20/08/2022, 10.30
MUNDO RUSO
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La batalla de Rusia contra el totalitarismo neoliberal

de Stefano Caprio

En dos discursos pronunciados en estos días el presidente Putin y el patriarca de Moscú Kirill han puesto una vez más de manifiesto que el objetivo de la guerra no es sólo Ucrania sino todo Occidente, con su modelo de sociedad que atribuye "un valor absoluto a las decisiones individuales". Un desafío político, moral y espiritual.

 

El presidente ruso Putin y el patriarca de Moscú Kirill han vuelto en los últimos días a declamar los principios ideológicos que imponen la "necesidad" de actuar a nivel militar en Ucrania, para poner freno a la invasión occidental que, a su juicio, pretende imponer un modelo de sociedad y de convivencia absolutamente inaceptable para los rusos y desastroso para toda la comunidad mundial, a la que Rusia se propone defender.

Kirill habló en el Gran Salón de la Filarmónica de San Petersburgo, donde se celebró una velada en memoria del metropolitano mártir de Petrogrado Venjamin (Kazansky). Venjamin fue ejecutado por los bolcheviques hace 100 años y es uno de los primeros y más grandes testigos de la fe  en el comienzo de las persecuciones contra la Iglesia, junto con otros obispos y sacerdotes mártires. En su honor la orquesta interpretó el oratorio de la "Pasión en el Gólgota". El patriarca aprovechó la oportunidad para advertir sobre la necesidad de resistir a la nueva persecución, que es la "difusión del pecado" impuesta por la ideología secularizada y consumista de Occidente.

Kirill citó como ejemplo la "pasión por la ropa bonita, que hace perder la cabeza a la gente" y se propone "con machacona insistencia a través del cine y la literatura". Cuando se cede a esta propaganda "todo se destruye en la vida de las personas, la vida familiar, la moral; el hombre mismo se vuelve débil y se somete a las fuerzas externas". La culpa es del "liberalismo contemporáneo, que atribuye un valor absoluto a las decisiones individuales. U una enorme cantidad de personas en el mundo viven según este criterio, sobre todo en los países occidentales, pensando que eso es bienestar". Por el contrario, hay que vivir "pensando en las cosas realmente importantes, observando las leyes divinas y profesando la propia fe en todos los niveles: en la política, la economía y la ciencia", concluyó el patriarca.

Las persecuciones que se desencadenaron hace cien años, de las que Venjamin fue víctima, se debieron a la imposición soviética de confiscar los bienes de la Iglesia en 1921-22, cuando terminó la guerra civil entre Blancos y Rojos que había sumido a Rusia en una gravísima crisis y provocado una carestía generalizada. La Iglesia fue acusada de oponerse a la confiscación y ocultar bienes, lo que llevó al arresto y la condena a muerte de muchos miembros del clero ortodoxo y también de algunos sacerdotes y obispos católicos. En total, la Iglesia Ortodoxa cuenta hoy con 1700 "nuevos mártires" de la época soviética, y la Iglesia Católica también ha proclamado algunos. El paralelismo propuesto por Kirill es particularmente expresivo de la interpretación "salvífica" del martirio que debe afrontar Rusia: despojarse de los "bienes superfluos" es precisamente el efecto que está provocando la guerra en Ucrania debido a las sanciones occidentales.

Vladimir Putin también condenó el "totalitarismo neoliberal" que se intenta imponer en todo el mundo a través de "la hegemonía de Occidente" y contra el que Rusia ha decidido reaccionar. Lo hizo durante su discurso en la X Conferencia de Seguridad de Moscú, a la que no asistieron los representantes de los países "no amigos" y quedó limitada a los rusos y unos pocos aliados. A su juicio, "las élites occidentales están tratando por todos los medios de preservar esta hegemonía que se les escapa de las manos" en la nueva etapa del orden mundial inaugurada por la guerra de Ucrania.

Esa hegemonía, para el jefe del Kremlin, significa "estancamiento, oscurantismo, cancelación de la cultura", una dictadura mucho peor que la soviética, dijo en sintonía con el patriarca Kirill. Estamos pues en la segunda fase de la guerra, en la cual la intervención militar constituye la necesaria premisa "defensiva" mientras los dirigentes rusos se disponen a lanzar el ataque más masivo y decisivo, el ideológico, sabiendo que en este terreno cuentan con muchos más aliados que en el campo de batalla de los soldados y las bombas. El objetivo es liberarse de la opresión del "neocolonialismo del Occidente colectivo", caracterizado por la búsqueda de nuevos aliados militares, que en vez de garantizar una mayor seguridad en Europa y en el mundo "produce exactamente el efecto contrario". Por eso en diciembre del año pasado se ignoraron las medidas propuestas por Rusia para la seguridad mutua, obligándola a tomar la decisión de ejecutar la "operación militar especial", que según Putin se llevó a cabo "en pleno cumplimiento del estatuto de las Naciones Unidas".

Para Putin, las sanciones solo castigan a quienes las emitieron "ilegalmente" y han supuesto para la Unión Europea más de 400.000 millones de dólares de pérdidas debido a la "histeria febril de las sanciones, completamente fuera de la realidad y contra todo sentido común". Hoy, en cambio, podemos empezar por fin a “trazar los contornos de un orden mundial multipolar, y cada vez son más los países que optan por un modelo de desarrollo libre y soberano, basado en su propia identidad, en sus valores y sus tradiciones”.

Putin da a entender que observa atentamente los procesos y cambios que se están produciendo en la política de muchos países occidentales, donde las "élites globalistas que provocan el caos" son cada vez más cuestionadas por las "alternativas soberanistas". EEUU y "sus vasallos" intentan inmiscuirse en los asuntos internos de los estados soberanos, "organizando provocaciones, golpes de Estado y guerras civiles", y en consecuencia "es necesario resistir incluso con el uso de la fuerza".

La OTAN está tratando de expandirse hacia el Este aumentando el poderío de su infraestructura militar, y por eso constituye la verdadera amenaza para la seguridad mundial. En los últimos años ha preparando al pueblo de Ucrania "para un destino de carne de cañón, poniendo en práctica un proyecto anti- Rusia y cerrando los ojos ante la difusión de la ideología neonazi”. Los "anglosaksy" quieren extender este conflicto al mundo entero, y de Europa del Este pasarán a Asia, África y América Latina.

Putin se refirió explícitamente a las maniobras estadounidenses en la región del Pacífico y a su "aventurerismo" en las relaciones con Taiwán, como la visita de Nancy Pelosi, invocando implícitamente de esa manera la protección del gran hermano de Beijing. Pero dirigiéndose al público que tanto aprecia, los electorados de los países occidentales, acusó a los pérfidos globalistas de "intentar distraer la atención de sus ciudadanos de los gravísimos problemas sociales y económicos atribuyendo la culpa a Rusia y China, como el colapso del nivel de vida, el desempleo, la pobreza, la desindustrialización y tantos otros ámbitos en crisis”.

El objetivo de la guerra de Putin no es solo Ucrania sino todo Occidente, del que Rusia no tiene ninguna intención de separarse. Por el contrario, se está preparando para dominarlo, no tanto militarmente cuanto a nivel político, moral y espiritual.

 

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