El presente y el futuro de Moscú según los rusos en el extranjero
Politólogos, filósofos, analistas y representantes de diversas asociaciones se reúnen en la conferencia anual del Centro Sájarov celebrada en Berlín. Lo que se desprende es el panorama de una sociedad dividida entre los Z-Patrioty, los «turbo-partidarios» de la operación especial en Ucrania, y los Uklonisty, los «rebeldes» que no quieren expresar abiertamente sus opiniones sobre la guerra.
Moscú (AsiaNews) - Se celebró en Berlín la conferencia anual del Centro Sájarov sobre el tema «El país y el mundo: la realidad de Rusia en 2025», con la participación de importantes politólogos, filósofos, analistas y representantes de diversas asociaciones de rusos en el extranjero. Las ponencias versaron sobre el análisis del año que termina, pero sobre todo sobre las perspectivas de futuro, un intercambio de opiniones que hoy en día es imposible en Rusia, según resume Andrej Kalitin en Novaja Gazeta.
El politólogo Nikolái Petrov, columnista de The Moscow Times que actualmente vive en Berlín, afirma que «hay dos puntos de vista irreconciliables sobre el problema de la represión», uno que considera que ahora son los órganos de las fuerzas del orden los que actúan de forma independiente con cada vez mayor intensidad, y otro que afirma que todo está en manos del Kremlin, que modera las acciones de fuerza según le conviene. No hay duda de que en la Rusia actual la represión es «el principal instrumento de administración de la política», y esto no solo afecta a los disidentes, sino también a las numerosas detenciones por corrupción en el sector de la defensa, que parecen más bien «mecanismos reguladores» de la nomenclatura en Rusia.
El director del centro analítico Re: Russia de Viena, Kirill Rogov, reflexiona sobre la línea divisoria dentro de la sociedad rusa, que ve enfrentados, por un lado, a los Z-Patrioty, los «turbo-partidarios» de la operación especial en Ucrania, y, por otro, a los Uklonisty, los «renuentes» que no quieren expresar abiertamente sus opiniones sobre la guerra, adoptando la «política del avestruz». Por ello, con la continuación de las acciones militares, el régimen de Putin también ha intensificado la guerra ideológica dentro de la sociedad rusa, para reforzar el espíritu patriótico, elevando a los «héroes de la Svo» como nueva élite y asignándoles puestos directivos, colocándolos también en primera fila en las listas electorales y en las administraciones regionales.
Las encuestas confirman que la mayoría de la población tiene expectativas muy diferentes de los sueños de grandeza de Putin, ya que desea finalmente la paz y la posibilidad de comunicarse libremente también fuera de Rusia. Para Rogov, esto supone «un gran potencial de cambio dentro del país, ya presente en la sociedad». A esto se suma la conocida publicista Ekaterina Šulman, según la cual «con la guerra se temía una catástrofe también dentro de Rusia, mientras que se están abriendo muchas nuevas oportunidades, aunque se ven frustradas por el estancamiento económico del último año», e incluso se está acabando el dinero para los contratos de los voluntarios para la guerra. Las élites burocráticas quieren volver a tiempos de paz, pero sin sufrir las consecuencias de estos años de guerra.
También intervino el filólogo Aleksandr Baunov, señalando «la gran fragilidad de cualquier negociación, debido a la desconfianza mutua y a la sensación por parte de Moscú de escasa legitimidad incluso dentro del país, lo que empuja al Kremlin a continuas acciones de fuerza». La nueva arquitectura del mundo será, en cualquier caso, muy inestable, ya que Ucrania tendrá que vivir en un «mundo obligatoriamente reducido» y Rusia seguirá tratando de expandirse, manteniendo siempre a Ucrania bajo su esfera de influencia. La pregunta crucial de Baunov es «¿cómo reaccionará Occidente en su conjunto? Nadie sabe cómo saciar a Rusia, ni siquiera el igualmente voraz Trump...». Según el filósofo político Aleksandr Morozov, hay varias opciones para poner fin a los enfrentamientos armados, la de Trump y la de Zelenskyj, pero también hay una opción «estriosófica» que prevé o bien la desaparición total de Ucrania, o bien, por el contrario, la desintegración de Rusia, aunque solo sea a nivel intelectual.
La actual «donbassización» de Rusia, como Morozov define la situación en la que se encuentra atrapado el frente de guerra, obliga al menos a 30 millones de personas, además de a los soldados en el frente, a trabajar al servicio del sector militar, desde los bancos hasta las empresas constructoras, pasando por las parroquias de la Iglesia ortodoxa. «La ideología está invadiendo todos los ámbitos de la vida personal y social», dejando profundas huellas en la biografía y la psicología de las personas. Los intelectuales han abandonado en gran parte Rusia, y los que se han quedado se encierran en sus casas de campo, «traduciendo textos del griego antiguo». El país deberá renacer desde la cultura, afirman los participantes en la conferencia, porque «cuando termine la guerra se necesitará a alguien en grado de pensar, no solo de disparar».
21/05/2021 10:25
