28/06/2022, 14.02
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Israel, dividido (y suspendido) entre nuevas elecciones y el regreso de Netanyahu

de Dario Salvi

El país se encamina a su quinta votación en poco más de tres años. Mañana debiera aprobarse la disolución de la Knesset. Entre bambalinas, el ex primer ministro se mueve para volver al poder, en esta o en la próxima legislatura. Rabino pacifista: el ejecutivo de Bennett no ha logrado ningún avance en "cuestiones importantes" como "la ocupación y el proceso de paz".

Milán (AsiaNews) - Israel se encamina a su quinta elección parlamentaria en poco más de tres años, tras el fracaso de la coalición surgida el 23 de marzo de 2021. La coalición, si bien mayoritaria, había visto la luz con números exiguos: 60 diputados a favor, 59 en contra y una abstención (decisiva) sobre los 120 de la Knesset. Estaba formada por partidos de diferentes inspiraciones, cuyo único (o casi único) punto de cohesión era la oposición a Benjamín Netanyahu. El 22 de junio, los diputados aprobaron en lectura preliminar la disolución de la asamblea, primer paso para la celebración de nuevas elecciones. Ayer se produjo un impasse, salpicado de densas y vanas negociaciones entre la mayoría y la oposición, alternadas con juegos palaciegos para dilatar el proceso que pone fin a la legislatura. Sin embargo, al final del día se anunció que la votación decisiva tendría lugar mañana.

Entre bastidores, algunas fuerzas parlamentarias han estado trabajando en un intento de crear una coalición alternativa. Entre los más activos -junto con Bezalel Smotrich, líder del sionista Religious Zionist Party- está Moshe Gafni, del partido ultraortodoxo United Torah Judaism, que se está moviendo con el Likud para evitar una votación en otoño. La decisión surgió luego de “consultas” entre Gafni y el líder espiritual y rabino Gershon Edelstein, según explica un comunicado del partido..

Si el proyecto fracasa -y es probable que así sea- la solución es "volver a las urnas". Sin embargo, también en este caso existe una profunda brecha entre la mayoría y la oposición: la coalición saliente quiere votar el 8 de noviembre, mientras que el frente pro-Netanyahu presiona para que sea el 25 de octubre o una fecha cercana a las fiestas judías. El ministro de Defensa de Israel, Benny Gantz, se ha pronunciado a favor de la celebración de nuevas elecciones, afirmando que está "haciendo todo lo posible" para que el país tenga elecciones según los plazos establecidos.

"Esta nueva situación de crisis no es sorprendente". Quien lo comenta a AsiaNews es Jeremy Milgrom, rabino israelí y miembro de la ONG Rabbis for Human Rights. “Estamos ante la perspectiva de nuevas elecciones y el sentimiento que prevalece es de hastío”, agrega. “Una parte del país está impaciente y preocupada por la posibilidad de que Netanyahu vuelva al poder, pero el hecho es que todavía tiene muchos seguidores” y “sigue siendo una "personalidad fuerte". Además, dice, la limitación de Bennett es quizás "su falta de carisma y el hecho de estar a la cabeza de una coalición demasiado amplia, aunque no esté lejos del ex primer ministro en el plano ideológico". La suya fue una oportunidad perdida, porque la presencia de un partido árabe en el gobierno podría haber sido un "elemento positivo", pero la experiencia naufragó demasiado pronto y sin resultados tangibles.

 

Una coalición frágil

Desde hace semanas, se viven tensiones y desavenencias en la coalición de gobierno -que incluye elementos de la derecha, el centro y la izquierda, así como el partido árabe Ra'am.. Por tanto, los dos líderes, Naftali Bennett y Yair Lapid, han decidido endurecer el calendario y presentar la moción de disolución en la Knesset, para iniciar el proceso que llevará al país a unas elecciones anticipadas. El ejecutivo de transición, llamado a garantizar el normal desarrollo de la administración hasta las elecciones, debería estar dirigido por Lapid, líder del partido de la liberación Yesh Atid y ministro de Asuntos Exteriores saliente. Esto es lo que marcan los acuerdos que propiciaron el nacimiento de la primera mayoría tras una década de poder de Netanyahu. Según la ley, la disolución del parlamento unicameral con sede en Jerusalén requeriría tres votaciones plenarias y una revisión de la comisión en la Cámara. No obstante, hay fuerzas que están dilatando los plazos para que los diputados tengan suficiente tiempo para crear una alternativa de gobierno. Y al frente del gobierno alternativo -no hace falta decirlo- estaría el propio Netanyahu, que ya ha calificado al ejecutivo saliente como el "peor" de la historia de Israel.

