12/12/2016, 14.21
VATICANO - PAZ
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El Papa publica el Mensaje por la Paz 2017: La no violencia, estilo de una política para la paz

En el Mensaje por la 50ma Jornada mundial de la paz, el Papa Francisco afirma que la no-violencia es la opción más razonable; la violencia, en cambio, es ilusoria. El Evangelio de amar a los enemigos es la “la magna charta de la no violencia cristiana”. Los testimonios de la Madre Teresa, Gandhi, Martin Luther King y Juan Pablo II. “Ninguna religión es terrorista”. “Las políticas de no violencia deben comenzar dentro de los muros de casa para después extenderse a toda la familia humana”. Las ocho bienaventuranzas, manual de no-violencia para los líderes políticos y religiosos, empresarios dirigentes y medios. El nuevo Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, abierto a la colaboración de todos.  

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Frente a un mundo que se presencia como “una terrible guerra mundial por partes” (n. 2), ´la única respuesta para construir la paz es la práctica de la no-violencia como “el estilo  característico de nuestras decisiones, de nuestras relaciones, de nuestras acciones, de la política en todas sus formas” (n. 1), abrazando la educación en la familia llegando hasta un “un llamamiento a favor del desarme, así como de la prohibición y de la abolición de las armas nucleares” (n. 5).

Es esta la propuesta del Papa Francisco en su Mensaje por la Jornada mundial de la Paz, que se celebra el 1ero de enero, y que en el 2017 cumple su 50mo año. Firmado el 8 de diciembre pasado, en la fiesta de la Inmaculada Concepción, para pedir “a la Virgen que sea ella quien nos guíe” (n.7), el Mensaje tiene como tema “La no violencia. Estilo de una política para la paz”.

Citando a Pablo VI y el primer Mensaje por la Paz de 1968, Francisco pone en guardia en relación al “peligro de creer que las controversias internacionales no se pueden resolver por los caminos de la razón, es decir de las negociaciones fundadas en el derecho, la justicia, la equidad, sino sólo por los de las fuerzas espantosas y mortíferas” (n. 1).

 

Una opción razonable

La no-violencia es, por ende, la elección más razonable; la violencia, en cambio, es ilusoria: “La violencia, ¿permite alcanzar objetivos de valor duradero? Todo lo que obtiene, ¿no se reduce a desencadenar represalias y espirales de conflicto letales que benefician sólo a algunos «señores de la guerra»? La violencia no es la solución para nuestro mundo fragmentado. Responder con violencia a la violencia lleva, en el mejor de los casos, a la emigración forzada y a un enorme sufrimiento, ya que las grandes cantidades de recursos que se destinan a fines militares son sustraídas de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las familias en dificultad, de los ancianos, de los enfermos, de la gran mayoría de los habitantes del mundo. En el peor de los casos, lleva a la muerte física y espiritual de muchos, si no es de todos” (n. 2).

 

Amar a los enemigos, la charta magna de la no violencia

Tomada en positivo, la no violencia es la “vía trazada” por Jesucristo, que predicó “incansablemente el amor incondicional de Dios que acoge y perdona, y enseñó a sus discípulos a amar a los enemigos (cf. Mt 5,44) y a poner la otra mejilla (cf. Mt 5,39)” (n. 3)

Precisamente, el evangelio del amad a vuestros enemigos (cf. Lc 6,27) es considerado como «la charta magna de la no violencia cristiana». Como confirmación de esto, el Papa Francisco cita una intervención de Benedicto XVI del 18 de febrero de 2007, en la cual él afirmaba que la no violencia  «es realista, porque tiene en cuenta que en el mundo hay demasiada violencia, demasiada injusticia y, por tanto, sólo se puede superar esta situación contraponiendo un plus de amor, un plus de bondad. Este “plus” viene de Dios»”. Y añadía: “«para los cristianos la no violencia no es un mero comportamiento táctico, sino más bien un modo de ser de la persona, la actitud de quien está tan convencido del amor de Dios y de su poder, que no tiene miedo de afrontar el mal únicamente con las armas del amor y de la verdad. El amor a los enemigos constituye el núcleo de la “revolución cristiana”».” (n. 3).

 

Los frutos de la no violencia

La no violencia no es “rendición, desinterés y pasividad”. Por el contrario, produce “resultados impresionantes” (n. 4). Para demostrar esto, Francisco cita ante todo a la Madre Teresa, “un ícono de nuestros tiempos” para los constructores de la paz. Él cita el discurso que la Madre pronunció en 1979 al recibir el Premio Nobel por la Paz: “«En nuestras familias no tenemos necesidad de bombas y armas, de destruir para traer la paz, sino de vivir unidos, amándonos unos a otros [...]. Y entonces seremos capaces de superar todo el mal que hay en el mundo»”. Y cita la homilía que él mismo pronunciara en la canonización ocurrida el 4 de septiembre pasado, en la cual elogiaba su disponibilidad: “la acogida y la defensa de la vida humana, tanto de la no nacida como de la abandonada y descartada. [...] Se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes —¡ante los crímenes!— de la pobreza creada por ellos mismos»”.

