01/07/2017, 14.55
INDIA - EEUU
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El abrazo entre Modi Y Trump, para frenar la expansión de China

de Luca Galantini

La amistad se convirtió en una alianza militar, a pesar de la competencia económica. El temor del eje Pakistán-China y el desarrollo de la Nueva Ruta de la Seda. Washington venderá armas a Delhi y los EEUU producirán los F-16 en la India.

Milán (AsiaNesws)-  El primer encuentro en la Casa Blanca entre el presidente de los EEUU, Donald Trump y el Premier indio, Narendra Modi se desarrolló entre afectuosos abrazos y apretones de mano.

La imagen mediática de los medios de amigable clima de colaboración entre los líderes de la primera potencia mundial y de la mayor democracia de Asia no debe conducir a engaños: así como los dos Estados tienen bastantes puntos de contacto, otro tanto ocurre con los temas en los que los EEUU y la India hasta el día de hoy no están de acuerdo, a partir de sus respectivas políticas económicas, con una fuerte competencia en lo que respecta a la explotación del know how de alta tecnología, al cual están ligados las visas de inmigración para los trabajadores especializados indios en la Sillicon Valley; en materia de barreras fiscales proteccionistas que hacen inclinar la balanza comercial de la importación-exportación a favor de la  India; en relación a los acuerdos sobre el clima de París del cual los EEUU tiene intenciones de separarse.

Sin embargo, en lo que respecta a las cuestiones centrales de la política económica, en el curso de la reunión cumbre entre Trump y Modi se llegó a un acuerdo muy detallado en materia de cooperación militar y de política exterior de defensa.

EEUU y la India tienen intereses en común en Asia central y en el Lejano Oriente, es decir, contener y limitar la creciente influencia de la República popular china, que a través del estratégico programa de inversiones económicas financieras OBOR (One belt, One road), también conocido como la Nueva Ruta de la Seda), se ha propuesto como candidata para asumir el liderazgo estratégico en el continente asiático, con una proyección a escala internacional.

Los resultados de los acuerdos estipulados por los dos líderes se orientan justamente a un reforzamiento de una cooperación a nivel político-militar que apunte a aislar a China y a sus potenciales aliados dentro del programa OBOR, ante todo a Pakistán.

El reforzamiento de las capacidades militares y de defensa de la India fue el objeto de los principales acuerdos tratados en la mesa de negociaciones por parte de las dos administraciones.

India tiene diversas y concretas razones para temer la capacidad expansiva china: entre los proyectos iniciados dentro de la Silk Road figura el corredor económico entre China y Pakistán (CPEC) que conectará a los dos países, asegurando a China un acceso directo al mar Arábigo a través del puerto de Gwadar, que es al mismo tiempo una base naval paquistaní. India teme que el acuerdo entre China y Pakistán permita la instalación de estaciones de control permanentes que puedan monitorear las actividades de la marina india, siguiendo el surco trazado por Beijing en el sentido de tener el monopolio del control de las vías de comunicación marítimas y de frenar la influencia india en el Pacífico.

De todos modos, Delhi ya manifestó que se opone al tránsito del corredor de transporte sino-paquistaní por el territorio de Cachemira, desde hace decenios objeto de ásperas disputas militares entre el gobierno indio y paquistaní, cuyas relaciones ahora se ha exacerbado ulteriormente.

Por su parte, el presidente Trump aseguró el apoyo de los EEUU a la India en la lucha contra las infiltraciones terroristas islámicas provenientes de Pakistán, país que mira siempre con mayor atención a China como socio privilegiado y que desde siempre tiene una ambigua relación con las organizaciones terroristas de inspiración islámica.

También se concluyó un acuerdo para la venta a la Fuerzas Armadas indias de 20 drones de vigilancia militar para el control de la navegación marítima, por un importe de 2 millardos de dólares: obsérvese que India es el primer y único país que no es miembro de la OTAN en obtener la venta de estos instrumentos militares ultra-tecnológicos.

Además, la Administración de los EEUU apunta a obtener la licitación para la producción,  en la India,  de los potentes y aún actualizados cazas F-16 para armar a la aviación militar india, mientras que el Pentágono autorizó la venta del gigantesco vehículo de transporte militar Boeing C-17 a Delhi.

Es más, antes de terminar el verano se emprenderá una de las más importantes maniobras de entrenamiento militar naval en el Océano Índico, en la cual participarán conjuntamente las marinas de los EEUU, de la India y de Japón, el principal aliado de Washington en el Lejano Oriente.

El Premier indio Modi agradeció  especialmente al presidente Trump por el compromiso común en el reforzamiento de la capacidad militar y de la seguridad india, subrayando que el objetivo estratégico en común es garantizar el equilibrio y la paz de las estructuras políticas de la región indo-pacífica.

No ha de maravillarnos que en este panorama de cooperación militar, durante el encuentro con el Premier Modi, el presidente Trump haya tenido palabras de durísima condena del régimen norcoreano de Kim Jong-un, marcando una ulterior escalada en las ya de por sí muy tensas relaciones entre ambos países: “El régimen norcoreano es la fuente de enormes problemas y es algo de los cual será necesario ocuparse y probablemente habrá que ocuparse de esto rápidamente”.

No escapó a los analistas que este mensaje en realidad iba dirigido a China, que actualmente es el único y último “patrón” del gobierno dictatorial de Pyongyang: si bien Beijing aparece como el convidado de piedra de este temible juego de ajedrez por la supremacía en Asia, ha de aclararse que está buscando, con el acuerdo de Rusia,  preparar un road-map con el objetivo de desnuclearizar la península coreana e iniciar un diálogo político-diplomático sin pre-condiciones entre los dos Estados coreanos, induciendo a la revoltosa Corea del Norte a consejos más suaves.

La cuestión norcoreana, por lo tanto sigue siendo un elemento de fuerte inestabilidad y de peligro en el cuadrante del Lejano Oriente, con fuertes repercusiones también en actitudes diplomáticas de los acuerdos militares EEUU-India: no ha de olvidarse que, de hecho, China juega un rol decisivo en los equilibrios locales y sustancialmente globales de Asia,  y que en este partido son cada vez más los global players involucrados, desde los EEUU a la India e incluyendo a los mismos países árabes.   

 

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