Desde un principio, el tándem Bennett-Lapid mostró dificultades para mantenerse en pie debido a evidentes contradicciones internas que, con el paso de los meses, se incrementaron. Los choques ideológicos -la "disputa por el pan ácimo", por citar un ejemplo- culminaron con el cese de la mayoría tras la deserción de algunos diputados de Yamina, cercanos a la derecha. También el partido árabe amenazó con abandonar la coalición en señal de protesta, tras los hechos de violencia en la explanada de las Mezquitas durante el Ramadán.

Sin embargo, es probable que el final de la legislatura haya sido el rechazo de la ley sobre los colonos: una normativa "especial" para los territorios que corre el riesgo de desencadenar una nueva escalada de tensión y a la que se opone una parte de la coalición, en particular Mansour Abbas (Ra'am). La normativa extiende la ley civil israelí a los colonos y se prorroga cada cada cinco años desde la década de 1970. Sanciona una especie de apartheid entre israelíes y palestinos que viven en un mismo territorio. Cabe destacar la posición de la derecha de Netanyahu: a pesar de estar a favor de la ley y haberla renovado varias veces en el pasado, esta vez votó en contra para dar un nuevo empujón al ejecutivo.

En los últimos meses, explica Jeremy Milgrom, el Likud "maniobró para volver al poder, manipulando a algunos miembros del partido de Bennett, que mantenían una actitud ambivalente. Este último recibió presiones muy fuertes para abandonar el ejecutivo”, agrega, “y el actual primer ministro también traicionó a su electorado, al menos en parte, al formar una mayoría con el partido árabe". En cuanto al ex primer ministro Netanyahu, "su deseo de volver cuanto antes al poder es evidente. Al fin y al cabo, es él quien ganó las últimas elecciones, pero la hipótesis más plausible es que termine disolviéndose la Knesset y haya elecciones en otoño".

 

Un país desgarrado va a elecciones

Reconociendo la imposibilidad de contar con una mayoría para votar la norma "pro-colonos", Bennett propuso la disolución de la Knesset, para lo cual basta con una mayoría simple. Si se inicia el proceso, el primer ministro renunciará a su cargo y propondrá como sucesor a Lapid, quien llevará adelante los asuntos de gobierno. Mientras tanto, Netanyahu está moviendo sus peones. Por un lado, está buscando posibles alianzas en la actual legislatura con el ala sionista/religiosa y los parias de Yamina. Esto le permitiría volver al poder y garantizarse un escudo frente a los juicios por fraude y corrupción en los que figura como imputado. Al mismo tiempo, no desdeña la perspectiva de ir a elecciones, sabiendo que aunque esté dividido, todavía cosecha en el electorado un amplio consenso -pero no suficiente para gobernar de manera autónoma.

Las divisiones en el seno de la (ex) coalición podrían trasladarse a la campaña electoral. Todavía no está claro si las diferentes formaciones querrán buscar un nuevo punto de contacto y relanzar la experiencia de gobierno -que ha fracasado en gran medida, salvo por la aprobación del presupuesto -del 2021- por primera vez en tres años.

En una nación con un paisaje político fluido caracterizado por la alternancia de alianzas, explican los analistas y comentaristas, lo que surge es el protagonismo del Likud. Hay retazos de un consenso que lo sigue señalando como el partido líder. Las últimas encuestas le dan hasta 35 escaños (de los 61 necesarios para gobernar), para disgusto de quienes hace un año decretaron el fin de la era Netanyahu. "Esta experiencia parece ser una etapa cerrada " y es difícil de proponer como alianza de cara a la votación, subraya Milgorm. 

"Hay que entender hacia dónde apuntará el electorado árabe y cómo se moverá el partido islámico”, prosigue. “Lo cierto es que este gobierno, aunque con un tono diferente y dialogante respecto a los anteriores, no ha avanzado en los grandes temas como la ocupación y el proceso de paz [con los palestinos]. Al mismo tiempo, la perspectiva del regreso de Netanyahu parece más brutal porque detrás de él hay movimientos como los haredi [judíos ultraortodoxos, ahora en la oposición], que se aprovechan de un laicista como él para volver al gobierno y tener el control total del presupuesto y las finanzas".


 

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