18/07/2023, 12.07
RUSIA-CHINA
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Moscú, una provincia financiera de Beijing

de Vladimir Rozanskij

El "giro hacia el Este" de Rusia, impuesto por las sanciones occidentales, está transformando el sector financiero de Rusia, tanto a nivel ideológico como práctico, con efectos que serán duraderos. Todas las decisiones al respecto se toman ahora en Beijing, que impone sus esquemas planificados obligando a Moscú a aceptar el papel que los chinos le atribuyen en el "mundo Yuan".

 

Moscú (AsiaNews)- China no se ha sumado a las sanciones internacionales contra Rusia por la invasión de Ucrania, y eso está permitiendo que la economía rusa soporte sin demasiado dramatismo las consecuencias de la crisis relacionada con la interrupción abrupta del comercio con los países occidentales. Las medidas para contrarrestar las sanciones y apoyar el "rublo fuerte" que acompañaron a la política de Moscú en 2022, junto con las fuertes ganancias derivadas del aumento de los precios del gas y del petróleo, han quedado definitivamente atrás, y empieza a perfilarse el panorama de la nueva "división del mundo" a nivel económico.

El "giro hacia el este" de Rusia, un clásico de su historia política y económica desde el Medioevo, está transformando en primer lugar el sector financiero de Rusia, tanto a nivel ideológico como práctico. Los principales bancos rusos han quedado excluidos del sistema Swift, y a estas alturas nadie piensa que sea suficiente despertar mañana del mal sueño para volver a las relaciones que había hace un año y medio atrás. El presente, y un futuro de impredecible duración, es el abrazo con los socios chinos, que a los protagonistas de las finanzas rusas les resultan muy poco fiables y absolutamente poco transparentes, aunque a estas alturas ya no hay alternativa.

Ya en mayo pasado el director ejecutivo de la Asociación Nacional de Comunicaciones Financieras de Rusia, Roman Chernov, había comunicado que cerca de 30 bancos rusos se habían conectado de alguna manera con el sistema bancario nacional chino para transacciones con el sistema CIPS (Cross-Border Interbank Payment System), que permite realizar pagos en yuanes como socios secundarios. En junio, los bancos rusos chocaron con nuevas medidas para reducir las transacciones en divisas con bancos de la UE, Gran Bretaña, EE. UU. e incluso Suiza, esta vez no por sanciones, sino por decisión del Bank of China, en su calidad de principal corresponsal de todos los negocios en divisas chinas, sin explicar públicamente las razones.

Estas sacudidas en el ámbito informático bancario se explican por la transformación en diversos niveles de todo el sector, lo que implica procedimientos muy complicados a nivel técnico -empezando por los cambios de programación, y la concordancia de los aspectos jurídicos- que pueden prolongarse durante un largo tiempo. Y todas las decisiones al respecto ahora se toman en Beijing, que impone sus esquemas a los bancos rusos, ya integrados al sistema chino. Los rusos no tienen voz en los procesos en curso de cambio y confirmación de las reglas, y se ven obligados a aceptar el papel que los chinos les atribuyen en el "mundo Yuan", que en el contexto de las finanzas no reconoce ningún "mundo ruso".

Es difícil entender la economía de China desde fuera, leyéndola en analogía con los países occidentales o la misma Rusia, al menos la de los últimos treinta años. Las empresas chinas compiten a nivel global insertándose en los mecanismos mundiales de mercado, pero internamente China sigue siendo una réplica de la desaparecida Unión Soviética, sólo un poco maquillada. La economía planificada significa control total por parte del gobierno central, en todos los sectores, y los rusos ya lo habían olvidado.

El sinólogo ruso Mikhail Karpov recuerda a sus compatriotas los aspectos a los que ahora tendrán que volver a acostumbrarse, en particular la división entre lo que se debe planificar y lo que se puede manejar en forma privada, lo que crea una gran confusión entre los operadores, como sigue advirtiendo en Rusia la misma presidenta del Banco Central, Elvira Nabiullina. Además, no existen reglas de control claras y compartidas, porque el gobierno de Beijing puede imponer límites y cambios sin necesidad de acordarlos con nadie. Por último, el mercado financiero puede parecer dúctil en algunos momentos y derrumbarse repentinamente en otros, con quiebras inesperadas e inapelables, según las conveniencias del régimen. Y los primeros en ser eliminados, en caso de necesidad, serán los socios rusos, ahora esclavos del yuan, que impone su regla de oro: amigos para siempre, pero el dinero no tiene amigos.

 

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