Recibió una bala perdida cuando jugaba en un parque de Bir al-Maksur. En 2021 hubo 125 víctimas de la violencia de las bandas criminales que hacen estragos en las comunidades árabe-israelíes, alimentada por la gran cantidad de armas en manos de los más jóvenes. Un tema que también tiene connotaciones políticas en Israel.

 

Nazaret (AsiaNews) - La muerte de un niño de 4 años debido a una bala perdida, en una localidad cercana a Nazaret, vuelve a poner en primer plano en Israel el tema de la violencia de la criminalidad en las comunidades árabe-israelíes. El niño se llamaba Ammar Hujayrat y recibió el disparo ayer ante los ojos de su madre, mientras jugaba en un parque de Bir al-Maksur. Supuestamente el disparo se hizo desde una obra en construcción, a 300 metros de distancia. La policía israelí detuvo a cuatro personas que niegan cualquier responsabilidad.

La tragedia del pequeño Ammar no es, desgraciadamente, un caso aislado: la violencia del crimen organizado es una plaga que afecta desde hace mucho tiempo a Galilea y otras ciudades donde se concentra la población árabe con ciudadanía israelí, es decir, los descendientes de los que en 1948 no quisieron abandonar sus hogares y eligieron quedarse a vivir dentro de las fronteras reconocidas internacionalmente del Estado de Israel. En los últimos años esta violencia se ha vuelto cada vez más sangrienta. La asociación The Abraham Initiatives trabaja en la promoción de los derechos de los ciudadanos de la etnia árabe-palestina en Israel, que en este momento constituyen más del 20% de la población israelí. Solo en 2021 la asociación constató 125 muertes de ciudadanos árabes en circunstancias relacionadas con el crimen.  Este es el mayor número de víctimas registrado en los últimos años e incluye también a 16 mujeres. El dato más alarmante es la edad de los muertos: 62 (prácticamente la mitad) tenían menos de 30 años y 19 ni siquiera llegaban a 20. La ola de asesinatos entre los más jóvenes tiene su epicentro en las principales ciudades: Jerusalén Este, Umm El-Fahm, Ramle, Haifa, Nazaret, Lod y Jaffa. Y sin duda está relacionada con la gran cantidad de armas en circulación: el 83% de las víctimas murieron por disparos de armas de fuego.

Esta última cifra parece paradójica en un país como Israel, donde el tema de la seguridad siempre ha sido prioritario. Por esa misma razón la falta de compromiso en la lucha contra las bandas criminales ha sido durante mucho tiempo una cuestión fundamental para la policía israelí. Son precisamente los partidos árabes, impulsados ​​por el descontento de su electorado, los que reclaman un mayor compromiso por parte de las instituciones israelíes, a las que acusan de haber abandonado a su suerte a las comunidades habitadas mayoritariamente por ciudadanos palestinos. Por lo general estas comunidades son también las últimas en la lista de prioridades de las inversiones públicas y la prestación de servicios sociales. La mayor atención en estos frentes fue una de las peticiones del partido Ra'am de Mansour Abbas que desde junio pasado integra la variada coalición que apoya al gobierno del primer ministro Neftali Bennett, sucesor de Naphtali Netanyahu. Aunque hasta ahora los resultados de la lucha contra la delincuencia han sido muy pobres.

 

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