30/12/2016, 15.00
SIRIA
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Caritas Siria: los niños van al teatro, para reconstruir el país con una Navidad en paz

de Sandra Awad*

Más de 500 niños asistieron a un espectáculo que estuvo dedicado al “nacimiento de la paz”. En Damasco no hay agua ni electricidad; pero en la oscuridad es posible vislumbrar la “luz” que ilumina al mundo. A los pequeños más necesitados se les entregaron regalos, zapatos, guantes y calcetines de lana. Un joven actor cuenta: La paz no sólo es un milagro, sino que “somos nosotros los  primeros que debemos construirla”.       

Damasco (AsiaNews) – A pesar de estar atravesando el “dolor” y el “sufrimiento” causado por la guerra, en Siria, los cristianos han vivido una Navidad “maravillosa”. Las muertes provocadas por el conflicto enseñan “el verdadero significado de la vida y del nacimiento". Es lo que cuenta a AsiaNews Sandra Awad, responsable de Comunicación de  Caritas Siria, 38 años, casada y madre de dos hijos, que cuenta en una carta cómo han sido los días de las Fiestas en la capital siria. “Nuestra Navidad –escribe- no es tan resplandeciente ni iluminada como en otras partes del mundo: nuestros árboles no están iluminados porque durante gran parte de la jornada no disponemos de energía eléctrica”. Sin embargo, a veces la oscuridad “es importante” porque permite “ver y entender aquello que de verdad cuenta en la vida”.

Entre los muchos eventos organizados por la iglesia local, queremos mencionar una obra teatral que fue escrita y dirigida por la misma responsable de comunicación de Caritas, titulada “El nacimiento de la paz”, que fue vista por más de 500 niños en dos funciones. El texto busca contar, justamente, cuál es el significado de la paz, de compartir, de la aceptación, que son un objetivo que ha de alcanzarse a través de un “esfuerzo común  […] en nosotros mismos y en nuestras familias”.

A continuación, el testimonio de la responsable de Caritas. Traducción a cargo de AsiaNews.

 

Estamos en pleno clima navideño, pero en nuestro país todavía se vive el dolor y el sufrimiento de la Semana Santa del 2011, cuando se inició el conflicto en Siria. Sin embargo, a pesar de las dificultades en las cuales, todavía hoy, nos vemos obligados a vivir -en Damasco, hace cinco días que no hay agua, los grupos armados han envenenado los pozos y en los alrededores de la capital se continúa combatiendo- nuestra Navidad es, sin lugar a dudas, maravillosa.  

¿Y por qué es maravillosa, a pesar de la guerra? ¡No sabría cómo decírselos de manera racional! Quizás la muerte nos enseña el verdadero significado de la vida y del nacimiento. Tal vez, la tristeza que nos rodea da a los momentos felices mucho más valor.  Un valor mucho, mucho más grande.  Y quizás es por esto que estamos viviendo, con mayor impaciencia, el nacimiento del Niño [mensajero] de la paz en el país.  

Nuestra Navidad no es tan resplandeciente ni iluminada como en otras partes del mundo;  nuestros árboles no están iluminados, porque la mayor parte de la jornada no disponemos de energía eléctrica. La guerra nos ha quitado la corriente, junto a tantas otras cosas, como el agua, el kerosén, el gasoil, la calefacción. Moríamos cada día que pasaba, en nuestro intento de recuperar estos bienes de primera necesidad, pero no pasa nada. Cuando no hay electricidad, podemos encender una pequeña vela y ponerla cerca del pequeño pesebre navideño, que, en Siria, cada familia cristiana tiene al pie de su árbol.

Quizás, la oscuridad sea importante a veces, para que el ser humano pueda ver y entender qué es lo que de verdad cuenta en la vida. Y lo que más cuenta en Navidad es justamente, el acontecimiento del nacimiento de Jesús.  Un montón de luces encendidas nos llevaría a concentrarnos sólo en la belleza del árbol, haciendo que sólo con esfuerzo miremos al niño colocado en la gruta, a los pies del pesebre, aguardando a que también nosotros encendamos una luz para iluminarlo y brindarle un poco de calor. Parte de nuestro amor, algo de nuestro consuelo.

