El patrimonio cultural de Uzbekistán
Un país en el que el 65 % de la población está formada por jóvenes menores de 30 años considera la valorización de su patrimonio cultural como un recurso también para la economía. Promoviendo grandes proyectos como la Bienal de Bujará y el nuevo Museo Estatal de Arte de Taskent, diseñado por el arquitecto japonés Tadao Ando.
Taskent (AsiaNews) - Tras el foro internacional de inversores, se celebró en Taskent una conferencia sobre la formación de los jóvenes con el objetivo de «preservar el patrimonio cultural para el futuro», organizada por el Fondo para el Desarrollo de la Cultura y el Arte de Uzbekistán. La presidenta Gajane Umerova explicó que «invertir en cultura significa invertir en el futuro», y la directora del Centro de Arte Contemporáneo de la capital, Sara Raza, también sostiene que «la cultura puede ser un gran impulso para la economía de nuestro país».
Como explicó Umerova, Uzbekistán está colaborando activamente para fortalecer las relaciones con sus socios internacionales en el ámbito de la cultura, prestando especial atención «a la protección y el desarrollo de su propio código cultural». La rica historia y tradición del país debe «invertirse en el futuro», insiste la presidenta, sobre todo en el contexto demográfico uzbeko, donde el 65 % de la población está formada por jóvenes menores de 30 años. Por eso «debemos pensar en iniciativas locales y globales» como la Bienal de Bujará, que se celebrará del 5 de septiembre al 20 de noviembre de este año, organizada por la directora Diana Campbell, y que está atrayendo a mucha gente a la antigua ciudad como «un nuevo centro cultural para toda la región».
Un importante punto de referencia es precisamente el Centro de Arte Contemporáneo, creado con el apoyo del Estado, que «nunca había realizado inversiones tan significativas en este campo», asegura Umerova, agradeciendo al presidente Šavkat Mirziyoyev que «cree en los jóvenes y en el desarrollo de su potencial». Se presta especial atención al turismo cultural, que no debe ser solo «una forma de marcar otro país en la lista de los visitados». Para despertar el deseo de volver a Uzbekistán, es necesario «crear una infraestructura cultural, una integración con los ámbitos de la cultura mundial» y organizar regularmente eventos adecuados, como la Bienal, festivales y otros similares. La cultura y el patrimonio deben ser «fuentes de inspiración» para mantener un interés constante de la comunidad internacional por el país centroasiático.
Para Gajane Umerova, «es importante educar a los jóvenes en la comprensión de los procesos globales, manteniendo un profundo respeto por su propia identidad cultural», de modo que sientan orgullo por su país y su pueblo. Un proyecto piloto es el nuevo Museo Estatal de las Artes, que se está construyendo con la participación del famoso arquitecto japonés Tadao Ando, así como otras estructuras en construcción que tratan de imitar las glorias del pasado, «como cuando se construyó el Registan hace muchos siglos», la gran plaza de Samarcanda con las solemnes madrasas del siglo XII y luego del siglo XVII, uno de los ejemplos más brillantes de la arquitectura islámica, proclamada en 2001 patrimonio de la humanidad por la Unesco.
La directora Sara Raza explicó entonces cómo el nuevo Centro de Arte Contemporáneo puede convertirse en un «catalizador» para muchos otros sectores de la cultura y la economía, desde el turismo hasta las actividades de la pequeña industria y la artesanía. Ella cuenta cómo «Taskent fue un importante cruce de caminos de la Gran Ruta de la Seda, una de las primeras formas de globalización», y en las metrópolis mundiales de hoy en día, como Londres y Nueva York, hasta Oriente Medio y el Cáucaso, se hace evidente que «el comercio sigue a la cultura». Por ejemplo, la «gentrificación», la recuperación de los barrios históricos y populares de las ciudades por parte de la clase emergente, comienza cuando los artistas empiezan a instalarse en estas zonas, y luego se abren bares y restaurantes, y se reúnen nuevos grupos de personas, creando nuevas corrientes culturales y nuevas formas de convivencia social que impulsan la vida de toda la sociedad, como muestra el ejemplo del museo Guggenheim de Bilbao, en el que «una pequeña ciudad pesquera se ha transformado por completo y hoy recibe más visitantes que la sucursal de Nueva York».
Realidades como el Museo de Arte Contemporáneo también sirven para crear nuevos puestos de trabajo, con los talleres de los artistas, la demanda de asistentes, las producciones artesanales, las galerías y las numerosas infraestructuras relacionadas, como recuerda La Raza. Por ello, Uzbekistán pretende apostar por la «influencia recíproca de los centros culturales a nivel mundial», para transformar también Asia Central, de periferia perdida a centro de interés mundial.
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