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TAYIKISTÁN
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La violencia contra los niños en Asia Central

de Vladimir Rozanskij

El caso de un joven de quince años fallecido en Tayikistán como consecuencia de un «castigo corporal ejemplar» infligido por su padre ha vuelto a poner de relieve el problema de la violencia doméstica. Según algunos datos, el 60 % de los menores de 14 años del país la sufren. Y a pesar de las prohibiciones introducidas por ley, lo que acentúa el problema hoy en día son los «videos demostrativos» enviados a los familiares o subidos a las redes sociales en busca de aprobación social.

Dusambé (AsiaNews) - Un caso reciente en Tayikistán ha conmocionado no solo a la población local, sino a toda la sociedad de los países de Asia Central, donde aún rige la norma «Yo educo a mi hijo como quiero», sin intromisiones desde arriba o desde fuera. Un padre que sospechaba que su hijo había cometido un robo, después de golpearlo brutalmente, lo ató al coche y lo arrastró por la calle hasta matarlo. Los castigos corporales a los niños se consideran normales en estas zonas, las bofetadas por las malas notas en la escuela y la violencia física como medio de persuasión y los azotes con el cinturón por desobedecer.

El suceso, ocurrido en Tayikistán, a 60 kilómetros de la capital, Dusambé, involucró a un padre de 40 años contra su hijo de 15, que supuestamente había robado 600 somonis (60 dólares), y él mismo filmó su castigo y difundió el video con fines demostrativos. No es el primer caso de este tipo en Tayikistán, ya que en noviembre de 2024, otro video mostraba a una mujer de 54 años golpeando con un palo a cinco niños pequeños que gritaban y trataban de defenderse acurrucados en el suelo, un hecho ocurrido en la región de Khatlon que involucraba a la abuela materna de sus nietos, de entre 3 y 7 años, y en ese caso la mujer fue arrestada acusada de violencia infantil. También en esa región, otra mujer de 35 años golpeó a su hijo de 10 años en la calle, en presencia de transeúntes que publicaron el video del niño con la nariz sangrando.

Las estadísticas oficiales de estos países indican que alrededor del 40 % de la población local tiene menos de 28 años, y solo en Tayikistán, en 2024 se denunciaron algo menos de mil actos de violencia, sin contar los que se quedaron dentro de las paredes domésticas. Muchos de estos menores sufrieron lesiones y daños físicos y psicológicos bastante graves. Esto a pesar de que en 2024 Tayikistán se convirtió en el segundo país de Asia Central, después de Turkmenistán, donde la violencia física contra los hijos fue prohibida por ley, pero los datos indican que más del 60 % de los menores de 14 años siguen sufriéndola.

En abril de este año, Uzbekistán también aprobó la ley «sobre la defensa de los niños contra todas las formas de violencia», que prohíbe a los padres utilizar el castigo físico como medio de educación de los hijos. El motivo de esta decisión fue la publicación de una encuesta realizada por UNICEF, según la cual el 62 % de los niños uzbekos menores de 14 años sufren regularmente violencia en el seno de la familia con fines educativos. El informe indica un porcentaje del 53 % para los menores en Kazajistán, de los cuales el 38 % tiene entre 1 y 2 años, y también se ha recomendado a Astana que tome medidas al respecto, tanto en el ámbito familiar como en el escolar. Kirguistán ha declarado su intención de aprobar este año la prohibición de la violencia contra los menores, pero hasta ahora no se ha presentado ningún proyecto de ley al respecto. También en la provincia de Nooken, en Kirguistán, se difundió un video de un hombre que golpea en la cabeza a su hija pequeña, obligándola a no llorar, a ponerse el pañal y a irse a dormir.

El director de la consulta familiar «Famiglia felice» (Familia feliz) de Almaty, en Kazajistán, Elžas Ertanujly, ha publicado un libro titulado «La educación de los hijos sin castigos», en el que explica que los adultos siguen creyendo que con estos métodos se obtienen «resultados rápidos». «Muchos piensan: ¿por qué perder el tiempo explicando lo que está bien o mal, cuando basta con gritar y amenazar?», comenta Ertanujly, mientras que «la agresión hacia los niños es una señal de la debilidad de los adultos, de su inestabilidad emocional y de su incapacidad para superar el estrés de la responsabilidad parental, para la que parecen totalmente desprevenidos». Y no depende del nivel de educación, sino de la «ignorancia de los valores familiares». Como afirma Madina Šaripova, psicóloga de Dusambé, «estos métodos se transmiten de generación en generación, y los niños que han sufrido violencia se vengarán algún día de sus propios hijos».

Muchos observan que precisamente los medios modernos de comunicación han acentuado el problema, con la difusión de «videos demostrativos» enviados a familiares y a todos los usuarios de las redes sociales, en busca de aprobación social. Muchos de estos «castigadores ejemplares» viven en condiciones de gran pobreza y marginación, y tratan de «elevarse» socialmente mediante la violencia doméstica, que les confiere una forma perversa de «dignidad tradicional», sobre todo a aquellos adultos a quienes los familiares que se encuentran en migración laboral han confiado sus hijos, seguros de dejarlos en buenas manos.

 

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