Falsos Labubu: ahora en Pekín la falsificación también afecta a sus propios productos
El «Global Times» vuelve a publicar noticias sobre la incautación de copias piratas de los muñecos pop que se han convertido en un producto chino de moda en todo el mundo. Se utilizan las mismas técnicas que desde hace años se emplean contra las grandes marcas occidentales. Y también la empresa fabricante está estudiando contramedidas para combatir este mercado paralelo, en un contexto general que ve el crecimiento de las marcas chinas.
Milán (AsiaNews/Agencias) – Tras años de protestas de las grandes marcas de todo el mundo por las falsificaciones chinas, ahora también Pekín comienza a tener que lidiar con el problema en relación con sus creaciones originales. Así lo revelan las noticias aparecidas estos días sobre la represión de las ventas clandestinas de copias idénticas de su producto pop más famoso del momento: los Labubu, muñecos coleccionables con rostros inquietantes que en los últimos meses se han convertido en un auténtico fenómeno global.
Los Labubu falsos (irónicamente llamados Lafufu) se venden a precios de saldo y están inundando el mercado clandestino, desafiando a la marca original Pop Mart. Con el aumento de la demanda, los maestros de la falsificación han seguido el guion de siempre: han tomado un producto de moda, lo han replicado de manera impecable y lo han puesto en el mercado a un precio muy bajo, interceptando una gran parte de los beneficios. Esta vez, sin embargo, lo que se ve amenazado no es una multinacional extranjera, sino la propia propiedad intelectual china. Así, esta técnica, magistralmente perfeccionada a lo largo de los años, corre el riesgo de convertirse en una serpiente criada en el seno.
Solo en los últimos días, la policía del distrito de Xuhui, en Shanghái, ha incautado más de 5000 Labubu falsificados, según informa Global Times, el periódico en lengua inglesa que es una fiel voz de las autoridades de Pekín. Según se informa, la policía intervino tras las denuncias de algunos clientes, que desconocían haber comprado versiones no originales. Porque, además de las falsificaciones vendidas conscientemente bajo mano, también existe un mercado sumergido en el que las imitaciones se hacen pasar por auténticas.
Las investigaciones de estos días han llevado a la detención de un tal señor Wang. Oficialmente, según informan las autoridades, Wang vendía productos electrónicos, pero en realidad coordinaba la venta oculta de Labubu falsificados. Se ha identificado a otros siete miembros de la banda. Durante el interrogatorio, revelaron que habían iniciado su actividad a finales de 2024, cuando la popularidad de estos objetos de colección creció drásticamente. Para evitar ser interceptados durante el transporte, habían ideado un ingenioso sistema: enviaban por separado los juguetes y sus embalajes, para no levantar sospechas durante los controles aduaneros. Una vez llegados a su destino, los diferentes elementos se ensamblaban en un almacén de la empresa, donde se procedía al etiquetado y al embalaje final. Para desviar cualquier sospecha, los estafadores también recurrían a etiquetas antifalsificación falsas e incluso habían creado un sitio web ficticio para verificar la autenticidad.
El responsable de la cadena de suministro de Pop Mart, la empresa fabricante de Labubu, explicó que la empresa también se está esforzando por combatir este mercado paralelo. Por ejemplo, en el nuevo modelo, Front High-Energy, se ha perfeccionado el sistema de verificación de autenticidad. En la etiqueta de lavado hay un código antifalsificación que se debe introducir en la plataforma oficial, que indica si se trata de la primera verificación. Los productos auténticos también tienen una pegatina anticontrafacción y un sello de acero con el logotipo de la empresa, visible solo bajo una lámpara UV. También es posible comparar el producto comprado con las imágenes disponibles en el sitio web de la empresa. Algunos detalles, como el brillo de los ojos, se realizan con una técnica específica, aún difícil de replicar.
Mientras tanto, Pop Mart ha anunciado un aumento previsto de al menos el 350 % en los beneficios y del 200 % en los ingresos para el semestre que finalizó en junio. El coste del producto en sí no es bajo: las versiones oficiales en China se venden a un precio de entre 99 y 399 yuanes (entre 13 y 52 euros aproximadamente, nota del editor), con precios de reventa mucho más altos. Estos singulares muñecos representan una nueva generación de marcas chinas en rápido ascenso, capaces de conquistar el mercado nacional, pero también de invertir las tendencias tradicionales de comercio entre Occidente y Oriente.
Pero más allá del mercado internacional —Pop Mart ha abierto 37 tiendas solo en Estados Unidos—, la popularidad de los productos chinos también está creciendo dentro del país. Las cadenas de cafeterías chinas, como Cotti y Luckin Coffee, están ganando cada vez más popularidad y desafiando a gigantes occidentales consolidados como Starbucks. También en el sector del lujo parecen cambiar las cosas, donde marcas como Laopu Gold compiten con nombres históricos como Tiffany & Co, ofreciendo joyas de alta calidad a precios más asequibles. Entre los aspectos más importantes de estos cambios en los hábitos de consumo se encuentra la capacidad de las marcas chinas para atraer también a los segmentos más altos de consumidores, históricamente escépticos con respecto a la calidad del «Made in China».
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