05/05/2025, 18.04
INDIA - PAKISTÁN
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Cachemira: Delhi reduce el flujo de agua hacia Islamabad. Aumentan los ataques contra musulmanes

Con la suspensión del Tratado de las aguas del Indo, tras el ataque de Pahalgam, la India ha reactivado algunos proyectos hidroeléctricos que no podía completar debido al acuerdo, para evitar que Pakistán se quede sin agua. Mientras tanto, aumenta la violencia contra los musulmanes y ciudadanos de Cachemira, blanco de agresiones y amenazas en diversas ciudades.

 

Nueva Delhi/Islamabad (AsiaNews) - Con el aumento de las tensiones con Pakistán tras el atentado de Cachemira en el que murieron 26 personas, la India ha reactivado dos proyectos hidroeléctricos a fin de aumentar sus reservas del agua proveniente de la región del Himalaya. Se trata de dos represas, la de Baglihar, en el distrito de Ramban, y la de Salal, en el distrito de Reasi, que fueron construidas respectivamente en 1987 y entre 2008 y 2009, pero que nunca entraron en funcionamiento debido al Tratado de las aguas del Indo, un acuerdo que se firmó en 1960 y garantiza el 80% del agua necesaria para regar los campos agrícolas de Pakistán.

Con la suspensión del acuerdo en los últimos días, Nueva Delhi ya había reducido el caudal de agua del río Chenab, que se dirige hacia Faisalabad y luego a la ciudad de Multán, pero, según algunas fuentes de Reuters, la empresa estatal NHPC también ha comenzado un proceso de "limpieza de la cuenca" para eliminar los sedimentos. El procedimiento requiere vaciar casi completamente la cuenca para retirar los sedimentos, cuya acumulación es una de las principales causas de la disminución de la producción de energía. Ambas represas trabajaban por debajo de su capacidad porque Pakistán había impedido que se vaciaran los embalses. “El vaciamiento de agua no es una práctica común porque conlleva un considerable desperdicio”, afirmó una de las fuentes. Además, “se espera que los países aguas abajo sean informados en caso de inundaciones” y, según el tratado, que regula la distribución de las aguas de seis ríos que forman parte de la cuenca del Indo, el vaciamiento de la represa de Baglihar solo era posible en agosto, cuando suele haber una mayor disponibilidad de agua debido al deshielo de los glaciares.

La realización de los proyectos hidroeléctricos (menos de diez en total sobre los ríos que desde Cachemira llegan a Pakistán) había requerido un considerable esfuerzo diplomático entre los dos países del sur de Asia, que se han enfrentado varias veces a lo largo de las décadas por el control de Cachemira y sus recursos. Muchos temen que la suspensión del Tratado de las aguas del Indo pueda llevar a la India a gestionar de manera independiente los proyectos hidroeléctricos en los ríos compartidos, con el riesgo de que Pakistán se quede sin agua para irrigar los campos. Otros expertos, sin embargo, consideran que se trata sólo de amenazas políticas, que no se pueden concretar realmente porque la India no dispone de las infraestructuras necesarias para retener grandes volúmenes de agua como los que habitualmente recibe Pakistán.

Aumento de las tensiones étnicas y religiosas

Paralelamente, se han empezado a producir una serie de ataques selectivos contra ciudadanos cachemires en varias partes de la India. El 23 de abril (al día siguiente del atentado en Cachemira) en Dehradun, en el Estado de Uttarakhand, el grupo extremista Hindu Raksha Dal anunció redadas punitivas contra los musulmanes cachemires, amenazando abiertamente a los que no abandonaran la ciudad antes de las 10 de la mañana del día siguiente. En Kalyani, Bengala Occidental, en la universidad agrícola Bidhan Chandra Krishi Viswavidyalaya, apareció un cartel con la inscripción “Prohibida la entrada a perros y musulmanes (yihadistas)”, mientras que en Calcuta una mujer musulmana embarazada denunció que había sido rechazada por su médico debido a su religión. El mismo 23 de abril, en Agra, en el Estado de Uttar Pradesh, dos primos musulmanes fueron atacados en un restaurante: uno de ellos, Gulfam, de 27 años, murió por los disparos; el otro, Saif Ali de 25 años, resultó gravemente herido. Un video que se difundió poco después mostraba a dos hombres armados que se atribuyeron la responsabilidad del ataque en nombre del grupo Kshatriya Gau Raksha Dal, y amenazaban con matar a 2.600 personas en respuesta al atentado de Pahalgam. En Mohali, Punjab, algunas estudiantes cachemires de la Rayat Bahra University denunciaron acoso por parte de residentes locales.

Y en Varanasi, el 28 de abril, otro episodio agravó aún más el clima de violencia e islamofobia que siguió al atentado de Pahalgam. Rehan, un joven musulmán de 16 años que trabajaba como ayudante en una tienda de tejidos, fue brutalmente agredido por seis hombres cerca del Dashashwamedh Ghat. Después de preguntarle su nombre, lo secuestraron, llevándolo al interior de la oficina del Ganga Sewa Nidhi – la organización que se ocupa de los rituales vespertinos en el Ganges – donde durante dos horas lo golpearon con palos e insultos contra su religión. Después de desmayarse, se despertó en las escaleras del ghat y, cojeando, consiguió volver a su casa. Fue hospitalizado con signos evidentes de tortura y dos días después la policía obligó a darle el alta y lo condujo a la comisaría, donde estuvo retenido durante 12 horas sin comida ni agua. Posteriormente fue interrogado por agentes antiterroristas y de inteligencia sobre sus presuntos vínculos con grupos extremistas islámicos. Rehan fue liberado solo gracias a la intervención de activistas y abogados, pero deberá seguir presentándose regularmente en la estación de policía. Mientras tanto, ninguno de sus agresores ha sido arrestado. “Es extremadamente triste y preocupante que la desafortunada masacre de Pahalgam haya desatado el terror entre los musulmanes”, comentó el padre Anand Mathew del Souhard Peace Centre, quien relató el episodio. “Hay personas con mentalidad terrorista e islamófoba que están atacando a musulmanes inocentes”.

(colaboró Nirmala Carvalho)

 

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