Mons. Linus Neli: 'El pueblo reclama una solución política pacífica y duradera en Manipur'
El arzobispo de Imphal dialogó en Roma con AsiaNews. La violencia entre los meitei y kuki-zo ha disminuido, pero "la separación mental continúa". La visita de Modi en septiembre llegó "demasiado tarde". La ayuda de la Iglesia a las personas desplazadas. "Primero la supervivencia, luego la búsqueda de la paz". Mientras tanto Thuingaleng Muivah, el líder político de los naga, pudo regresar a Manipur después de décadas.
Roma (AsiaNews) - La visita que realizó el mes pasado Narendra Modi a Churachandpur, Manipur, se caracterizó por numerosos "demasiado". Llegó "demasiado tarde" - después de dos años y medio de conflicto -, representa "demasiado poco" para la reconciliación entre grupos étnico-religiosos - meitei, mayoría predominantemente hindú, y kuki-zo, cristianos - y ha tenido una respuesta institucional "demasiado lenta". Mons. Linus Neli, arzobispo de Imphal desde 2023 y comprometido en el trabajo por la paz en las regiones del nordeste de la India, dialogó con AsiaNews en el Instituto Patrístico Augustinianum de Roma, al margen de la presentación del Informe 2025 sobre la libertad religiosa de ACS. "Lo importante ahora es una solución política pacífica y duradera. Esto es lo que el pueblo reclama", afirma con decisión.
"No está claro si el honorable ministro Modi vino debido a otros intereses políticos o nacionales, o por el pueblo y los desplazados", añade. Pero después de un largo silencio sobre la violencia que estalló en mayo de 2023 - según estimaciones oficiales (ampliamente subestimadas), murieron 260 personas y cerca de 60 mil fueron desplazadas - en el estado nororiental que limita con Myanmar, por lo menos vino", añade. Y esa evidencia, a pesar del "sufrimiento" que conlleva y las duras críticas de la oposición, que calificó el viaje como una "farsa", es algo que "no se debe olvidar". Sin embargo, "no llegó tan profundamente a los sentimientos del pueblo como debería haberlo hecho un líder nacional como el primer ministro", afirma Mons. Neli. "Necesitamos algo más tangible, rápido y sólido".
El arzobispo de Imphal cuenta a AsiaNews que ahora ha disminuido la violencia en Manipur, pero "la separación mental continúa". La chispa que hizo estallar el conflicto - la última, después de décadas de fricciones - fue la solicitud de la mayoría meitei del estatus de "tribu registrada", una categoría establecida por la legislación india que garantiza una serie de protecciones que antes tenían los grupos kuki-zo, económicamente desfavorecidos y que vivían en las zonas montañosas. Las protestas iniciales dieron paso a enfrentamientos armados y linchamientos. Destruyeron 369 iglesias y numerosos templos hindúes. Símbolo del dolor y la destrucción es la imagen de Mons. Linus Neli que reza arrodillado entre las ruinas de la iglesia de San José en Sugnu, en mayo de 2024. Como resultado, Delhi impuso el control administrativo de Manipur y el despliegue de 60 mil soldados federales, que "vigilan las zonas de amortiguamiento", para separar a los grupos y calmar la violencia. "A estas dos comunidades les resulta difícil, si no imposible, pasar al otro lado. El gobierno está tratando de permitir la libre circulación en el Estado", dice el arzobispo.
Mientras tanto, la situación de las miles de personas desplazadas sigue siendo trágica. "En términos de medios de subsistencia, de realidad de las mujeres y los niños, y de educación de la población, sobre todo de los pequeños", explica Mons. Linus Neli. El estancamiento humanitario sumado a la "lentitud" política ha provocado una disminución de la "esperanza" y de la "confianza" de la población desplazada en el gobierno. La mayoría vive en campos de emergencia, angustiados y desorientados. "Manipur se encuentra sobre la frontera con otros países y sabemos muy bien que esto dificulta el trabajo del gobierno indio para proteger la seguridad nacional y los intereses internacionales", explica Neli. Las tribus kuki, de mayoría cristiana, han sido acusadas - con el pretexto de la cercanía a una frontera "porosa" - de estar involucradas en el tráfico de drogas y de dar refugio a los migrantes provenientes de Myanmar.
El arzobispo de Imphal, académico experto en derechos humanos y derecho canónico, explica que a pesar de estas divisiones todavía hay iniciativas sostenidas por "personas de buena voluntad" que creen en la reconciliación. Como el Interfaith Forum Manipur (IFM), del cual él mismo es miembro, que recientemente anunció la fundación de un World Peace Centre. "Hacemos todo lo posible para sensibilizar a las personas sobre el hecho de que, en medio del sufrimiento, debemos respetar el espíritu humano, la angustia y el conflicto interior de cada persona", afirma. Una angustia que nace de la "pérdida de identidad, dignidad y deseo" en la población. Este vacío debe ser redescubierto y sacado a la luz para "transmitir paz a las personas" e "invitar a los líderes políticos y de la sociedad civil a acelerar las soluciones". La convivencia interreligiosa de Manipur enseña que "no podemos gritar con un único eslogan, porque no representaría la voz de todos los intereses", añade Neli.
El arzobispo de Imphal recuerda a AsiaNews que, en la sociedad de Manipur caracterizada por muchas divisiones étnicas y religiosas, el cristianismo mismo está fragmentado. "Hay católicos, protestantes, bautistas, evangélicos... Cuando hablas con la gente, al mirar sus rostros, puedes ver que las divisiones persisten", afirma. Y cuenta las dificultades que tienen las iglesias pequeñas y domésticas para volver a tener sus encuentros de oración después de la feroz represión de la mayoría meitei. "Los desplazados kuki-zo viven en las montañas. Buscan refugio, algunos incluso se esconden en el bosque. Estamos tratando de darles esperanza, construyendo casas prefabricadas u ofreciendo alojamientos económicos para reasentarlos lo más rápidamente posible", sigue diciendo Mons. Neli. Soluciones que todavía no cubren completamente todas las necesidades básicas, como salud, electricidad y suministro de agua. "Lo primero es la supervivencia. Después, la búsqueda de la paz", afirma.
En los últimos días está acaparando los titulares de Manipur un evento políticamente simbólico aunque no constituye un verdadero punto de inflexión. Después de cinco décadas ha regresado Thuingaleng Muivah, de 93 años, líder político y militar del movimiento nacionalista naga y secretario del National Socialist Council of Nagalim (Isak-Muivah). Es una figura que simboliza la herencia política e histórica del Estado, y también reclama una cohesión social con raíces en el pasado. Los naga se han mantenido neutrales en el conflicto entre meitei y kuki-zo, y constituyen un socio estratégico para ambos. La multitudinaria y pacífica bienvenida a Muivah en su aldea natal, Somdal, constituye una rara oportunidad de reconciliación. El líder tuvo prohibida la entrada a Manipur durante mucho tiempo, y el último intento que impidió el gobierno fue en 2010. El nuevo permiso, según la conducción del Bharatiya Janata Party (BJP), reflejaría un cambio de Delhi hacia el diálogo y el debate. Pero quizás signifique suponer "demasiado".
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