22/09/2023, 16.00
TURQUÍA - LIBIA
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Derna, las consecuencias de la política turca en África y el colapso de la represa

Los números oficiales hablan de 3.300 muertos, pero las víctimas reales podrían ser más de 20.000, con cerca de 43.000 desplazados. Según la fiscalía, la falta de intervención de una empresa turca en el mantenimiento de las instalaciones provocó la tragedia. La presencia de Ankara en la escena libia es sólo la punta del iceberg de una expansión económica y política en el continente.

 

Estambul (AsiaNews) - Detrás de la repentina avalancha de agua, barro y escombros, semejante a un tsunami -que desbordó los paredones de dos antiguas represas deterioradas por el tiempo y el abandono, y arrasó la ciudad costera de Derna- hay responsabilidades humanas que apuntan (según se sospecha) en dirección a Turquía. En efecto, las primeras investigaciones de la fiscalía libia muestran las deficiencias en la labores de mantenimiento de la central, cuyo colapso contribuyó a agravar la magnitud de la tragedia provocada por el ciclón Daniel. El balance, aún parcial, supera los 3.300 muertos, pero las estimaciones de Naciones Unidas y de grupos internacionales hablan de al menos 10.000 personas desaparecidas, probablemente arrastradas por la furia de las aguas, y un número de víctimas que podría acercarse a las 20.000. En cuanto a los desplazados, ya son más de 43 mil y todavía sigue habiendo una necesidad urgente de alimentos, agua potable, medicamentos y apoyo psicológico.

Las presas que contribuyeron a alimentar el desastre en Derna ya habían mostrado las primeras grietas en la década de 1990, como confirmó el fiscal general libio Al-Seddik al-Sour. Grandes partes de las infraestructuras se deterioraron durante el caos que siguió al levantamiento respaldado por la OTAN que derrocó y mató al dictador Muhammad Gadafi en 2011, y toda la región se encuentra en manos del general Khalifa Haftar desde 2018. El Poder Judicial está llevando a cabo una investigación con el objetivo de alcanzar "resultados rápidos” y las personas sospechosas o acusadas “ya han sido identificadas”. No hay nombres, pero más de una fuente apunta en dirección a Ankara.

Un papel clave en la tragedia lo desempeñaron dos presas ubicadas en las afueras de Derna, que al derrumbarse sumergieron grandes extensiones de la ciudad. Las presas de Abu Mansour y Derna fueron construidas originalmente por una empresa de la antigua Yugoslavia en los años '70, pero a fines de la década de 1990 mostraron las primeras grietas, certificadas por una empresa italiana que informó sobre "daños importantes" y sugirió la construcción de una tercera presa. En 2007 Gadafi encargó a la empresa turca Arsel Construction la realización de las obras de mantenimiento, que debían estar terminadas en noviembre de 2012. Sin embargo, la guerra civil y la caída del dictador (sumado a las dificultades internas de la empresa) demoraron las obras. Según la fiscalía libia, la empresa no comenzó a trabajar hasta octubre de 2010 por falta de fondos, interrumpió cinco meses después debido al conflicto y nunca terminó. Por la guerra o por dinero, lo cierto es que la presa presentaba graves fallas estructurales y la no intervención de la empresa turca jugó un papel clave.

Es una historia emblemática que al mismo tiempo revela la creciente presencia y las estrechas relaciones de Ankara con los gobiernos locales, a menudo en conflicto con los antiguos países coloniales europeos, como claramente se desprende de las noticias diarias de los últimos años. Un ejemplo, precisamente, es el caso de Libia, donde se enfrentaron París y Ankara. A fines de 2020 el presidente Emmanuel Macron acusó a su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, de actuar entre bastidores para adquirir un rol hegemónico en África occidental, en referencia a los programas propuestos por el Plan África Opening de 2008 y el Africa Partnership Plan de 2013, que se presentaron como inversiones destinadas a ayudar a la población pero que también incluían una importante colaboración militar.

El caso libio refleja la importancia que tienen las relaciones y la colaboración con los países africanos para Turquía y su política exterior "multidimensional", e incluso Ankara se ha convertido en uno de los actores más presentes en el continente africano. Esta expansión ha sido una prioridad para el mismo Erdogan, que ingresó en zonas o Estados de donde otros huían, como Somalía, y desde 2011 los turcos realizan inversiones en el sector privado y en infraestructuras en el país, además de proporcionar ayuda humanitaria, abrir consulados y ofrecer entrenamiento militar. Turkish Airlines también ha iniciado conexiones con Mogadiscio, donde otros competidores del sector de la aviación no llegan desde hace décadas.

Libia, Somalíaa y muchas otras, porque Turquía mantiene o ha echado raíces en amplias zonas del continente, como demuestran las cifras: si en 2009 el antiguo Imperio Otomano sólo tenía 12 embajadas en África, hoy tiene 43. El presidente Erdogan ha visitado 27 países africanos, más que cualquier otro jefe de Estado o de gobierno internacional y la aerolínea de bandera aterriza en 39 países, sólo superada por Etiopía Airlines, mientras que a nivel militar, las tropas del ejército turco están estacionadas en Somalía, Mali, África Central, Libia y Yibuti. Un capítulo importante en la agenda de las relaciones entre Turquía y África se refiere al sector de la defensa, que se considera un motor de las relaciones y en los últimos meses se ha centrado en el sector de los drones, un producto cada vez más utilizado y solicitado por los gobiernos, como el modelo Uav de combate TB2 Bayraktar.

La cooperación económica y las relaciones comerciales también son una de las prioridades de Turquía en el continente, promovidas a través de foros económicos y comerciales de Turquía y África en colaboración con la Unión. El primer foro que reunió a los ministros de Comercio y Economía de 42 países africanos y a más de dos mil empresarios se celebró en Estambul en 2016. El segundo fue en 2018, bajo el tema "Invertir juntos para un futuro sostenible". Ese mismo año Ankara creó el Foro Económico y Comercial Turquía-Ecowas, mientras que el último foro económico y comercial se celebró en Estambul en octubre de 2021. La colaboración en el sector energético también está aumentando significativamente, como se desprende de una investigación de Al Jazeera, con crecientes flujos de petróleo y gas desde los mercados africanos hacia Turquía, hasta el punto de que Argelia se ha convertido en el cuarto mayor exportador de gas a Turquía, y el comercio bilateral entre Nigeria y Turquía constituye el 90% de las importaciones turcas de gas desde Nigeria.

El comercio turco en el Sahel está todavía muy por detrás de Francia y China, pero ha ido creciendo en la última década, y para todo el continente el objetivo de Ankara es triplicar el comercio hasta alcanzar los 75.000 millones de dólares al año. Por último, está el capítulo del Islam, en el que Turquía ha invertido (sobre todo económicamente) en la restauración o construcción de mezquitas. Es ilustrativo ver las intervenciones en Mali y Níger, países donde Ankara ha construido infraestructuras para la distribución de agua y la producción de electricidad. Como ocurrió en Libia, aunque esperando mejores resultados y mayor esmero que lo que demuestra la tragedia de Derna.

 

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