Nuestra Navidad en Caritas, este año, también ha sido distinta de las fiestas de los años anteriores. Estábamos llenos de alegría en las fases preparatorias de varios eventos navideños, en particular, mientras preparábamos la obra que se llevó a cabo el 23 de diciembre en el teatro parroquial de la Cross Church, en Damasco. En el evento participaron, invitados, 550 niños cristianos provenientes de familias necesitadas, que pudieron asistir al espectáculo [que yo misma escribí y puse en escena] titulado “El nacimiento de la paz”. En el texto quise incluir muchos elementos como insignia de la paz, además de mensajes e invitaciones a compartir, y a una aceptación del prójimo, a un esfuerzo común en pos de la construcción de una paz verdadera, en nosotros mismos y en nuestras familias.  

La puesta en escena de la obra fue llevada adelante por un grupo de jóvenes y brillantes actores llamado “Enjaz”, con la participación de algunos niños. Entre ellos, de Tony Estephan, un chico de 11 años, que cuenta: “lo que más me agradó fue haber actuado frente a tantos niños necesitados, que tienen mi misma edad. Es hermoso haberles transmitido mucha alegría, porque el espectáculo es una comedia, y estoy seguro de que les gustó muchísimo”. Ethraa, una actriz de 22 años, agrega: “La idea que fundamenta el espectáculo representa una novedad. La historia habla de nosotros, de todos los sirios. Los héroes de este relato son los objetos que decoran un árbol de Navidad en Siria: ángeles, estrellas, copos de nieve, luces, botas, bastoncillos y campanas. Entre ellos surge una discusión en torno a si deben quedarse o partir rumbo a otro país, luego de haber descubierto que afuera aún sigue ardiendo la guerra. Una discusión que se da cada día, en cada casa, desde hace mucho tiempo”.  

Adam Al-Shami, un actor de 20 años, explica: “La idea de que la paz debe venir de nosotros mismos es fantástica, nunca antes había visto las cosas con esta mirada. Nosotros esperamos que la paz sea el fruto de un milagro, de un hecho externo al 2011; pero nunca antes había pensado en el hecho de que somos nosotros mismos los primeros que debemos construirla. La obra me ha enriquecido con estos pensamientos nuevos, que quiero mantener vivos en mí”.

Rita Jarallah, del comité organizador del espectáculo, cuenta: “Mientras estábamos en la tienda, ocupados en elegir los regalos de Navidad, imaginaba las sonrisas de los niños cuando abrieran los paquetes y encontraran juguetes bellos, que sus padres ciertamente no podían comprar. Cada niño en su paquete encontró también una gorro de lana para el invierno, una bufanda y tres pares de calcetines, confeccionados por algunas mujeres necesitadas, que estaban muy felices de ganar un dinero para sus familias y de prestar un servicio destinado a los niños, con los gorros de abrigo, realizados con tanto amor. Este año, mi Navidad ha sido esto, una fiesta repleta de niños con rostros sonrientes”.

Fadia Nassar, coordinadora de proyectos de Caritas Siria, recuerda que “mientras en el teatro se desarrollaba el espectáculo, no logro quitarme la mirada de los rostros felices de los niños, que reían todo el tiempo. Todo esto me ha transmitido sensaciones positivas, que ni siquiera logro describir…”.

Sara, una niña de tan sólo 7 años, que estaba entre los cientos de niños que asistieron al espectáculo, cuenta: “Estoy feliz, porque ahora yo también me he vuelto una mamá. Caritas me regalo una muñeca estupenda y ahora yo también soy una mamá. La cuidaré todo el tiempo”. John, un niño de 10 años, hace eco de sus palabras, y dice que la obra le “gustó muchísimo, especialmente la parte en la que se mostraba el nacimiento de Jesús. Fueron niños como nosotros los que interpretaron el rol de la Virgen María, de San José, de los Magos y los pastores. Mi sueño es llegar a ser un actor, me gustaría actuar en una obra que hable de la Navidad, como ellos, la próxima vez”. El pequeño Karim, de 11 años, quiere, por último, agradecer a Caritas Alemania que ha contribuido a la realización del evento y por los “regalos preciosos que nos han hecho. Este año ha sido una Navidad de luz, y llena de alegría”.  

“Nuestros niños necesitan de estas narraciones de paz –concluye Rama Zreik, embajador de la ONU ad honorem para la infancia- y de estos maravillosos conceptos de amor y convivencia. Son los únicos con los cuales será posible reconstruir Siria, y deben ser enseñados desde la más temprana infancia”.

 

* Responsable de  Comunicación en Caritas Siria 

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