18/04/2023, 12.39
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Bassiri Tabrizi: Irán, suspendido entre una ‘crisis existencial’ y la ‘mirada al Este’

de Dario Salvi

La experta de RUSI habla de la situación en la República Islámica, entre las protestas callejeras (que se desvanecen) y el abrazo de China y Rusia. La importancia de la reanudación de las relaciones con Riad y los resultados "tangibles" en Yemen, aunque todavía es demasiado pronto para hablar de paz. El rol de la mujer es el factor "más importante" en las manifestaciones contra el velo, pero las normas se han endurecido.  El apoyo internacional al levantamiento se complica.

Milán (AsiaNews) - En política exterior, la mirada se dirige "cada vez más hacia el Este" y los vínculos con China y Rusia se estrechan. La reanudación de las relaciones con Riad es un "acontecimiento importante" que parece estar dando "resultados tangibles" en Yemen, aunque es demasiado pronto para suponer una paz duradera porque hay "otras partes" implicadas. En el frente interno, se constata que las protestas se aplacan, pero no se han abordado ni resuelto los motivos del levantamiento.

Son los comentarios surgidos durante una entrevista de AsiaNews con Aniseh Bassiri Tabrizi, experta en asuntos iraníes y geopolítica de Oriente Próximo. Es Senior Research Fellow del Royal United Services Institute (RUSI), asesora de think tanks internacionales y colaboradora de los medios de comunicación mundiales más influyentes. En los últimos años ha profundizado en las cuestiones de la radicalización y la proliferación de drones. "Puede que la República Islámica no se enfrente a una amenaza existencial, pero sin duda está atravesando una profunda crisis existencial", afirma, "que [...] conducirá a más movilizaciones en el futuro".

A continuación, la entrevista completa con la experto de RUSI:

 

¿La reanudación de las relaciones entre Riad y Teherán representa realmente un punto de inflexión?

Es un avance importante [resultado de] las negociaciones que comenzaron con el anterior gobierno iraquí, el del primer ministro [Mustafá] al-Kadhimi, pero llevó mucho tiempo llegar a donde estamos ahora y Yemen fue crucial para poner a ambas partes en pie de igualdad. Además de las negociaciones bilaterales entre Irán y Arabia Saudita, también hay negociaciones directas entre Riad y los hutíes, que parecen estar dando resultados tangibles, como hemos visto y veremos en las próximas semanas. Ambas partes desean llegar a una distensión, que no significa normalización pero sí el reconocimiento de que estas relaciones [de enfrentamiento] desde 2016, pero sobre todo desde 2017 -con la administración Trump- no han beneficiado a nadie.

 

¿Cuáles son las consecuencias a nivel regional?

Aunque es demasiado pronto para decirlo, Yemen es sin duda el punto de partida. Es un factor crucial para Arabia Saudita, pero también es aquel en el que Irán parece tener más posibilidades de llegar a un acuerdo. Los otros campos potenciales son Siria y Líbano, e indirectamente también Irak, que ha sido crucial para poner a Teherán en mal lugar a los ojos de los saudíes. Mientras tanto, tenemos que ver si este [acuerdo] en Yemen funciona y a qué conduce, porque se trata de ámbitos acotados. Aún si se diera un acuerdo entre Arabia Saudita y los hutíes, por más que traiga distensión entre las partes, esto no significa necesariamente el fin del conflicto. Y esto es porque hay otras partes [implicadas] que se sienten completamente excluidas. No se trata de una resolución global del conflicto en Yemen. Se trata de traducir los éxitos en un acuerdo más amplio que sea reconocido por las otras partes, y este no es el caso, al menos por el momento.

 

Ampliando el campo, ¿nos movemos cada vez más en la dirección de un enfrentamiento de bloques: por un lado Occidente; por otro Irán, China y Rusia?

De momento, ésta parece ser la tendencia más probable, que además refuerza la postura inicial del presidente [Ebrahim] Raisi de querer seguir la política de "mirar hacia el Este". Teherán se ha propuesto mejorar las relaciones con sus vecinos y, desde su punto de vista, esta política [de vuelco hacia Moscú y Beijing] está funcionando, por lo que continuará en esta dirección.

