27/08/2023, 14.47
ECCLESIA IN ASIA
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Momoko Nishimura: el Sínodo puede aprender de los jóvenes a caminar juntos

de Giorgio Bernardelli

A su regreso de la JMJ de Lisboa, la religiosa asiática elegida por el Papa Francisco para ser presidenta delegada en la Asamblea de octubre, cuenta a AsiaNews sus expectativas sobre el Sínodo: "Vivir en un país donde los cristianos somos minoría me ha enseñado a escuchar, a tratar de entender, a rezar para para comprender hacia dónde orienta el Espíritu nuestra conciencia. Y a comprender que antes que nada debemos amar a todos, como Jesús". Arzobispo de Tokio, Mons. Kikuchi: "Estamos orgullosos y agradecidos por el rol que le han asignado".

 

Milán (AsiaNews)- “Los jóvenes tienen muchos dones para ofrecer al Sínodo. Cuando los acompañé a Lisboa me mostraron una vez más lo que significa caminar juntos, y no sólo en las cosas que hacemos. Escucharse y ayudarse unos a otros, llegar a todos utilizando los instrumentos que hoy nos ofrece la tecnología. Para mí, la JMJ fue un hermoso testimonio de lo que es realmente la sinodalidad”.

Momoko Nishimura -la religiosa japonesa que en poco más de un mes participará  en Roma como una de las 9 presidentas delegadas elegidas por el Papa Francisco para la Asamblea sinodal que comienza el 4 de octubre- habla a su regreso de la JMJ de Lisboa. Responsable de la pastoral juvenil de la diócesis de Yokohama, es uno de los miembros no obispos que el Pontífice ha querido que tengan derecho a voto en el Sínodo, como parte de esa apertura a toda la comunidad eclesial que ha sido la clave del todo el camino que él mismo ha convocado.

Momoko Nishimura, de 48 años, ha nacido y crecido en una realidad como la de Japón, donde los católicos son una ínfima minoría, y pertenece a la familia religiosa de las Siervas del Evangelio de la Misericordia de Dios, una comunidad misionera relativamente nueva (nació oficialmente en la diócesis de Münster, Alemania, en 2002) con el carisma de una vida dedicada al anuncio del Evangelio. Hoy la congregación está presente en 15 países y reúne consagrados, sacerdotes y laicos. Después de licenciarse en Teología en la  Sophia University de Tokio, Momoko Nishimura fue misionera durante seis años en Argentina y posteriormente regresó a Japón, donde trabaja con los jóvenes.

En la Asamblea continental asiática del Sínodo, en Bangkok, -que se llevó a cabo en febrero, donde fue uno de los delegados de la Iglesia japonesa- moderó una de las sesiones de trabajo y contribuyó a la redacción de las síntesis. Actualmente se encuentra en Roma, como presidenta delegada, y le espera una función delicada en una Asamblea en la que se concentran muchas expectativas, pero también el riesgo de fuertes enfrentamientos.

Ella viene ahora de la JMJ, que vivió junto con los jóvenes -240 de Japón- en Lisboa. “Muchas chicas y muchachos japoneses vienen de parroquias donde son los únicos, o sólo hay dos en su comunidad -explica-. Para nosotros ya era importante el hecho de que pudieran conocer a otros jóvenes y vivieran juntos esta experiencia, que descubrieran que hay muchos jóvenes en su mismo país que están viviendo el mismo camino que ellos. El encuentro con otros jóvenes de todo el mundo y las palabras del Papa dejarán una huella en su vida: no estaban simplemente felices; también se sentían provocados por las preguntas sobre la fe, sobre el sentido de la vida”.

Y ahora queda en el horizonte la convocatoria para 2027 en Seúl, la segunda JMJ que se llevará a cabo en Asia después del único antecedente en Manila, en 1995. Ella no estuvo allí con Juan Pablo II: "Era demasiado joven -recuerda-. Pero he conocido a varios japoneses que en aquel momento eran estudiantes universitarios y ahora son sacerdotes o han tomado decisiones importantes en su vida después de ese encuentro. En Seúl podrán participar en una JMJ muchos jóvenes de Asia para los que normalmente sería imposible viajar a otro continente".

“Para nuestras Iglesias de Asia -continúa Momoko Nishimura- una JMJ es una gran inversión en términos de energía, personas y dinero; pero vale absolutamente la pena. La gran mayoría de nuestros jóvenes católicos viven en países donde los cristianos son una pequeña minoría. Es cierto que acontecimientos como este también se pueden ver por televisión; pero asistir personalmente es muy diferente, permite fortalecer la fe y ayudarse unos a otros. Pienso, por ejemplo, en realidades como la de Pakistán, donde los católicos son perseguidos por su fe. La JMJ en Asia será una oportunidad extraordinaria para no sentirse solos. Y creo que es una perspectiva importante para todas las Iglesias del continente: cada una tendrá que hacer todo lo posible para promover una amplia participación en cada uno de sus países".

Esta voluntad sincera de comprenderse y caminar juntos es lo que ella quisiera que el Sínodo aprendiera de los jóvenes. "Espero que seamos capaces de escucharnos unos a otros para discernir hacia dónde nos lleva el Espíritu, y serle fieles", responde a la pregunta de AsiaNews sobre sus expectativas con respecto al Sínodo. "Viniendo de Asia -añade- espero que la Iglesia pueda ser más inclusiva, más abierta a las culturas y experiencias de las realidades locales. Además, en Asia tenemos experiencia en el diálogo con otras religiones: espero que también podamos avanzar en esa dirección. Pero sobre todo espero que estemos abiertos y nos dejemos sorprender por el Espíritu”.

Pero hay también otro aspecto que Momoko Nishimura subraya: la contribución específica que pueden hacer al Sínodo los delegados de realidades donde los cristianos son minoría. “He nacido y crecido en un país donde los católicos somos apenas el 0,2% de la población y esto te lleva necesariamente a confrontarte con la opinión de los demás -explica-. Te enseña a no pensar en imponer tus propias ideas o convicciones religiosas sino a escuchar, a tratar de comprender, a discernir, a orar para comprender hacia dónde guía el Espíritu nuestra conciencia. Vivir en un país donde somos minoría me ha ayudado a cultivar este ejercicio. Y a comprender que antes que nada debemos amar a todos, como Jesús, porque todos son sensibles al amor. Donde hay amor está Dios: ése es el mensaje que, como minoría en Asia, podemos llevar al Sínodo".

El arzobispo de Tokio, mons. Tarcisio Isao Kikuchi, también insiste en el papel de Asia en el Sínodo: “La elección de Momoko Nishimura para participar como presidente delegado -comenta a AsiaNews- es una decisión histórica por parte del Santo Padre. Los católicos japoneses estamos muy orgullosos y agradecidos: estoy seguro de que hará una contribución muy positiva al proceso sinodal y que será un recurso valioso para el futuro de la Iglesia. Es la persona adecuada para esta tarea". "A veces -añade el arzobispo de Tokio- los asiáticos hablamos poco en los encuentros internacionales debido a las dificultades con el idioma, pero tenemos muchos laicos y religiosos talentosos, con una profunda espiritualidad y una rica experiencia misionera. Por eso es muy apropiado que el Papa quiera aprovechar estos recursos para la Iglesia universal".

(con la colaboración de Nirmala Carvalho)

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