04/11/2022, 11.21
BARÉIN - VATICANO
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El Papa en Baréin: libertad religiosa, educación y acciones concretas contra la violencia

En su discurso ante el Foro de Diálogo con otros líderes religiosos, el Papa invitó a dar forma concreta a la fraternidad: "En el jardín de la humanidad, en lugar de cuidarlo en su totalidad, se juega con fuego, con misiles y bombas. La religión no debe ser coacción, sino libertad, que es abrirse al bien para el que fuimos creados".

Awali (AsiaNews) - No basta con decir que una religión es pacífica: hay que actuar en consecuencia. No basta con afirmar la libertad religiosa: es necesario superar realmente toda constricción en materia de fe y trabajar para que incluso la educación no se convierta en un adoctrinamiento autorreferencial, sino en una forma de abrir realmente un espacio a los demás. El mensaje del Papa Francisco de esta mañana se centró en las consecuencias concretas de la fraternidad. En Baréin, se dirigió a los demás líderes religiosos y personalidades presentes en el "Foro para el Diálogo: Oriente y Occidente para la Convivencia Humana", el evento sobre el diálogo que es la ocasión del actual viaje apostólico.

En la plaza Al-Fida' del palacio real de Awali, junto al soberano Hamad bin Isa Al Khalifa, estaban presentes exponentes de diferentes confesiones religiosas convocados en el país del Golfo para esta ocasión: entre ellos el imán de al Azhar, Ahmed al Tayyeb, y el patriarca de Constantinopla Bartolomé, a quien Francisco saludó con afecto. "Oriente y Occidente se parecen cada vez más a dos mares opuestos", dijo el Pontífice, comentando el tema del encuentro, "nosotros, en cambio, estamos aquí juntos porque pretendemos navegar en el mismo mar, eligiendo la ruta del encuentro y no la del enfrentamiento".

Una tarea que es más urgente que nunca en el mundo actual, marcado por los conflictos: aún desde Awali, Francisco no dejó de alzar la voz para pedir el fin de la guerra en Ucrania. "Mientras la mayoría de la población mundial se encuentra unida por las mismas dificultades, aquejada por graves crisis alimentarias, ecológicas y pandémicas, así como por una injusticia planetaria cada vez más escandalosa", dijo, "unos pocos poderosos se concentran en una lucha decidida por intereses partidistas, exhumando un lenguaje obsoleto, redefiniendo zonas de influencia y bloques opuestos". Lo calificó como "un escenario dramáticamente infantil: en el jardín de la humanidad, en lugar de cuidarlo en su totalidad, se juega con fuego, con misiles y bombas, con armas que causan llanto y muerte, cubriendo de cenizas y odio nuestra casa común".

Por lo tanto, es necesario que los creyentes de todas las religiones respondan siguiendo el camino de la fraternidad. Una senda que ya fue indicada en 2019 en la Declaración firmada en Abu Dhabi con al Tayyeb y que ha sido recordada por la misma Declaración del Reino de Bahrein debatida durante el encuentro de estos días. Pero para que no se queden en meras palabras, Francisco señaló hoy tres desafíos concretos: la oración, la educación y la acción.

En primer lugar, la dimensión de la oración: "la apertura del corazón al Altísimo -explicó- es fundamental para purificarnos del egoísmo, la cerrazón, la autorreferencialidad, la falsedad y la injusticia". Quien reza, recibe la paz en su corazón y no puede sino convertirse en testigo y mensajero de ella". Pero para ello se necesita una premisa indispensable: la libertad religiosa. "No basta con conceder permisos y reconocer la libertad de culto, -subraya el Papa- sino que hay que conseguir una verdadera libertad religiosa. Y no sólo cada sociedad, sino cada credo está llamado a verificar esto. Está llamado a preguntarse si constriñe desde el exterior o libera por dentro a las criaturas de Dios; si ayuda al hombre a rechazar la rigidez, la cerrazón y la violencia; si acrecienta en los creyentes la verdadera libertad, que no es hacer lo que a uno le plazca, sino disponerse al propósito de bien para el que fuimos creados".

Un segundo desafío que señaló el Pontífice es la educación, alternativa a la ignorancia que es enemiga de la paz. Pero debe ser una educación verdaderamente "digna del hombre, ser dinámica y relacional: por tanto, no rígida y monolítica, sino abierta a los desafíos y sensible a los cambios culturales; no autorreferencial y aislante, sino atenta a la historia y a la cultura de los demás; no estática, sino indagadora, para abarcar aspectos diferentes y esenciales de la única humanidad a la que pertenecemos". Debe enseñar a "entrar en el corazón de los problemas sin presumir de tener la solución y a resolver problemas complejos de forma sencilla, pero con la disposición de habitar la crisis sin ceder a la lógica del conflicto". Una educación que haga crecer la capacidad "de cuestionarse, de entrar en crisis y de saber dialogar con paciencia, respeto y espíritu de escucha; de aprender la historia y la cultura de los demás". Porque no basta con decir que somos tolerantes, sino que hay que dar espacio al otro, darle derechos y oportunidades".

La educación para Francisco conlleva también tres urgencias: en primer lugar, "el reconocimiento de las mujeres en la esfera pública". En segundo lugar, la protección de los derechos fundamentales de los niños: "Eduquémonos -exhortó el Papa- a mirar las crisis, los problemas, las guerras, con los ojos de los niños: esto no es bondad ingenua, sino sabiduría clarividente, porque sólo pensando en ellos el progreso se reflejará en la inocencia en lugar del lucro, y contribuirá a construir un futuro a escala humana". Y luego la educación para la ciudadanía, renunciando "al uso discriminatorio del término minoría, que lleva consigo el germen del sentimiento de aislamiento e inferioridad".

Por último, la fraternidad llama a la acción, para traducir en gestos coherentes el "no a la blasfemia de la guerra y al uso de la violencia". "No basta con decir que una religión es pacífica", especificó Francisco, "es necesario condenar y aislar a los violentos que abusan de su nombre". El hombre religioso, el hombre de la paz, también se opone a la carrera armamentística, al negocio de la guerra, al mercado de la muerte. No favorece alianzas contra nadie, sino caminos de encuentro con todos: sin ceder a relativismos o sincretismos de ningún tipo, persigue un solo camino: el de la fraternidad, el del diálogo, el de la paz".

"El Creador -concluyó Francisco- nos invita a actuar, especialmente en favor de demasiadas criaturas suyas que todavía no encuentran suficiente espacio en las agendas de los poderosos: los pobres, los niños por nacer, los ancianos, los enfermos, los migrantes... Si nosotros, que creemos en el Dios de la misericordia, no escuchamos a los que sufren y damos voz a los que no la tienen, ¿quién lo hará? Estemos de su lado, trabajemos para socorrer al ser humano herido y probado. Al hacerlo, atraeremos sobre el mundo la bendición del Altísimo".

 

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