18/07/2014, 00.00
LIBANO
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El Líbano necesita un nuevo presidente, están en juego su independencia y su misma existencia

de Fady Noun
Michel Aoun y Samir Geagea se tienen que poner de acuerdo sobre una división del poder de modo que el Líbano esté seguro del conflicto regional que arrecia y de los efectos del cual en este momento se hacen sentir en modo particular en Irak y Siria

Beirut (AsiaNews)- Están en juego la independencia y la existencia misma del Líbano. El juicio es de una fuente diplomática occidental en Beirut que se maravilla por el hecho que los maronitas no pongan su patria al seguro de la tempestad regional que puede aplastarlos y aceptan el riesgo de unas vacaciones del sillón presidencial, que le corresponde, sólo por la ambición de ocuparla una persona.

La Presidencia de la república está vacante desde el 25 de mayo, cuando terminó el mandato Michel Sleiman. Para ser elegido, el nuevo presidente debe tener, en el primer turno, los dos tercios de votos del Parlamento, que cuenta con 128 diputados, y del segundo la simple mayoría absoluta, o sea 65 votos. Pero ninguno de los candidatos "fuertes" a la presidencia, Michel Aoun y Samir Geagea, dispone de los votos necesarios para la propia elección y ninguno de los dos está dispuesto a ponerse de acuerdo con el otro. Así, sólo un candidato "de compromiso" tendría la posibilidad de ser elegido. Por su parte Geagea se resignó a esta solución. Pero, considerando que es el único con el derecho a pretender la presidencia, a causa de su popularidad y de las dimensiones del grupo parlamentario que guía, Aoun provoca sistemáticamente la falta de quorum, lo que impide a la Cámara que pueda reunirse, en la esperanza de llevar a sus adversarios a la usura y ganarse la elección a su candidatura.

En cambio de su elección, Aoun prometió garantizar a Saad Hariri, en exilio por el temor de ser asesinado, la seguridad necesaria para volver a la patria. Pero, este último, subordina su adhesión a este intercambio con aquella de su aliado cristiano, Samir Geagea, que la rechaza categóricamente, y a aquella de su protector saudita, que piensa en toda otra cosa. Y no se ve realmente el final de esta prueba de fuerza que va delante de hace dos meses.

La fuente diplomática no da los nombres de Michel Aoun y Samir Geagea, pero los da a entender en modo evidente preguntando con lucidez. "Pero, ¿son realmente libres?". La libertad de la que se habla en este caso se refiere a los márgenes de maniobra que los aliados de Aoun y Geagea- los chiítas por un lado y los sunitas por el otro- los dejan para acercarse a sus adversarios políticos para poner al Líbano al reparo de las potencias regionales, la sirio-iraní en el primer caso y la americana-saudí en el segundo.

"Llevar al Líbano al centro y aislarlo del conflicto regional que arrecia y los efectos del cual en este momento se hacen sentir en modo particular en Irak y siria, debería ser el objetivo de los libaneses y en particular modo los cristianos del País", piensa este observador de la escena política libanesa.

La referencia evidente es la Declaración de Baabda, tomada bajo la presidencia Sleiman, un acuerdo suscrito entonces por las fuerzas políticas libanesas, comprendido Hezbollah, con el cual se comprometía a tener al Líbano "distante" de los grandes ejes políticos regionales. El involucrarse militarmente de Hezbollah en siria, denunciado por el presidente Sleiman antes de finalizar su mandato, dio un duro golpe a esta línea política y expuso al País a acciones terroristas conducidas por grupúsculos terroristas suníes, que pertenecen al movimiento del Estado islámico de Irak y del Levante. El peligro no ha sido aún eliminado, tanto más que los combates entre rebeldes sirios y Hezbollah, en este momento siguen en la región siria de Qalamoun, cerca de la frontera oriental del Líbano.

Según la fuente diplomática, el hecho que el Líbano, sus instituciones y su seguridad no se han hecho añicos depende, muy simplemente, "de su pequeñez, de su insignificancia estratégica" y también, nota con inteligencia, "de la existencia de Israel en su frontera meridional". En caso contrario, a su juicio, ya habría sido involucrado en esta tempestad que está en curso y que arriesga agravarse, si la lógica de la confrontación vence a la lógica de la tratativa- en particular en el caso de un jaque en los negociados sobre el nuclear iraní.

Él considera que los combates en Irak y el Estado islámico que se corta un espacio geográfico en Irak y Siria no sean otra cosa que "las manifestaciones de una escalada pre-negociación, para contener su influencia en la región y establecer un mejor equilibrio de fuerzas entre las partes regionales y, al final entre Washington y Moscú, que combaten también aquí la campaña de influencia que tiene por escenario el mundo entero, desde que llega a un País europeo como Ucrania, algunas regiones de las cuales se agarraron una fiebre separatista, alimentada por el gran vecino ruso.

Nuestro observador considera que esta escalada no tiene que ser confundida con una verdadera confrontación total. La región, a su juicio, va hacia un negociado y las fronteras marcadas por el acuerdo Sykes-Picot al fin de la Primera guerra mundial, jo serán puestas en discusión. Él ve mal, por ejemplo, un Kurdistán independiente que debería negociar su territorio con 4 estados: Irak-Siria-Irán- Turquía. Nuevas fronteras, además, pondrían en discusión no sólo el orden regional, sino el mundial.

"Como sucedió en Líbano, será más bien un desplazamiento de poblaciones y la creación de grupos de comunidades homogéneas, de zonas de influencia, de regiones autónomas".

En cuanto al Estado islámico, el diplomático lo ve como una estructura pasajera, destinada a redefinir las zonas de influencia, pero sin raíces históricas o populares y sin futuro. Los mismos aliados de esas fuerzas islamistas no tienen el coraje de decláralo oficialmente, en el temor de ver la propia imagen enlodada a los ojos del mundo occidental. "¿Es este nuevo rostro que deja la Primavera árabe?

Para volver a los cristianos del Líbano, y en particular a los maronitas, la fuente desea, si bien mirándolo con un cierto idealismo, que Michel Aoun y Samir Geagea se pongan de acuerdo sobre una división del poder, de modo que el Líbano sea puesto al seguro de un terremoto siempre más probable, viendo el carácter aleatorio de la situación regional y el riesgo, también ese posible, de un jaque mate a las tratativas sobre el nuclear iraní o de la imposición por parte de los halcones israelíes de una solución militar a tal problema.

Una visión de conjunto común de los peligros que corre la región y en Líbano en particular, debería permitir a las fuerzas presentes obra con mayor sabiduría, también si se pierde a nivel personal. El acuerdo de seguridad aguante, pero es muy frágil. Si la voluntad internacional cambia, si el Líbano se lo pone dentro del gran enfrentamiento, el acuerdo de seguridad explota en un par de minutos. Es verdad que en este caso la presencia o la falta de un presidente no tendría mucha importancia, pero su presencia sería seguramente un elemento y efecto de equilibrio. De otro modo el estado podría ser tomado como rehén y dividido en fracciones. Es entonces importante y útil, en previsión de lo peor y en la esperanza que no llegue, que sea elegido un nuevo jefe de Estado y que las instituciones funcionen".

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