01/11/2025, 14.13
MUNDO RUSO
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Guerra y Castigo de Rusia en Ucrania

de Stefano Caprio

A través de una galería de personajes el autor Mikhail Zygar recorre en su nuevo libro los últimos treinta años de la Unión Soviética y ayuda a leer el presente de Moscú a partir de la idea de que ninguna dictadura es eterna y que el futuro siempre ofrece una oportunidad para cambiar.

 

La editorial Meduza, uno de los principales referentes de la oposición rusa en el extranjero, ha anunciado la próxima publicación del nuevo libro de Mikhail Zygar, El lado oscuro de la Tierra. Historia de cómo el pueblo soviético derrotó a la Unión Soviética, dedicado a los últimos treinta años de la existencia de la URSS, desde el máximo desarrollo del imperio soviético hasta su dramático colapso a principios de los años noventa. Precisamente en estos días se conmemoran los aniversarios de las Declaraciones de Soberanía que aprobaron casi todas las repúblicas soviéticas en 1990, desde la Rusia de Yeltsin hasta las regiones urálicas de Tartaristán y Bashkortostán, que aspiraban a convertirse a su vez en Estados independientes.

Incluso antes del fin de la Unión, el imperio se había desmoronado al cabo de un quinquenio de perestroika de Mikhail Gorbachov, tan prometedor desde el punto de vista de las libertades y los derechos como ineficaz en las reformas económicas y políticas. Estos recuerdos permiten comparar la situación actual de la Rusia de Putin con las diversas fases de la historia soviética, dos periodos inextricablemente unidos entre sí, más allá de todas las evocaciones de la historia antigua de la Rus' de Kiev, de la Moscovia que aspiraba a convertirse  en la “Tercera Roma” o del imperio occidentalista de San Petersburgo, desde Pedro el Grande hasta Nicolás II.

Zygar es un periodista político, escritor y documentalista entre los más brillantes de las últimas generaciones, que nació en 1981 y presenció la decadencia del sistema soviético con ojos de niño. Fue jefe de redacción del canal de televisión Dozhd y es autor de varios libros que comentan con gran profundidad estas transiciones históricas, como Todos los hombres del Kremlin, El imperio debe morir, Todos libres y sobre todo el de título más eficaz, Guerra y Castigo, que une Guerra y Paz de Lev Tolstói con Crimen y Castigo de Fiódor Dostoievski, la reflexión sobre la guerra de Napoleón y la ilusión del superhombre Raskólnikov. El subtítulo de este libro, publicado en 2023, es Cómo Rusia destruyó Ucrania, no solo en la guerra actual, sino a lo largo de los siglos pasados.

Lo que estamos presenciando desde hace ya un cuarto de siglo es, en efecto, una reedición más bien grotesca de los treinta años de estalinismo que, en la práctica, construyeron el imperio soviético entre 1924 y 1953, tras el turbulento periodo de las revoluciones, guerras civiles, represiones y liberalizaciones de los años de Vladimir Lenin. A este le siguió el decenio del “deshielo” de Kruschev entre 1954 y 1964, que en muchos sentidos se puede comparar con la década de Gorbachov y Boris Yeltsin entre 1986, con la glásnost como consecuencia de la explosión de la central de Chernóbil, hasta la reelección de Yeltsin en 1996, tras la cual comenzaron a desatarse las fuerzas restauracionistas y soberanistas de los comunistas de Guennadi Zyuganov, que allanaron el camino al ascenso de Vladimir Putin. El reinado del nuevo zar, que se encamina a superar la duración del georgiano “Padre de los Pueblos”, se puede comparar también con los veinte años de “estancamiento” de Leonid Brézhnev entre 1965 y 1985, que a la represión de los disidentes asociaba la escalada del enfrentamiento con Estados Unidos en la “guerra fría” sin fin, el esquema mental, antes incluso que militar, en el que han crecido los actuales líderes de Rusia, el presidente Putin y el patriarca ortodoxo Kiril (Gundiáev), en una Rusia que se encamina a un nuevo estancamiento económico.

El nuevo libro de Zygar, según las presentaciones, no se propone reconstruir los modelos económicos y las características políticas de los diversos regímenes, sino que recrea esos períodos a través de las figuras que los marcaron, “criminales y víctimas, héroes y burócratas, poetas y soldados”. Cuenta sobre Mikhail Gorbachov y su esposa Raisa, símbolo femenino de la nueva apertura de Rusia a Occidente; sobre el “sumo poeta” de la última era soviética Evgueni Evtushenko, que también fue el primero que interpretó las aspiraciones de la disidencia en la era de Brezhnev, hasta el punto de inspirar incluso la perestroika; sobre el primer astronauta Yuri Gagarin que “no vio a Dios" en el cielo y después murió joven consumido por los vapores del alcohol; y sobre el rebelde y popular cantautor Vladimir Vysotski. También hay actores y escritores como Marina Vlady, Alla Pugachova, Aleksandr Solzhenitsyn y su esposa Natalia, el campeón de ajedrez Garri Kaspárov, uno de los principales políticos de oposición actualmente en el exilio, el premio Nobel de la Paz Andréi Sájarov y su esposa Yelena Bonner, el director Serguéi Paradzhánov, los cantantes Borís Grebenshchikov y Víktor Tsoi, el mismo Yeltsin y otros muchos.

