Pekín declara la guerra al tabaquismo
China es el primer productor y consumidor de tabaco, con 300 millones de fumadores y más de un millón de muertes al año. Decenas de divisiones provinciales ya han endurecido las normas y el plan «Healthy China 2030» tiene como objetivo reducir al 20 % el número de fumadores adultos. Shanghái lleva meses experimentando con prohibiciones también al aire libre en zonas sensibles. Mientras tanto, crece el activismo cívico y los estudiantes también presionan para que los campus sean libres de humo.
En China se ha declarado la guerra abierta al vicio del tabaco. Se trata de un problema muy grave para un país considerado el mayor productor y consumidor de tabaco del mundo, con más de 300 millones de fumadores y más de un millón de personas que mueren cada año por enfermedades relacionadas con el tabaco.
Ya en la primera mitad del año pasado, 24 divisiones provinciales habían introducido normativas locales para combatir el consumo de tabaco. Mientras tanto, desde hace tiempo está en vigor la iniciativa nacional «Healthy China 2030», cuyo objetivo es reducir al 20 % la proporción de fumadores mayores de 15 años para 2030.
La ciudad de Shanghái fue pionera en el control del tabaco en China, al ser la primera en prohibir fumar en los locales públicos cerrados en 2010. Desde entonces, cualquiera que sea sorprendido encendiendo un cigarrillo en lugares como escuelas, hospitales, transporte público y restaurantes, recibirá primero una advertencia y luego una multa de entre 50 y 200 yuanes (entre 6 y 24 euros aproximadamente), en caso de resistencia.
En un intento por realizar un esfuerzo adicional para reducir la dependencia del tabaco, en marzo de este año la ciudad puso en marcha un programa piloto para combatir el tabaquismo también en los espacios públicos al aire libre. Según las directrices publicadas por las autoridades locales, los lugares turísticos, las escuelas, los restaurantes y los bares de toda la ciudad están obligados a colocar carteles de prohibición de fumar en las zonas de espera y a formar al personal para disuadir del vicio. Los ciudadanos pueden denunciar las infracciones llamando a un número gratuito del gobierno. Los infractores individuales se enfrentan a multas de hasta 200 yuanes (unos 24 euros), mientras que los locales pueden ser multados con hasta 30.000 yuanes (unos 3600 euros).
La iniciativa parece haber sido muy bien recibida por los residentes. En respuesta a una encuesta realizada por las autoridades sanitarias de la ciudad, más del 90 % de los encuestados admitió que no tolera estar constantemente expuesto al humo pasivo mientras camina por la calle.
Entre ellos se encuentra Zhang Yu, empleado financiero de profesión y ferviente influencer antitabaco. Algunos videos aparecidos en las redes sociales chinas muestran a Zhang enfrentándose de forma amable pero firme a quienes violan la prohibición de fumar en centros comerciales, edificios de apartamentos, hospitales y otros espacios públicos de Shanghái, instándoles a «apagar el cigarrillo o marcharse».
«Fumar es una cuestión muy personal, pero cuando perjudica a los demás, se convierte en algo realmente malo», declaró a Sixth Tone. Añadió, además, que la mayoría de sus intervenciones se resuelven sin grandes problemas y que solo en raras ocasiones, al encontrarse con fumadores obstinados, se ha visto obligado a llamar a la policía. En las redes sociales, el apoyo a Zhang es casi unánime: muchos afirman haber empezado a seguir su ejemplo y lo animan a «seguir así».
Entre las filas de los paladines antitabaco se encuentra también Xu Lihong, una trabajadora sanitaria de 26 años de Chengdu con más de 5600 seguidores en Xiaohongshu. «No pedimos a los fumadores que dejen de fumar definitivamente, pero creemos que la libertad de fumar no debe ir en detrimento del derecho de los demás a evitar el tabaquismo pasivo», afirmó Xu, autoproclamándose «embajadora del control del tabaco».
Para que las medidas antitabaco sean más eficaces en su ciudad, la activista sugiere distinguir de forma inequívoca las zonas donde se permite fumar de aquellas donde no. De hecho, ha observado que cuando las señales que indican la prohibición son claramente visibles, las personas son mucho más propensas a acatar sus indicaciones.
Además, según Xu, las sanciones previstas para quienes infringen la normativa son demasiado leves y, por lo tanto, ineficaces. A pesar de las dificultades, la joven se mantiene firme en su compromiso y ha creado una red con otros activistas antitabaco para compartir experiencias y ofrecer apoyo. «Espero que en el futuro todos los espacios públicos estén libres de humo pasivo», afirmó.
Zhang Ruicong, estudiante universitaria de la provincia de Zhejiang, contó que fue agredida verbalmente después de pedir a una persona que dejara de fumar en una escalera mecánica de la estación de tren. También le ha ocurrido que varios hombres en un restaurante siguieran fumando junto a unos niños, a pesar de las repetidas peticiones para que dejaran de hacerlo. «Muchas personas consideran que fumar es algo normal o temen causar problemas si lo comentan», afirmó, subrayando las arraigadas actitudes sociales en China hacia este hábito. Añadió que incluso su madre considera que su postura es «extrema».
A pesar de todo, la joven se mantiene optimista. Cree que son principalmente las generaciones más jóvenes las que impulsan el cambio en este tema y, citando la campaña «campus sin humo» de su universidad, reiteró que, en su opinión, «los estudiantes son catalizadores del progreso social».
El cambio de actitud hacia el tabaquismo también se refleja en la cultura popular. Recientemente, varios comediantes han incorporado una especie de «propaganda antitabaco» en sus espectáculos, con gran éxito entre el público a nivel nacional.
Especialmente revelador es un suceso ocurrido el pasado mes de agosto en Shaoxing, ciudad natal de Lu Xun (1881-1936), uno de los principales intelectuales de la China moderna. Un mural que representa al famoso escritor fumando, situado en el memorial dedicado a él, fue objeto de un acalorado debate tras la denuncia de un visitante, preocupado por la influencia negativa que la imagen podría tener en los jóvenes. El hombre, llamado Sun, no dudó en presentar una queja a través de la plataforma gubernamental de la provincia de Zhejiang, al considerar que la obra corría el riesgo de convertir el tabaquismo en un hábito atractivo para los adolescentes.
La opinión pública se dividió entre los partidarios de Sun, convencidos de que los espacios públicos deben evitar imágenes que tiendan a normalizar el tabaquismo, y sus detractores, según los cuales retirar o modificar el icónico retrato sólo supondría un desperdicio de recursos públicos. Para estos últimos, además, actuar de este modo habría supuesto una distorsión histórica, ya que en la época de Lu Xun fumar no se consideraba un vicio ni se condenaba como un peligro para la salud pública. Al final prevaleció la segunda postura: las autoridades culturales locales decidieron conservar el mural, ya que se consideraba parte de la imagen histórica de Lu Xun.
04/04/2023 12:35