Beirut archiva ‘la pesadilla iraní’ y abre negociaciones directas con Israel
Con el nombramiento de un civil, el ex embajador Simon Karam, en la comisión que supervisa el alto el fuego de noviembre de 2024, Beirut toma distancia de Teherán. Los contactos entre el País de los Cedros y el Estado judío continúan, aunque todavía hay puntos sin resolver, sobre todo con respecto a la frontera. Críticas de Hezbolá que habla de "regalo a Israel" y rechaza el desarme al norte del río Litani. Se ensancha la brecha entre el Partido de Dios y el movimiento chiita Amal de Nabih Berry.
Beirut (AsiaNews) - Aunque a pequeños pasos, el Líbano sigue saliendo de la pesadilla iraní y su adoctrinamiento ideológico, que impedía cualquier normalización con el "enemigo israelí". Prácticamente al día siguiente de la histórica y conmovedora visita del Papa León XIV, Beirut ha iniciado un proceso de negociaciones directas "de paz" con Israel, en línea con los deseos del pontífice, y ha nombrado al ex embajador libanés en Washington, Simon Karam, que ya había sido miembro de la comisión encargada de supervisar el alto el fuego entre Israel y Hezbolá (27 de noviembre de 2024). Según una autorizada fuente episcopal libanesa, consultada en exclusiva por AsiaNews, la visita del Papa al País de los Cedros encerraba en sí misma, desde el principio, una dimensión geopolítica.
Calificado como moderado, pero vinculado al ala "soberanista", Simon Karam tiene el perfil ideal para hablar de diplomacia "de Estado a Estado", sin oficializar de manera apresurada la normalización con una "entidad" que oficialmente todavía se considera "enemiga". Desde el punto de vista del Líbano, los requisitos para dicha normalización son la retirada total del ejército israelí del territorio libanés que sigue ocupado, el cese de las hostilidades, el regreso de la población libanesa a sus aldeas, la liberación de los prisioneros libaneses y la confirmación de la línea fronteriza entre los dos Países.
Este nombramiento, solicitado por Israel. ha modificado radicalmente, de la noche a la mañana, el clima de las relaciones entre el Líbano y el Estado judío. En efecto, el nombramiento de Karam, afirma Beirut, tiene el mérito adicional de poner a salvo a las instituciones del Estado libanés de eventuales represalias y/o ataques israelíes. En la comisión de supervisión, la contraparte israelí de Simon Karam es Uri Resnick, experto en derecho internacional y director de política exterior del Consejo de Seguridad Nacional de Israel. El objetivo de estos nombramientos civiles, para el Estado judío, es ampliar el diálogo más allá de los aspectos militares. La comisión se reunió por primera vez en Naqoura, cuartel general de la misión de la ONU en el Líbano (Unifil), y volverá a reunirse el próximo 19 de diciembre.
Hezbolá: un “regalo” a Israel
Estas conversaciones cuentan, en principio, con la aprobación de las tres figuras clave que actualmente gestionan las relaciones del Líbano con Israel: el jefe de Estado, Joseph Aoun, el primer ministro, Nawaf Salam, y el presidente de la Cámara, Nabih Berry. Este último es también el líder del movimiento Amal, principal aliado chiita de Hezbolá. En una declaración independiente, el Partido de Dios afirmó que el Líbano había hecho "un regalo" a Israel al nombrar a Karam. Esa declaración fue interpretada por los círculos políticos como una de las primeras señales de desacuerdo entre los líderes de Hezbolá y Berry sobre el proceso de salida de la guerra.
En este sentido cabe señalar que el movimiento proiraní sigue negando rotundamente el error estratégico de haber decidido involucrarse en un enfrentamiento militar con Israel. Esa negación va acompañada de una flagrante mala fe, que ha sido denunciada por toda la clase política. A juicio del diputado de las Fuerzas Libanesas Elias Bou Assi, por ejemplo, "Irán sigue jugando la carta libanesa y jugando con el destino de los libaneses, y de la comunidad chiita en particular, en sus negociaciones con Washington".
