21/06/2023, 13.43
CHINA
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La lucha contra la desertificación, el otro desafío de la China de Xi Jinping

de Alessandra Tamponi

Hoy, el 27% del territorio es árido debido al deterioro de la calidad del suelo, lo que supone fuertes riesgos para la seguridad alimentaria. También aumentaron las tormentas de arena. En un foro que se llevó a cabo hace pocos días en Mongolia Interior, el presidente renovó el compromiso con la “Gran Muralla Verde” y el objetivo de llevar la superficie forestal al 30%. La apuesta también tiene repercusiones fuera de China y se entrelaza con la Belt and Road Initiative.

 

Beijing (AsiaNews)- El futuro de China no depende sólo de la política industrial o de los microchips, sino también de la lucha contra la desertificación. En un simposio que se realizó en la ciudad de Bayannur, en Mongolia Interior, hace pocos días, el presidente Xi Jinping afirmó que Beijing ha decidido intensificar los esfuerzos en esa dirección. Esta es la tercera provincia más grande de China y uno de los lugares donde la desertificación es más pronunciada. En su intervención, el presidente Xi reivindicó los avances logrados por China en las últimas cuatro décadas; sin embargo, también subrayó que el fenómeno sigue siendo uno de los mayores desafíos tanto para el país como a nivel mundial. En este momento, más del 27% del territorio chino está afectado por la desertificación, con consecuencias para más de 400 millones de personas.

El proceso se ha intensificado significativamente desde la década de 1980, cuando el cambio climático asociado al repentino proceso de industrialización provocó el deterioro de la calidad del suelo. Con el aumento de las temperaturas y un clima cada vez más cálido, la escasez de precipitaciones ha acentuado la erosión del suelo. Las zonas más vulnerables de China son las provincias del norte y noroeste: Mongolia Interior, Shanxi y Ningxia, regiones cercanas al desierto de Gobi, donde la agricultura es uno de los sectores más importantes y se concentra la mayor parte de los cultivos de trigo. Cada año la expansión del desierto reduce las tierras cultivables e intensifica el fenómeno de la migración interna. Durante la década de 2000, la región autónoma de Ningxia fue la que mostró los signos más marcados del fenómeno: en 2010 más del 57% de su territorio regional estaba afectado por la desertificación, en una franja de tierra habitada por más de tres millones de personas.

Sin embargo las consecuencias de la desertificación se extienden más allá de las regiones principalmente afectadas, empezando por el tema de la seguridad alimentaria. Los cultivos de trigo de las regiones en cuestión son vitales para todo el país. Según datos de la FAO, China produce anualmente alrededor de 130 millones de toneladas de trigo, cuyo consumo constituye el 40% del total de cereales. Y la demanda está aumentando rápidamente: según un estudio de 2022 de Frontiers in Nutritions, el consumo anual per cápita de trigo en China aumentará de 65,8 kg en 2019 a 76 kg en 2030 y 95 kg en 2050.

Pero la seguridad alimentaria no es el único riesgo relacionado con la desertificación que enfrenta China. La visita de Xi a Mongolia Interior se llevó a cabo después de una temporada en la que se intensificaron las tormentas de polvo amarillo en el país y en todo el noreste de Asia. En su discurso, Xi mencionó que debido al cambio climático, las tormentas de arena se han incrementado significativamente sobre todo en los últimos dos años. Entre marzo y abril, de 2023 el país se vio afectado por varios de estos fenómenos, que también se intensificaron en Mongolia, Japón y Corea del Sur y constituyen un factor significativo en el empeoramiento de las enfermedades pulmonares.

Desde la década de 1970 China ha implementado políticas y programas para mitigar los efectos de la desertificación y lograr niveles satisfactorios de conservación de la tierra. En 1978 se inició el Three-North Shelter Forest Program, comúnmente conocido como la "Gran Muralla Verde", un programa de forestación masiva que abarca las 13 provincias más afectadas por la expansión del desierto de Gobi. En 2015, China ya había aumentado con éxito su superficie forestal llevándola al 22,5% desde el 16,4% de 1990. Ahora quiere aumentarla al 30% para 2030.

La atención de Xi Jinping a la forestación no solo está relacionada con las dinámicas de seguridad interna. En 2016 el país lanzó una iniciativa de acción conjunta para combatir la desertificación a lo largo del recorrido de la Belt and Road Initiative, cuyos efectos negativos sobre la superficie forestal de los países involucrados se estudian desde 2013. Esto hace que el éxito de las iniciativas esté estrechamente relacionado con el plan de política exterior más masivo del país, especialmente en lo que se refiere a sus relaciones con los países de Asia Central. Desde 2022 China también ha tratado de promover la búsqueda de una gobernanza de la desertificación global vinculando la lucha contra el fenómeno con su iniciativa más reciente, la Global Development Initiative, cuyo objetivo es que China ocupe un papel central en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible.

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