16/11/2021, 14.00
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ONU: 64 millones de niños de Asia-Pacífico no tienen certificado de nacimiento (INFOGRAFÍA)

El registro civil es el tema de una conferencia internacional que se inaugura hoy en Bangkok. Los indígenas, las minorías, los refugiados, los apátridas y los habitantes de las zonas fronterizas corren el riesgo de permanecer invisibles para los sistemas de bienestar social. El registro de las muertes es todavía más bajo.

Bangkok (AsiaNews) - Según Unicef, en 2019, 40 millones de niños menores de un año (3 de cada 10) no fueron registrados al nacer. De ellos, 16 millones se encuentran en la región de Asia-Pacífico. La cifra se eleva a 64 millones en el caso de los niños menores de cinco años. Este será uno de los temas de la segunda conferencia ministerial sobre registro civil y estadísticas de vida en Asia y el Pacífico. El encuentro se inaugura hoy en Bangkok y se prolongará hasta el 19 de noviembre. Para la ocasión, la ESCAP (Economic and Social Commission for Asia and the Pacific) elaboró el informe "Get everyone in the picture". En base a los logros alcanzados hasta la fecha, el reporte recomienda a los gobiernos locales las acciones a tomar en los sistemas de registro civil para poder alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 de la ONU a finales de la década.

El registro civil es simplemente la emisión de certificados de nacimiento y defunción. Un sistema de registro civil que funcione bien no sólo proporciona a las personas una identidad legal, sino que también garantiza el acceso a servicios básicos, como son los pasaportes, matrículas escolares, prestaciones y subsidios. El certificado de defunción, en cambio, registra el fallecimiento y la causa de la muerte. Es un documento que los tribunales utilizan como prueba principal en cuestiones de herencia, pero también sirve para obtener permisos de entierro y asistencia funeraria. El registro de las causas de la muerte también es valioso para la familia del difunto -tanto para elaborar el duelo como en lo que respecta a las condiciones de salud hereditarias. La disponibilidad de datos sobre la vida de las personas también se usa para elaborar estadísticas. Estas son consideradas en los procesos de toma de decisiones de los gobiernos locales y las organizaciones internacionales. Como ejemplo, basta pensar en las tasas de mortalidad (infantil y no infantil) o la prevalencia de determinadas patologías. Al menos 67 indicadores de las Naciones Unidas se basan en estadísticas de vida derivadas de los datos del registro civil. Sin ellos, no es posible implementar políticas eficaces. 

Los que corren el riesgo de permanecer invisibles son los sectores más marginados de la población: la gente que vive en zonas rurales, aisladas o fronterizas, las minorías, los indígenas, los migrantes, los refugiados, los que no tienen la ciudadanía, los apátridas y los indocumentados.

En cuanto a la cuestión del certificado de nacimiento, los datos son algo alentadores: el número de niños menores de cinco años en Asia y el Pacífico cuyo nacimiento nunca fue registrado disminuyó de 135 millones en 2012, a 64 millones en 2019. Esto significa que uno de cada cinco niños -el 18% de todos los menores de cinco años de la región- no tiene certificado de nacimiento. De estos 64 millones, en términos absolutos, la mayoría (más de 50 millones) viven en el sur y suroeste de Asia, pero en términos porcentuales la subregión más afectada es el Pacífico, con un 30% de niños menores de cinco años no registrados. En el sudeste asiático se estima que hay 9,5 millones (17%) de niños sin certificado de nacimiento (ver infografía). 

En la región de Asia-Pacífico, el registro de defunciones está a un nivel incluso más bajo que el de los nacimientos: de las muertes que ocurren en 33 países de Asia y el Pacífico, solo un tercio queda registrada por un médico o un trabajador sanitario. Esto se debe a que los incentivos para registrar las muertes son más limitados. Además, muchos decesos ocurren fuera de los centros de salud. Por otro lado, la emisión de un certificado de defunción por sí sola no suele ser suficiente para clasificar el motivo de la muerte. Y esto se debe a la falta de formación del personal sanitario, un problema que impide recopilar datos precisos sobre la mortalidad y que se ha visto agravado por la pandemia de Covid-19. 

En estos casos, en al menos 13 países se recurre a lo que se conoce como “autopsia verbal”: se entrevista a los familiares o a las personas más cercanas al fallecido para averiguar cuál pudo ser la causa de la muerte. La región ha mejorado desde 2015, pero a este ritmo es difícil que los gobiernos cumplan con los objetivos de desarrollo, que para el año 2030 apuntan a registrar el 100% de los nacimientos y el 80% de muertes. 

A pesar de todo, hay ejemplos virtuosos: en Bangladés, los trabajadores sanitarios que visitan las comunidades tienen la obligación de recoger estos datos. Por tanto, el esfuerzo que se exige a las familias es mínimo y la responsabilidad de registrar los nacimientos y las muertes recae en las autoridades gubernamentales. Conocido como el modelo Kaliganj, este enfoque se implementó en toda la nación. En pocos años, ha permitido aumentar tanto el registro de nacimientos -que pasó del 50% al 83%- como el de defunciones, que subió del 10% al 90%. 

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