Las “ambiciones territoriales” en el Líbano
Para el Líbano, la misión de Karam se basa en el supuesto de que Israel no tiene ambiciones territoriales en el Líbano y que el conflicto en el sur del país es un hecho "aislado" o que por lo menos sigue estando contenido. Una garantía en este sentido provino del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en un mensaje en X (ex Twitter) del verano pasado, en el que negó explícitamente cualquier reivindicación territorial por parte del Estado judío respecto de los "países vecinos", incluido el Líbano. En una entrevista, en efecto, el primer ministro había hablado de su vinculación con "una visión histórica o ideológica del territorio", que había sido interpretada por algunos medios y gobiernos árabes como una aspiración expansionista.
No obstante, las afirmaciones israelíes no impiden que, sobre el terreno, la situación siga siendo muy tensa. La presencia de bases fortificadas israelíes en territorio libanés y la prohibición de cualquier reconstrucción en la zona cercana a la frontera israelí se consideran una forma de ocupación permanente, semejante a la que Israel mantiene en territorio sirio. Además, el belicismo israelí no conoce límites. Como afirmó recientemente el embajador de Estados Unidos en el Líbano, Michel Issa, "negociar es una cosa, seguir bombardeando el Líbano es otra: a los ojos de Israel, una cosa no impide la otra". Un doble juego cuyos efectos sobre el terreno conoce bien Hezbolá, que ha perdido cerca de 350 hombres en ataques con drones desde el cese de las hostilidades en noviembre de 2024.
Desbloqueo humanitario
Sin embargo, según un ex oficial del ejército que pidió permanecer en el anonimato, Simon Karam podría conseguir el tiempo necesario para reforzar el ejército libanés en términos de hombres y medios materiales, cuestión en la que Francia y Arabia Saudita deben concentrarse inmediatamente. También podría invocar preventivamente, ante Tel Aviv, el riesgo de "pérdidas humanas innecesarias" en las filas israelíes, debido a un ataque suicida u otra acción espectacular ejecutada por Hezbolá, que ha vuelto a la clandestinidad y tiene la ventaja de mantener complicidades sobre el terreno.
Por otro lado, para el Líbano - señala el experto - el regreso de la población del sur del país a sus aldeas destruidas es una "línea roja absoluta", independientemente de los méritos de la "zona económica" que Israel exhibe ante los ojos de una población obligada al éxodo. "Los habitantes de las aldeas del sur - explica la fuente - están visceralmente unidos a su 'tierra', un concepto completamente diferente del más abstracto y constitucional de territorio". Para el ya mencionado líder político Bou Assi "la sola idea de que los libaneses acepten cambiar su tierra por fábricas de nanotecnología es una farsa".
El negociador libanés, concluye el experto, estaría a favor de un "desvinculación humanitaria" estrechamente supervisada por el ejército libanés y una fuerza internacional que reemplazaría a Unifil, cuya misión terminará a finales de 2026. Esto iría acompañado de una reconstrucción gradual, sin ninguna participación de actores cercanos a Hezbolá en la logística, para excluir futuras "sorpresas" militares. Todo ello a la espera de un desarme total de la milicia proiraní y de una inserción puramente política de Hezbolá en el panorama libanés. En el horizonte, un regreso al acuerdo de armisticio de 1949 y a las fronteras precisas establecidas en aquel momento, sobre la base del acuerdo Paulet-Newcomb de 1923 entre Palestina y el Líbano. Un acuerdo de no beligerancia que sería un prerrequisito para una paz propiamente dicha, a la espera de un consenso al respecto por parte de la Liga Árabe y de los partidarios de los acuerdos de Abraham elaborados por Jared Kushner y sus socios saudíes.
19/06/2024 13:18
02/01/2025 11:28
