Los diamantes y las lágrimas de Yakutia
Moscú depende cada vez más de los recursos que garantiza la industria minera de la región del norte de Siberia. Solo en la provincia de Mirnyj se encuentra el 14 % de todas las reservas mundiales de diamantes. Sin embargo, se trata de actividades que tienen un alto costo ambiental en términos de contaminación del aire y del agua. Con beneficios económicos muy reducidos para las comunidades locales.
Moscú (AsiaNews) - El presidente ruso Vladimir Putin recordó en los últimos días que Rusia no teme a la crisis económica, a pesar de que los gastos militares han agotado el presupuesto federal, porque «tenemos grandes reservas energéticas y mineras», refiriéndose sobre todo al carbón, que debe explotarse cada vez más «respetando los enfoques ecológicos adecuados». Hablando de Yakutia, añadió que «sus reservas de minerales raros y piedras preciosas tienen un valor planetario».
Yakutia está situada al norte de Siberia oriental, y su nombre oficial es «República de Sajá Siré», que significa «tierra de los yakutos». Por estos lares se dice que «cuando Dios visitó estas tierras, se le congelaron tanto las manos que dejó caer todos sus tesoros», y aquí se concentra una gran abundancia de diamantes, oro, antimonio, estaño, petróleo, carbón, gas y otros recursos importantes. La extracción y el procesamiento de las piedras preciosas se lleva a cabo principalmente en la provincia de Mirnyj, donde se encuentra el 14 % de todas las reservas mundiales de diamantes, además de gas y petróleo, y Mirninskyj Ulus es conocida como la «capital rusa de los diamantes».
El problema es que estos espléndidos tesoros suelen estar cubiertos por las lágrimas de los habitantes locales, que en realidad reciben efectos bastante negativos de la riqueza mineral, con la contaminación de los ríos, el aire saturado de polvo industrial y la tierra destinada a las formas tradicionales de economía de los pueblos nativos, que cada año es menos. Las temperaturas en esta zona se mantienen por debajo de cero durante muchos meses, llegando incluso a los -70 grados en los picos invernales, y el calentamiento global no mejora mucho la situación.
La asociación sin fines de lucro Arktida ha difundido una investigación realizada por la periodista Anastasia Trojanova, junto con la fotógrafa documentalista Marina Syčeva, para mostrar los daños causados a la tierra por los tesoros del subsuelo. Ya en el aeropuerto de Yakutsk, en un vuelo hacia Mirnyj (en esta zona solo es posible desplazarse en avión), los lugareños ironizan sobre un diamante encontrado a principios de mayo en la mina de Verkhnemunsk, al que se le ha dado el nombre de «80 años de la Victoria» y que tiene un potencial económico muy superior a los mil millones de dólares. En realidad, la mayoría de los yakutos, incluso los que trabajan en la mina, nunca han visto estas piedras preciosas en persona, y no se exponen en el museo municipal de la empresa Alrosy por falta de personal de vigilancia.
Al salir del aeropuerto, nos invade el sofocante olor del sulfuro de hidrógeno, especialmente penetrante en el calor del verano, que en los meses fríos libera una espesa niebla maloliente, «casi como el aliento de una tierra herida», aseguran los lugareños. El gobernador Ajsen Nikolaev explica que el «aroma» que perciben los habitantes de Mirnyj es una «reacción química normal, cuando el agua entra en colisión con el hidrógeno», pero que no causa daños a las personas. La gran mina está cubierta de polvo verdoso, bien visible desde la «plataforma panorámica» habilitada expresamente para admirar este lugar tan valioso. Los activistas ecologistas de la región afirman que la «salmuera concentrada» de las paredes de la cantera puede penetrar profundamente en el subsuelo, causando daños en distancias incalculables.
La empresa Alrosy se ha apoderado de toda la zona y los habitantes no se atreven a protestar abiertamente por miedo a perder su trabajo, a pesar de los temores de contaminación, incluso radiactiva. Una mujer cuenta que «aquí no estamos en Dubái, y no vemos ni un rublo de los miles de millones que pasan por aquí... amamos nuestra tierra, pero creemos que merecemos algo más que esta cloaca maloliente». Los pueblos del norte siempre han creído que arruinar la tierra es un pecado grave y, antes de convertirse al cristianismo, practicaban el «entierro aéreo» llamado Arangas, colocando las tumbas de los difuntos en lo alto de los árboles o en columnas erigidas especialmente para ello, y aún hoy se combinan los ritos paganos con las liturgias ortodoxas. Los diamantes que se encontraban en los ríos o en los excrementos de las aves se llamaban «piedras del sol» y no se tocaban, hasta que llegaron los rusos.
16/08/2024 15:24