 

Recientemente han surgido en Irán miles de casos de envenenamiento de estudiantes mujeres. ¿Cree usted que están relacionados con las protestas por Mahsa Amini?

Es difícil entender lo que está ocurriendo porque la información es limitada. Ha habido numerosas detenciones de presuntos autores, pero no está realmente claro quiénes son, si personas afiliadas al gobierno u otras que quieren alimentar una nueva movilización popular contra los dirigentes. Sigue siendo complicado entender el impacto y la conexión con el movimiento de protesta, aunque ciertamente hay descontento entre la población respecto al régimen, sobre todo por la forma en que se han gestionado las represiones, las ejecuciones.

 

Volviendo a las manifestaciones, hoy el impulso parece haber decaído tras una fase inicial en la que Teherán pareció flaquear. ¿Cuál es la situación?

Las protestas han remitido no porque ya no haya descontento o ira hacia el régimen, sino porque no se han abordado o resuelto los motivos. Y esto es así por una serie de factores. No hay aceptación [de los dirigentes de la República Islámica] para cambiar, para reformar, para dar espacio a la cuestión del velo, de la policía de la moralidad. Si alguien esperaba un suavizamiento, en realidad ha sucedido lo contrario y se ha producido un mayor endurecimiento e incluso una aplicación más estricta de las reglas [que han sofocado el levantamiento]. Las mujeres son vigiladas en la calle, localizadas y detenidas si no llevan el hiyab correctamente. El régimen no ha atendido la demanda de la población de más libertad y derechos; sin embargo, sin este cambio, tarde o temprano, las protestas volverán

 

Algo que ha llamado la atención en las protestas es la presencia, el coraje y el papel de la mujer. ¿Qué representa hoy para la sociedad iraní actual?

Este ha sido el factor más importante de todas las manifestaciones y potencialmente tendrá el impacto más duradero en comparación con la movilización popular de los iraníes. Esto también forma parte del hecho de que existe una erosión entre el Estado y la sociedad que aumenta gradualmente, un proceso que se ha ido desarrollando por años y que se intensifica después de cada manifestación. Puede que la República Islámica no se enfrente a una amenaza existencial, pero sin duda atraviesa una profunda crisis existencial que, a largo plazo, podría ser peligrosa para su propia supervivencia y que dará lugar a más movilizaciones en el futuro.


La represión de los ayatolás también ha golpeado duramente a las minorías, empezando por los kurdos...

El mayor impacto de estas manifestaciones se ha producido en las minorías, y en el extranjero. Mientras que, por un lado, el régimen no daba la sensación de sentirse amenazado por lo que estaba ocurriendo dentro de Irán, por otro se intentaba aprovechar lo que estaba ocurriendo para resolver la cuestión de las minorías, empezando por los kurdos, especialmente los grupos disidentes radicados en el Kurdistán iraquí. Hemos visto claramente cómo ha habido un intento por parte de Irán de vincular los acontecimientos internos con los internacionales según su propio beneficio y mitigando una amenaza para su seguridad que, de otro modo, habría sido más difícil de afrontar.

 

En su opinión, ¿se ha producido una especie de "abandono" internacional del movimiento de protesta iraní?

Es difícil decirlo, porque el apoyo internacional es importante, pero también es un aspecto delicado. En el frente interno, el régimen ya tiende a acusar a los manifestantes de ser espías, apoyados por Occidente, por las fuerzas internacionales y, por tanto, resulta más arriesgado prestarles apoyo desde el exterior. En el plano internacional, los puntos de influencia son muy limitados: hubo un intento de apoyo, pero de manera torpe, a través de sanciones y una serie de declaraciones que no tuvieron ningún impacto en la conducta de Teherán. También está en juego un delicado equilibrio, que debe tener en cuenta el apoyo a la población sin interferir demasiado para que no resulte contraproducente, porque podría intensificar la represión. Y los movimientos internacionales o los grupos de oposición del exterior no siempre representan la visión de quienes se manifiestan.

 

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