivo de orgullo. Queda la sensación de una injusticia perpetrada a espaldas de los que han sido despojados de su casa y de su identidad, en un país que se propone rivalizar con Dubái y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) para convertirse en el referente económico de la región, a costa de los más débiles.

 

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