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RUSIA
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El testamento de Ljudmila Alekseeva, apóstol de los derechos humanos

de Vladimir Rozanskij

Murió el 8 de diciembre pasado. Guió el ‘Grupo de Helsinki’ y en los años ’60 inició el movimiento del disenso ruso. Su funeral se celebrará hoy. Quizás esté presente Putin. En su testamento, ella invita a no perder jamás la esperanza, aún cuando el desafío parezca una causa perdida.

Moscú (AsiaNews) – El 8 de diciembre pasado, en Moscú, desapareció de este mundo Ljudmila Alekseeva, a los 91 años de edad. Ella era miembro del Consejo para el desarrollo de la sociedad civil y los derechos humanos, dependiente directamente del Presidente de Rusia. La mujer fue la última gran representante de la generación de los disidentes “humanitarios” que desde los años ’60 del siglo pasado se dedicó a la causa de la defensa de los derechos humanos aceptados por la Declaración de Helsinki, la cual fue firmada por la Unión Soviética en 1975.  

En aquellos años difíciles, Alekseeva guió la sección moscovita del “Grupo de Helsinki”, al cual pertenecía la generación de los llamados  pravozascitniki, los “defensores de derechos”. El actual responsable del Consejo de derechos humanos, Mikhail Fedotov, ha declarado que “decir que la extrañaremos es lo mismo que nada; es una terrible pérdida para todo el movimiento humanitario ruso”. Fedotov informó a la agencia Interfax que Alekseeva falleció en la clínica metropolitana Nro. 15, “en la habitación que tanto amaba”, porque, como ella misma afirmaba “allí trabajan hombre santos” y ellos también la querían mucho”. Ella estuvo hospitalizada más de una vez en aquella clínica, donde los médicos le salvaron la vida cuando sus condiciones eran sumamente difíciles.  

Las exequias de Ljudmila Alekseeva tendrán lugar hoy, 11 de diciembre, con un despliegue especial de medidas de seguridad. No se excluye la presencia del presidente Vladimir Putin, quien ha mostrado un enorme respeto por la “madre de los derechos”; todos los ciudadanos que tengan intenciones de participar deberán someterse a un procedimiento especial de acreditación. En la noche de hoy, el presidente Putin reunirá al Consejo de derechos humanos -que acaba de ser rebautizado- convocando a todos sus miembros.

Ljudmila Alekseeva era profesora de Historia y trabajó en el liceo de artesanos de Moscú. Fue redactora y editora de artículos sobre arqueología y etnología en una prestigiosa revista científica y también fue incorporada como miembro de la Academia de Ciencias de la URSS. No vaciló en exponerse al llegar el año 1966, en los albores del samizdat ruso, uniéndose a las protestas públicas por el arresto y procesamiento de los escritores Andrej Sinjavskij y Julij Daniel’, evento que marcó el inicio del movimiento ruso disidente. Fue una de las primeras en organizar una red de ayuda y sostén para los prisioneros políticos y sus familias, y participó en la publicación del primer boletín clandestino de las Crónica de los acontecimientos actuales, la voz de los disidentes perseguidos por el régimen soviético.  

En 1974 fue acusada de “actividad antisoviética” y en febrero de 1977 fue obligada a emigrar a los Estados Unidos. Regresó a Rusia en 1993, un año antes que Aleksandr Solženicyn, y de inmediato reanudó las actividades del “Grupo de Helsinki”, en defensa de los derechos humanos. Desde 2002 se la convocó a participar del Consejo presidencial de derechos humanos, del cual se retiró en el año 2012 por motivos de enfermedad. Fue reintegrada al Cosejo pocos días antes de su muerte. Por su labor, Alekseeva recibió el premio francés de la Legión de Honor, el premio “Andrej Sacharov”, una orden especial de la República de Alemania así como otros reconocimientos.  

El 9 de diciembre se inauguró la conferencia anual del Grupo de Helsinki, al cual Alekseeva envió un texto que fue escrito por ella misma en el hospital, en los últimos días antes de su muerte, y el cual constituye su testamento ideal. A continuación, transcribimos algunos pasajes:

“Queridos amigos, lamento que la salud me impida celebrar con ustedes los 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En todas estas décadas nos hemos dedicado con todas nuestras fuerzas y capacidades, en la mayor medida de lo posible, a hacer que esta declaración se cumpliera realmente en su contenido, que se volviese parte de la cultura y de la política, que fuese defendida por leyes e instituciones, y que creciese en nuestra vida cotidiana. (...)  En el mundo, hay cada vez más personas viviendo en condiciones de libertad y democracia, hasta ahora hemos logrado evitar una nueva guerra global... y sin embargo, las nuevas generaciones se dirigen con un cinismo e indiferencia cada vez mayores a este frágil sistema de valores e instituciones que hemos tratado de crear. El crecimiento del populismo político y del nacionalismo, con la gran crisis migratoria como trasfondo, los conflictos asentados en una base religiosa, el surgimiento de nuevos gobierno autoritarios… ponen en riesgo todas nuestras importantes pero al mismo tiempo frágiles conquistas del pasado, y todo ello impone nuevas y fatigosas tareas sobre vuestras espaldas”.  Alekseeva concluye su último llamamiento invitando a no perder jamás la esperanza, incluso cuando el desafío parezca una causa perdida. 

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