La religión en la política rusa
En la nueva estrategia de política nacional impulsada por Putin también se aborda la cuestión religiosa, reforzando aún más el papel de la Iglesia ortodoxa. Y poniendo en el mismo plano entre las «amenazas» el terrorismo extremista y la «rusofobia» en las relaciones interétnicas e interreligiosas.
Con la confirmación del presidente Vladimir Putin, se ha aprobado la nueva estrategia de política nacional de Rusia hasta 2036, año en el que debería concluir, según la ley, su último mandato presidencial, a la edad de 84 años, salvo que se produzcan nuevas prórrogas. En el ámbito de las posibles amenazas que hay que prevenir, también se aborda la cuestión religiosa, que lleva más de una década presente en las «estrategias nacionales», por insistencia de la propia Iglesia ortodoxa rusa, que quiere subrayar su papel crucial como «encarnación y expresión del alma del pueblo ruso».
En la estrategia oficial se destacan los objetivos, principios y prioridades de la política de la Federación para garantizar la seguridad a todos los niveles nacionales y regionales. En el nuevo documento se subrayan los cambios en la «situación actual de las relaciones interétnicas dentro de la Federación Rusa», recordando la definición anterior de Rusia como «uno de los principales Estados multiétnicos del mundo», que ahora se integra con el concepto de que «la política nacional se basa en la experiencia histórica de la institución y el desarrollo de Rusia como un Estado civilizador samobytnoe», es decir, «en virtud de su identidad», introduciendo uno de los términos más específicos del movimiento eslavófilo del siglo XIX.
A esto se une la afirmación sobre el papel unificador del «pueblo ruso fundador del Estado», una expresión que en los textos clásicos de la cultura rusa se vincula directamente con la acción de la Iglesia ortodoxa y que en 2020 se incluyó en la nueva constitución putiniana en términos menos explícitos. También en la formulación anterior de la «estrategia» se hablaba del «papel de enlace sistemático» del pueblo ruso con respecto a los demás pueblos. Se destaca que, según los últimos censos, hay más de 190 etnias diferentes en Rusia, con una mayoría absoluta de rusos (80,85 %).
En el contexto de los conflictos en curso, el documento presenta con mucho más detalle las «amenazas a la seguridad nacional», empezando por las «acciones emprendidas por Estados hostiles para desestabilizar las relaciones interétnicas e interreligiosas, desintegrar la sociedad rusa y destruir su unidad interna». Entre estos peligros se destaca el intento por parte de personas que han obtenido la ciudadanía rusa de «difundir ideologías de terrorismo, extremismo y neonazismo, mentalidad rusófoba, ideas radicales basadas en posiciones nacionales y religiosas específicas», combinando las influencias occidentales y orientales también desde el punto de vista religioso.
Se condena la «creciente rusofobia en el ámbito internacional, el descrédito de la lengua y la cultura rusas», amenazas claramente relacionadas con Ucrania, pero que también entran en conflicto con «las religiones tradicionales de Rusia, distorsionando la verdad histórica y anulando la memoria histórica de la Gran Guerra Patria y otros acontecimientos importantes de la historia rusa, así como el papel de los pueblos de Rusia en estos acontecimientos». Se denuncia la concentración «inoportuna» de determinadas etnias en algunos territorios, vinculada a procesos migratorios «inspirados desde el exterior».
El objetivo de la nueva estrategia es «reforzar la unidad del pueblo multiétnico de la Federación Rusa y la identidad rusa común, manteniendo la diversidad étnico-cultural, lingüística y religiosa para el desarrollo integral y la estabilidad social de la nación». Ya no se habla de «instituciones democráticas» ni de «garantía de la igualdad de derechos y libertades de la persona», excluyendo la formación de partidos políticos vinculados «a la raza, la etnia o la pertenencia religiosa». El politólogo Vadim Trukhačev, junto con otros expertos, observa que con este enfoque habría sido necesario incluir una lista explícita de los pueblos nativos de Rusia, mientras que solo se destacan algunos de los pueblos minoritarios, excluyendo a los mucho más significativos vinculados a los territorios de Asia Central. La identidad rusa se defiende, por tanto, con un aislamiento cada vez mayor, bendecido por la autoridad exclusiva de la Iglesia ortodoxa.
17/12/2016 13:14
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