León XIV: sin libertad religiosa, la confianza da paso al miedo y la violencia
En la audiencia que concedió a la Fundación Ayuda a la Iglesia Necesitadas, el pontífice recordó las palabras del Papa Francisco en su último mensaje Urbi et Orbi sobre la relación entre este derecho fundamental y la paz. "No abandonemos a nuestros hermanos perseguidos". "Incluso las comunidades pequeñas y vulnerables pueden ser signo de fraternidad y mostrar que un mundo diferente es posible".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “La libertad religiosa no es simplemente un derecho legal o un privilegio concedido por los gobiernos; es una condición fundamental que hace posible una reconciliación auténtica”, dijo hoy León XIV en la audiencia que concedió en el Vaticano a “Ayuda a la Iglesia Necesitada” (ACN, por sus siglas en inglés), la asociación creada en 1947 por el sacerdote holandés Werenfried van Straaten para acompañar a los cristianos perseguidos, y que hoy es una Fundación pontificia que trabaja en 140 países del mundo.
“Nuestro mundo —recordó León XIV dirigiéndose a la comisión internacional reunida en Roma para su peregrinación jubilar— sigue asistiendo a un creciente clima de hostilidad y violencia hacia aquellos que tienen convicciones diferentes, incluyendo muchos cristianos. Por el contrario, vuestra misión proclama que, como una única familia en Cristo, no abandonamos a nuestros hermanos y a nuestras hermanas perseguidos”.
El Papa insistió en la centralidad del derecho a la libertad religiosa no solo para los creyentes, sino para toda la sociedad: “No es opcional, sino esencial —explicó—. Está enraizada en la dignidad de la persona humana, creada a imagen de Dios y dotada de razón y libre albedrío. La libertad religiosa permite a individuos y comunidades buscar la verdad, vivirla libremente y testimoniarla abiertamente. Es, por lo tanto, una piedra angular de toda sociedad justa, porque salvaguarda el espacio moral en el que la conciencia puede formarse y ejercerse”.
“Cuando se niega esta libertad —continuó—, la persona humana se ve privada de la capacidad de responder libremente a la llamada de la verdad. Como consecuencia, se produce una lenta desintegración de los lazos éticos y espirituales que sostienen a las comunidades; la confianza da paso al miedo, la sospecha reemplaza al diálogo y la opresión genera violencia”. León XIV recordó que precisamente este mensaje fue una de las últimas palabras que pronunció su predecesor, el Papa Francisco, en el mensaje Urbi et Orbi del Domingo de Pascua, un día antes de su muerte. “No puede haber paz —había dicho Francisco— sin libertad de religión, libertad de pensamiento, libertad de expresión y respeto por las opiniones ajenas”.
Por eso —añadió el pontífice— “la defensa de la libertad religiosa no puede ser abstracta: debe ser vivida, protegida y promovida en la vida cotidiana de las personas y las comunidades”. Y precisamente aquí entra en juego el compromiso de la Fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada. “Su misión, desde el principio, ha sido promover el perdón y la reconciliación, acompañar y dar voz a la Iglesia dondequiera que esta lo necesite, dondequiera que esté amenazada, dondequiera que sufra”. León XIV se refirió expresamente al “Informe sobre la Libertad Religiosa en el Mundo” que la Fundación publica desde hace ya 25 años. Esta herramienta —observó— “no se limita a proporcionar información; es testimonio, da voz a quien no la tiene y revela el sufrimiento oculto de muchos”. Pero el pontífice recordó también la obra concreta que lleva a cabo esta Fundación en apoyo de las comunidades católicas aisladas, marginadas o bajo presión en muchos rincones del mundo.
“Dondequiera que Ayuda a la Iglesia Necesitada reconstruye una capilla, apoya a una religiosa, o proporciona un equipo de radio o un vehículo —observó—, fortalece la vida de la Iglesia, así como el tejido espiritual y moral de la sociedad. Y como sin duda ustedes saben, su organización ha ayudado a muchas misiones en Perú, incluso en la diócesis de Chiclayo, donde tuve el privilegio de prestar servicio”, agregó, recordando los años de su ministerio episcopal en América Latina.
E incluso cuando son minorías pequeñas y vulnerables —explicó el Papa— los cristianos pueden ser agentes de paz. “En países como República Centroafricana, Burkina Faso y Mozambique, la Iglesia local —a menudo sostenida por vuestra ayuda— se convierte en un signo vivo de armonía social y fraternidad, mostrando a sus vecinos que un mundo diferente es posible”.
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