Los que buscan al padre Dall'Oglio. Y a todos los demás
Jomana Solman, project manager del Syria Justice and Accountability Center, aclara a AsiaNews que no se ha recuperado ningún cuerpo en las zonas donde se encontraba el jesuita italiano secuestrado en 2013. La organización continúa trabajando en las fosas comunes del noreste de Siria, pero la identificación de los restos es compleja y costosa. La reciente difusión de noticias falsas ha alimentado las esperanzas de los familiares de los desaparecidos.
Damasco (AsiaNews) - El hallazgo del cuerpo del padre Paolo Dall'Oglio era una "noticia falsa" porque "simplemente no se encontró ningún cuerpo". Jomana Salman, project manager del Syria Justice and Accountability Center (SJAC), desmiente la noticia que circuló en los últimos días en los medios italianos sobre el supuesto hallazgo del jesuita italiano, desaparecido el 29 de julio de 2013 cuando se introdujo en una región que en ese momento estaba controlada por el Estado Islámico para negociar la liberación de algunos rehenes. "No hemos trabajado en las fosas comunes de al-Furusiya ni de Raqqa, así que no hay ningún cuerpo para identificar", aclara la experta.
El SJAC trabaja desde hace años para esclarecer el destino de cientos de miles de personas de las que se perdió el rastro durante la guerra civil siria. Según una estimación de las Naciones Unidas de 2021, serían más de 130.000 personas. Recientemente el gobierno declaró que al menos 140.000 cuerpos fueron sepultados en fosas comunes, de los cuales cerca de 12.000 se encuentran en el noreste, una zona de mayoría kurda, pero las cifras podrían ser mucho más elevadas.
El SJAC no ha interrumpido su actividad después de la caída del régimen de Bashar al-Assad a manos de varios grupos islamistas liderados por Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Sin embargo, por el momento la organización opera únicamente en zonas controladas por las milicias kurdas. "Tenemos permiso de la administración autónoma para trabajar en la cuestión de las personas desaparecidas, y en particular aquellas que fueron secuestradas por ISIS, gracias a un memorando de entendimiento", explica Jomana Salman, y agrega que en el resto de Siria operan otras ONG.
Se trata de un trabajo extremadamente costoso que se lleva a cabo gracias a la colaboración con la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG), otro país marcado por décadas de guerra civil y decenas de miles de desaparecidos, pertenecientes en su mayoría a la comunidad indígena maya. "Teníamos una asociación con Argentina - explica Jomana Salman - «pero en un momento dado dejaron de operar en Siria. Entonces recurrimos a Guatemala, porque tienen una amplia experiencia forense y laboratorios muy confiables".
Pero enviar muestras de ADN a Guatemala es solo el último paso. "Nuestro trabajo se centra en realidad en dos fases anteriores: la capacitación de equipos locales y las investigaciones contextuales". Analizar todos los restos sería demasiado costoso (se necesitan al menos tres muestras de la víctima y de los familiares con un costo de entre 100 y 150 dólares). Por eso el SJAC, financiado principalmente por Estados Unidos y Alemania, tiene la consigna de dirigir sus energías hacia los lugares donde es más probable verificar desde un primer momento la presencia de personas sobre las que ya se había recopilado información. "Para proceder es necesario tener testimonios coincidentes, de familiares que presentaron una denuncia, de supervivientes o residentes locales, e incluso de excombatientes. Una vez que hemos recopilado información de al menos tres fuentes, utilizamos imágenes satelitales para localizar los lugares de enterramiento. Otras veces contamos con detalles muy específicos sobre la fisonomía de la persona o la ropa que vestía. Si las distintas versiones coinciden, podemos proceder a recolectar el ADN".
En el caso del padre Dall'Oglio, el SJAC todavía se encuentra en la etapa de las investigaciones contextuales, que indican potencialmente 16 lugares de sepultura: "El padre Paolo era conocido por muchas personas en Siria, así que hemos recopilado muchos relatos, pero la mayoría no eran fiables, eran informaciones completamente falsas", comenta la referente del centro. "Por ejemplo, una fuente nos había dicho que Dall'Oglio había sido arrestado por ISIS en al-Karamah [al este de Raqqa], pero luego había sido trasladado a otra ciudad. Sin embargo, al hacer varias comprobaciones, la región donde se suponía que debía estar el padre Paolo se encontraba en manos del régimen en ese momento, por lo que no parece confiable. Nosotros seguimos trabajando, no solo por el padre Paolo, sino por todas las personas desaparecidas en Siria".
Una actividad que para Jomana, originaria de al-Hasakah aunque hoy vive en Bélgica, también resulta a menudo muy dolorosa: "Cuando comencé este trabajo pensaba que tratar con los cadáveres y las fosas comunes sería la parte más difícil, pero después de tres o cuatro meses me di cuenta de que hablar con las familias es mucho más duro, porque tienes que lidiar con su dolor y sus expectativas". Son heridas que en muchos casos se han vuelto a abrir con el cambio de gobierno. "Ahora circulan muchísimas noticias falsas en las redes sociales sobre las que no hay ningún tipo de control, este es el problema principal. Y cuando las familias reciben una información, incluso falsa, sienten que deben volver a luchar para encontrar a sus seres queridos".
En las zonas recuperadas por el gobierno que encabeza el presidente Ahmed al-Sharaa - excombatiente de HTS, afiliado primero a al-Qaeda y luego al autodenominado Estado Islámico - hay otros organismos que se ocupan de los desaparecidos sirios y ahora podrían trabajar juntos bajo la égida de las Naciones Unidas, que recientemente aprobó la creación de un mecanismo independiente para las personas desaparecidas (Independent Institution on Missing Persons, IIMP): "Otros equipos están tratando de coordinar con el IIMP para que la ONU pueda centralizar los datos. Por el momento hemos informado nuestra presencia, pero también nos gustaría ver cómo evolucionan las cosas".
A pesar de la caída del régimen, en efecto, buena parte de la población sigue mamofestando desconfianza hacia las autoridades islamistas que asumieron el poder en diciembre. La comunidad alauita, en particular, una minoría religiosa a la que pertenece la familia Assad, ha sufrido persecución en los últimos meses por parte de grupos armados que apoyaron el ascenso de HTS. La misma Jomana todavía no ha regresado a su aldea: "Huí en 2014 y fui a vivir a Irak, desde donde podía ingresar al noreste de Siria sin problemas. Pero ahora estoy esperando obtener la ciudadanía belga antes de regresar", dice esperanzada. "Aunque resulta extraño pensar que estoy esperando un documento extranjero para poder volver a mi pueblo".
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