16/09/2023, 12.45
VATICANO-COREA DEL SUR
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El Papa a los coreanos: donen al mundo misioneros como Andrew Kim

El encuentro en el Vaticano con 300 peregrinos en el día en que una estatua del primer sacerdote y mártir de la Iglesia coreana será colocada en un nicho fuera de la Basílica de San Pedro. "Confiémosle el sueño de la paz de la península coreana, que está siempre en mi oración". La invitación con vistas a la JMJ que se celebrará en Seúl en 2027: "Acérquense y escuchen a los jóvenes, que corren el riesgo de dejarse seducir por falsos mitos, pero en su corazón buscan otra cosa"

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - " Tienen la gracia de tantas vocaciones sacerdotales; por favor, 'échenlos', envíenlos a las misiones. Tengo la experiencia de haberlos visto en Argentina y hacen tanto bien: que los sacerdotes de Corea sean los necesarios, los otros váyanse misioneros".

Este es el mensaje en el signo de celo apostólico que el Papa Francisco dirigió esta mañana a la Iglesia de Corea del Sur, al recibir en audiencia en el Vaticano a una numerosa delegación de peregrinos en el aniversario de la muerte de su primer sacerdote y mártir, san Andrés Kim Taegon (1821-1846). El motivo del encuentro es la ceremonia en la que esta tarde se bendecirá una estatua de mármol de este gran evangelizador, que será instalada en un nicho en el exterior de la Basílica de San Pedro.

La idea, apoyada y promovida por la Conferencia Episcopal Coreana, representa la conclusión de las celebraciones llevadas a cabo en Corea del Sur con motivo del bicentenario de su nacimiento y ve peregrinar a Roma a una nutrida delegación de más de 300 católicos coreanos. Con ellos está presente también el secretario presidencial para las relaciones con la sociedad civil, Kang Seung-kyoo, enviado especial del presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol. De casi 4 metros de altura y unas 6 toneladas de peso, la estatua fue realizada en mármol de Carrara por el escultor coreano Han Jin-Sub, y muestra a San Andrés Kim con los brazos extendidos, ataviado con ropas tradicionales coreanas.

Al recibir a los peregrinos -acompañados por el cardenal coreano Lazarus You Heung-sik, antiguo obispo de Daejeon y ahora Prefecto del Dicasterio para el Clero, y monseñor Mathias Ri Iong-hoon, Presidente de la Conferencia Episcopal Coreana-, Francisco recordó su paso en 2014 por el santuario de Solmoe, cerca de la casa donde nació y pasó su infancia san Andrés Kim. "Allí recé en silencio, de manera especial por Corea y por los jóvenes", relató.

"Su figura -añadió- nos invita a descubrir la vocación confiada a la Iglesia coreana, a todos ustedes: están llamados a una fe joven, a una fe ardiente que, animada por el amor a Dios y al prójimo, se convierte en don. En este sentido, con la profecía del martirio, la Iglesia coreana nos recuerda que no podemos seguir a Jesús sin abrazar su cruz, y que no podemos proclamarnos cristianos sin estar dispuestos a seguir el camino del amor hasta el final".

San Andrés "se dedicó al anuncio de Jesús con nobleza de espíritu, sin acobardarse ante el peligro y a pesar de muchos sufrimientos: baste pensar que su abuelo y su padre también fueron martirizados y su madre se vio obligada a vivir como mendiga. Mirándolo, ¿cómo no sentirnos exhortados a cultivar en nuestro corazón el celo apostólico, a ser signo de una Iglesia que sale de sí misma para sembrar con alegría la semilla del Evangelio, también a través de una vida gastada por los demás, en la paz y en el amor?". Una tarea no sólo para los sacerdotes coreanos: "Es importante ampliar el espacio de colaboración pastoral, para realizar juntos el anuncio del Evangelio; sacerdotes, religiosos y religiosas, y todos los laicos: juntos, sin cerrazones".

De Andrew Kim -que en Macao tuvo que ser testigo de los horrores de la guerra del opio- el Papa invitó también a redescubrir la vocación de los coreanos a ser "apóstoles de la paz": "es el estímulo para convertirse en compañeros de camino y testigos de la reconciliación -comentó-, es el testimonio creíble de que el futuro no se construye con la fuerza violenta de las armas, sino con la suave de la cercanía. Confiamos a san Andrés Kim el sueño de la paz de la península coreana, que está siempre en mi pensamiento y en mis oraciones".

Por último, el Pontífice indicó el horizonte de la Jornada Mundial de la Juventud 2027, que como se anunció el mes pasado se celebrará en Seúl. "Quisiera confiar a la Iglesia coreana precisamente a los jóvenes -dijo-. A pesar de su maravillosa historia de fe y de la gran labor pastoral que llevan a cabo con entusiasmo, muchos jóvenes, incluso en su país, se dejan seducir por los falsos mitos de la eficiencia y el consumismo, y fascinados por la ilusión del hedonismo. Pero el corazón de los jóvenes busca otra cosa, está hecho para horizontes mucho más amplios: ocúpense de ellos, búsquenlos, acérquense, escúchenlos, anúncienles la belleza del Evangelio para que, interiormente libres, se conviertan en testigos gozosos de la verdad y de la fraternidad".

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