Se narran los acontecimientos que se sucedieron en los últimos treinta años en todas las latitudes del imperio soviético, en Moscú y en Kiev, en Chernóbil y Tiflis, en Ereván y Spitak, Bakú, Vilna, Riga, Chisináu (entonces Kishinev), Alma-Atá (hoy Almaty), Taskent, Varsovia y Praga, hasta Berlín con la caída del muro, Washington y el resto del mundo. "El lado oscuro de la Tierra”, representado durante setenta años por la Unión Soviética, trata sobre la decisión que millones de habitantes del imperio del mal debieron tomar en condiciones dramáticas de cambios epocales, y quiere afirmar que ninguna dictadura es eterna, que el futuro siempre ofrece una oportunidad para cambiar, y que es necesario mirar hacia adelante con esperanza y no solo con miedo.

Las conclusiones de Zygar se asocian a los mensajes de los políticos rusos en el exterior, como Vladimir Kara-Murza, que invita a “estar preparados para el próximo cambio repentino de Rusia”, y como Yulia Navalnaya, la viuda del mártir Alekséi, que elogió el nuevo libro afirmando que “me encantan las historias de todo un país contadas a través de las sencillas vicisitudes familiares de tantas personas, famosas o no”. Ella expresa su admiración por Zygar, que es “uno de los escritores rusos contemporáneos más profundos, y en cada página se ve un trabajo muy escrupuloso e intenso… uno tiene la sensación de saber cómo va a terminar, pero es imposible no leerlo hasta el final”. Libros como este permiten volver a reflexionar sobre las razones de las crisis y de las evoluciones más imprevisibles y dramáticas, como también la de la actual guerra de Putin contra Ucrania, que nadie se esperaba y que parece que no termina nunca.

El conflicto entre Moscú y Kiev es uno de los temas en los que Zygar se ha concentrado en diversas publicaciones, y sobre todo en Guerra y Castigo, escrito en respuesta a la invasión de 2022. Allí describe los numerosos “mitos de Ucrania” que Rusia ha elaborado a lo largo de los siglos, y que hoy sirven de justificación para la agresión “defensiva” que desde Ucrania se extiende al mundo entero. El escritor define este libro como “una confesión”, similar a lo que decía Solzhenitsyn sobre la relación entre rusos y ucranianos, que concierne a las profundidades del alma de los hombres del “mundo ruso”. Esta idea, que hoy define la ideología imperial de Putin y Kiril, nació, de hecho, a mediados del siglo XVII con los levantamientos de los cosacos de Bogdan Khmelnitsky contra el reino de Polonia, que llevaron a los habitantes de las tierras del Don a pedir ser integrados en los vastos territorios del imperio del zar Alejandro Romanov. El término “ucranianos” define, por lo tanto, a los “hombres de la frontera” que quieren permanecer libres en la inmensidad del “mundo ruso”, entendido como una dimensión territorial no limitada por los confines de los señores feudales y de las potencias militares.

Rusia y Ucrania son “un único pueblo” según la interpretación de Putin, que no se debe atribuir a las locuras personales de Vladímir Putin sino que también se ha formado en la conciencia de los rusos incluso gracias a los intelectuales liberales del ochocientos, comenzando por el profeta Aleksandr Pushkin que aleccionaba al joven ucraniano Nikolái Gógol, y lo persuadía de que la Malorossiya de las orillas del Don sólo podría prosperar bajo la guía de la Gran Rusia, motivo por el cual los ucranianos de hoy repudian al mayor escritor ucraniano de su historia. O cuando escritores y filósofos eslavófilos de Moscú y San Petersburgo despreciaban el sueño del gran poeta ucraniano Tarás Shevchenko, que también pertenecía al círculo de los intelectuales de la capital rusa y se vio obligado a escribir sus primeras grandes obras en lengua ucraniana en el confinamiento de Siberia, después de su única visita a Kiev en la que se encontró con los representantes del movimiento “Cirilo y Metodio” en el nacimiento de la nación ucraniana. Se recuerda una de las acusaciones más recurrentes que Putin dirige al líder de la revolución Vladimir Lenin, que es la de “haber inventado la república ucraniana” en vez de combatirla y aniquilarla, para volver a colocarla en el lugar que le corresponde, en el vientre de la Rusia soviética. En efecto, la Ucrania socialista independiente nació en 1918, lo mismo que la república autónoma de Crimea, que después se reintegraron a la Unión Soviética con un considerable grado de autonomía.

Zygar también cuenta en sus libros el ascenso de muchos hombres de poder en la Rusia postsoviética que en la última fase de la URSS eran solo grises burócratas de segundo plano como el mismo Putin y su delfín Dmitri Medvédev, o el ex chofer y vendedor de refrescos Igor Sechin, escritor y traductor del portugués y del español, que después se convirtió en uno de los autócratas y oligarcas más influyentes del putinismo. Se recuerda la visita a La Habana de Sechin junto a Nikolái Pátrushev - el “guardián de Putin” - y otros ministros y funcionarios en 2008, en vísperas de la guerra con Georgia que inauguró la fase bélica del putinismo. En aquel momento Rusia eligió responder a la agresividad de la presidencia de George W. Bush y sus planes de reforzar el escudo antimisiles de la OTAN en Europa, interpretándolo como la señal de una nueva guerra mundial, que llega hasta la amenaza de Putin de utilizar el nuevo misil Burevestnik, “el “tornado imparable” que puede destruir a cualquier enemigo, o del submarino nuclear Poseidón, que “nadie en el mundo posee”. La historia del presente y las perspectivas del futuro se comprenden releyendo el pasado que todavía está actuando/ influye en el pensamiento de los hombres, liberándose de los mitos y redescubriendo las razones para tener la esperanza de un mundo diferente.

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