El Papa recuerda asimismo, “los éxitos obtenidos por Mahatma Gandhi y Khan Abdul Ghaffar Khan en la liberación de la India, y de Martin Luther King Jr. contra la discriminación racial”;  el compromiso de “Leymah Gbowee y miles de mujeres liberianas, que han organizado encuentros de oración y protesta no violenta (pray-ins), obteniendo negociaciones de alto nivel para la conclusión de la segunda guerra civil en Liberia.” (n. 4);  “la caída de los regímenes comunistas en Europa” a la cual dieron una gran contribución “las comunidades cristianas… con su oración insistente y su acción valiente”.

“Una influencia especial – agrega -  han ejercido el ministerio y el magisterio de san Juan Pablo II. En la encíclica Centesimus annus (1991), mi predecesor, reflexionando sobre los sucesos de 1989, puso en evidencia que un cambio crucial en la vida de los pueblos, de las naciones y de los Estados se realiza «a través de una lucha pacífica, que emplea solamente las armas de la verdad y de la justicia»” (n. 4).

En su compromiso “en el desarrollo de estrategias no violentas para la promoción de la paz en muchos países, implicando incluso a los actores más violentos en un mayor esfuerzo para construir una paz justa y duradera”, la Iglesia católica no está sola, sino que está junto a “muchas tradiciones religiosas, para las que «la compasión y la no violencia son esenciales e indican el camino de la vida»” (n. 4). Y aquí el recuerda que “«Ninguna religión es terrorista». La violencia es una profanación del nombre de Dios. No nos cansemos nunca de repetirlo: «Nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia. Sólo la paz es santa. Sólo la paz es santa, ¡no la guerra!»” (n. 4).

 

La familia y la política

Jesucristo ha enseñado que “el verdadero campo de batalla, en el que se enfrentan la violencia y la paz, es el corazón humano” (n. 2). Po esto, el Papa Francisco habla de la familia como el lugar originario del cual partir para educar en la no violencia: “La familia es el espacio indispensable en el que los cónyuges, padres e hijos, hermanos y hermanas aprenden a comunicarse y a cuidarse unos a otros de modo desinteresado, y donde los desacuerdos o incluso los conflictos deben ser superados no con la fuerza, sino con el diálogo, el respeto, la búsqueda del bien del otro, la misericordia y el perdón. Desde el seno de la familia, la alegría se propaga al mundo y se irradia a toda la sociedad” (n. 5).  Por eso, el pontífice pone en el mismo plano “un llamamiento a favor del desarme, como también de la prohibición y abolición de las armas nucleares”, junto al pedido de que “se detenga la violencia doméstica y los abusos a mujeres y niños”, con la certeza de que “las políticas de no violencia deben comenzar dentro de los muros de casa para después extenderse a toda la familia humana”.

 

Las bienaventuranzas, una inspiración para la política

La “estrategia para la construcción de la paz” también tiene un “manual”: las ocho bienaventuranzas. Francisco propone “un programa y un desafío para los líderes políticos y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los dirigentes de las empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo: aplicar las bienaventuranzas en el desempeño de sus propias responsabilidades” (n. 6). Esto significa: “dar pruebas de misericordia, rechazando descartar a las personas, dañar el ambiente y querer vencer a cualquier costo. Esto exige estar dispuestos a «aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso». Trabajar de este modo significa elegir la solidaridad como estilo para realizar la historia y construir la amistad social” (n. 6).

El Papa asegura que “La Iglesia Católica acompañará toda tentativa de construcción de la paz, también, con la no violencia activa y creativa. El 1 de enero de 2017 comenzará su andadura el nuevo Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que ayudará a la Iglesia a promover, con creciente eficacia, «los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección de la creación» y de la solicitud hacia los emigrantes, «los necesitados, los enfermos y los excluidos, los marginados y las víctimas de los conflictos armados y de las catástrofes naturales, los encarcelados, los desempleados y las víctimas de cualquier forma de esclavitud y de tortura» (n. 6)

“En el 2017 –concluye- comprometámonos con nuestra oración y acción a ser personas que aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común. «Nada es imposible si nos dirigimos a Dios con nuestra oración. Todos podemos ser artesanos de la paz»” (n. 7).

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