03/07/2025, 16.28
MALASIA
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Guerras comerciales: Kuala Lumpur dejará de importar residuos de Estados Unidos

de Lisa Bongiovanni

El 1 de julio entró en vigor la prohibición para los países que no se adhieren a la Convención de Basilea, el tratado internacional contra el transporte de residuos peligrosos, incluyendo los plásticos. En 2024 Malasia recibió 35 mil toneladas de basura de EE. UU., que ahora deberá buscar un nuevo destino. China ya había cerrado sus puertos en 2018, trasladando este comercio, lucrativo pero peligroso, al Sudeste Asiático. Vietnam, Laos y Camboya todavía tienen regulaciones menos estrictas.

 

Milán (AsiaNews/Agencias) - Malasia ya no quiere ser el "cubo de basura del mundo". Y quiere utilizar esta carta en el gran juego de los aranceles que ha inaugurado Donald Trump. En efecto, desde el 1 de julio Kuala Lumpur ya no acepta residuos plásticos procedentes de Estados Unidos; 35 mil toneladas (es decir, 35 millones de kg) de residuos estadounidenses que se enviaron a Malasia el año pasado tendrán que encontrar un nuevo destino.

Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, y en general la mayoría de las economías avanzadas, envían una buena parte de sus residuos al exterior. Se estima que la exportación global se situó en torno a los 4 millones de toneladas en 2023. De estas, una buena parte, más de 400 mil toneladas, fueron a Malasia. La nueva ley, que entró en vigor el 1 de julio, prohíbe ahora la importación de basura procedente de países que no han ratificado la Convención de Basilea, el tratado internacional destinado a reducir el transporte internacional de residuos peligrosos, incluyendo los plásticos. Estados Unidos es uno de los pocos países (junto con Fiyi y Haití) que no han firmado el pacto; pero tampoco los países firmantes están totalmente excluidos de estas restricciones. La ley malaya prevé que solo se admitan residuos efectivamente reciclables, es decir, residuos que contengan un solo tipo de plástico con un máximo de 2% de contaminación. Esto excluye de hecho la mayor parte de los residuos, incluso los procedentes de países que forman parte de la convención. La decisión de Kuala Lumpur llegó tras la incautación de cientos de contenedores enviados desde Los Ángeles que supuestamente contenían materias primas pero que estaban llenos de residuos peligrosos, tanto electrónicos como plásticos.

El "comercio de residuos" nació alrededor de los años '60 cuando, a raíz de las protestas de los movimientos ecologistas, Estados Unidos y Europa decidieron aumentar los costos de eliminación de algunas sustancias, como el amianto, con la esperanza de reducir la producción de residuos. Sin embargo, para ahorrar, las empresas buscaron métodos alternativos y empezaron a enviar los residuos al exterior. Las políticas de reciclaje descargaron luego parte de la responsabilidad en los consumidores: incluso muchos residuos plásticos lograron eludir la Convención de Basilea porque fueron clasificados como "material reciclable", y eran aceptados por países a menudo inconscientes de los riesgos.

Durante veinte años la mitad del plástico desechado en los contenedores de reciclaje de todo el mundo terminó en China. Pero en 2018 Beijing - comprendiendo los riesgos a los que se enfrentaba - se retiró del comercio de residuos. Desde entonces, varios países del Sudeste Asiático han registrado un aumento drástico en las importaciones de residuos: en Tailandia alcanzaron un pico de 300 mil toneladas, mientras que en Malasia se pasó de 200 mil a 800 mil toneladas, para luego descender a unas 400 mil debido a un primer freno del gobierno. Como en toda forma de comercio, hay una ventaja para ambas partes: el país exportador se libera del problema de la eliminación, mientras que el importador espera reciclar y revender el material a multinacionales o explotarlo de otra manera. En Indonesia, por ejemplo, el plástico contaminado se utiliza como combustible alternativo en las fábricas de tofu. El sector del plástico, en efecto, es un sector lucrativo: en 2019 se estima que generó casi 33 mil millones de euros de ingresos; pero de todos modos los daños, ambientales y para la salud, parecen superar los beneficios.

Malasia no es el primer país que decide retirarse de este negocio. Tanto Tailandia como Indonesia han adoptado este año medidas similares. El problema, como ya se pudo observar en 2018, es saber dónde irán a parar estos residuos. Se teme que simplemente sean desviados hacia otros países del mundo, como Turquía y algunas zonas de África. Una parte importante seguirá llegando a Asia, especialmente a países donde la regulación es menos estricta, como Vietnam, Laos o Camboya. Para reducir la producción, el consumo y la contaminación por plástico, sería necesario una acción coordinada a nivel internacional. Pero una solución así parece estar muy lejos todavía, como demostró el fracaso de las negociaciones de la ONU en Busán, a finales de diciembre, cuyo objetivo era un tratado global legalmente vinculante para la gestión del problema.

 

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