29/10/2018, 09.40
VATICANO
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Las muchas novedades del Sínodo de los jóvenes

de Bernardo Cervellera

En el documento final del Sínodo hay una neta afirmación sobre el anuncio de Jesucristo a los jóvenes. Reducida la ideología del juvenilismo, que satisface a los jóvenes en todo para someterlos. “No se trata… de crear una nueva Iglesia para los jóvenes, sino más bien redescubrir con ellos la juventud de la Iglesia”. En Asia o en África, la Iglesia es el lugar donde los jóvenes se sienten más realizados y ayudados. Sinodalidad: jóvenes y adultos no son dos partes uno frente al otro, sino parte de un mismo cuerpo. El compromiso sociopolítico y la doctrina social de la Iglesia.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Se necesitará mucho tiempo para asimilar toda la riqueza producida por el Sínodo de los jóvenes, que se concluyó ayer con una misa solemne en S. Pedro y con un Documento final largo y articulado en 60 páginas. Aquí queremos subrayar algunas novedades presentes en el Documento y en la experiencia que hemos tenido del Sínodo.

Ante todo, una reducción del juvenilismo, de aquella ideología que exalta la juventud para satisfacerla en todo y para someterla al poder de turno. La condición de los jóvenes está descrita con mucho realismo, mostrando todas las promesas y los ímpetus, sino también las tortuosidades y las superficialidades. En particular notamos la sugerencia en superar una visión de la conciencia individual solipsísistica y absoluta, para abrirse una conciencia “del nosotros”, en la cual el joven se enrriquese de los ligámenes con la propia historia y tradición (n.109). Sobre el lado cristiano es importante la propuesta de vivir la liturgia con protagonismo, pero “teniendo vivo el estupor por el Misterio”, porque “la liturgia no es puramente una expresión de sí, sino la acción de cristo y de la Iglesia” (n. 134).

En el Documento notamos también con mucha claridad que es Jesucristo, su verdad y su amor, el verdadero cumplimiento del joven y que la Iglesia desea sólo querer testimoniarlo a ellos y al mundo entero (n. 59). Por esto, “no se trata de crear una nueva Iglesia para los jóvenes, sino más bien redescubrir con ellos la juventud de la Iglesia”, capaz- como ya lo decía el Vaticano II- de “alegrar por lo que comienza, de darse sin retorno, de renovarse y de repartir hacia nuevas conquistas”.

Para testimoniar se necesita ante todo escuchar y acompañar, ayudando a los jóvenes a madurar como personas que comprenden su valor y el sentido de su estar en el mundo. Estos dos elementos son importantes por dos motivos. Primero porque los jóvenes “experimentan cómo su voz no es considerada interesante y útil en el ámbito social y eclesial. En varios contextos se registra una escasa atención al su grito, en particular el de los más pobres y explotados, además de la falta de adultos disponibles y capaces de escuchar (n. 7). En segundo lugar, porque en la Iglesia, por presunción, pereza, mezquindad, clericalismo- “prevalece algunas veces la tendencia en dar respuestas preconfeccionadas y recetas ya preparadas, sin dejar surgir las preguntas juveniles en su total novedad y aceptar la provocación” (n. 8).

El Documento dedica más de 10 páginas a la “Sinodalidad- literalmente: camino juntos. significa que jóvenes y adultos, jóvenes e Iglesia no son dos islas o dos frentes, uno delante del otro, impenetrables, sino que viven y crecen juntos. Y si alguna vez en el mundo occidental la Iglesia parece lejana y ausente de la vida de los jóvenes, no hay que olvidar que en el resto del mundo- como en Asia y África. la Iglesia es el lugar donde los jóvenes se sienten más realizados y ayudados. tal sinodalidad demuestra que los jóvenes ya forman parte del cuerpo eclesial y que es más, valorizando sus intuiciones y presencias, se pueden encontrar juntos modos, expresiones, instrumentos para anunciar a Jesucristo al mundo juvenil. Es justamente la santidad de los jóvenes la que puede despertar al mundo adulto a vivir con dedicación la misión. “El bálsamo de la santidad generada por la vida buena de tantos jóvenes puede curar las heridas de la Iglesia y del mundo , llevándonos de vuelta a esa plenitud del amor a la cual desde siempre fuimos llamados: los jóvenes santos nos alientan a volver a nuestro primer amor (Cfr.Hech. 2,4)” (n. 167).Además y también esta es una novedad, entre los campos de misión más “urgentes” (ambiente digital. migrantes, mujeres, sexualidad, …) se cita el compromiso sociopolítico, la economía, el trabajo, subrayando muchas veces la importancia de asimilar la doctrina social de la Iglesia. A los jóvenes y a los adultos se les pide “la valentía de hacerse voz de quien no tiene voz junto a los líderes mundiales, denunciando la corrupción, las guerras, el comercio de armas, el narcotráfico y la explotación de los recursos naturales e invitando a la conversión a aquellos que son responsables” (n. 151).

Para el texto completo del Documento final del Sínodo de los jóvenes, ver aquí.
 

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