23/12/2021, 12.39
TAILANDIA
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P. Pelosin: 'Escuchar a los pobres es nuestro Sínodo cotidiano en Bangkok'

de Adriano Pelosin

La carta de Navidad del misionero del PIME que ejerce su ministerio en la iglesia de San Marcos, en los barrios marginales que rodean la metrópoli. “Durante el covid-19, muchos jóvenes comprendieron que nuestra caridad no viene de nosotros, sino de Alguien más grande que nosotros".

 

Bangkok (AsiaNews) - “'Participación, Comunión y Misión'; el tema del Sínodo, es lo que se vive en nuestra comunidad. Las peticiones de los más pobres siempre se escuchan y se responden en el nombre de Dios que nos da la gracia de prestar este servicio”, dice en la carta que escribe para Navidad a sus amigos y benefactores - que proponemos a continuación - el padre Adriano Pelosin, misionero del PIME en Tailandia desde hace más de 40 años y el actual superior del instituto misionero en Tailandia. Cuenta la vida en la parroquia de San Marcos, en Pathumthani, en los barrios marginales de la extrema periferia de Bangkok, que también se han visto gravemente afectados en los últimos meses por la pandemia. Pero incluso esta situación tan difícil - dice - fue una oportunidad para que muchos jóvenes descubrieran "a Otro más grande que nosotros".

El año pasado celebramos la Navidad en silencio, pero eso no dejaba de tener un significado. Fue como fue la primera Navidad en el establo de Belén: solo los ángeles y algunos pastores participaron en la alegría de María y José por el Niño que había nacido. La situación no ha cambiado en Tailandia. En abril comenzó a empeorar y recién está mostrando signos de mejoría en los últimos días. Ya me comprenden, estamos hablando del covid 19.

En la oración, en el silencio, en el servicio a los demás, nosotros también vivimos la Navidad todos los días y, como María, mostramos a Jesús a los pobres y a los Reyes Magos. A pesar de que las iglesias están oficialmente cerradas, los pobres siguen viniendo a la nuestra, que siempre tiene sus puertas abiertas. Nuestros corazones siempre están cerca de los corazones de tantas personas que por diversas razones están sufriendo e incluso a veces se encuentran al borde de la desesperación y el suicidio.

Muchas personas aquí en Tailandia y también en Italia colaboraron para devolver la sonrisa a los labios y la luz a los ojos de las personas afectadas por el covid 19. Debemos agradecer al Señor que nos ha elegido para llevar estas ayudas materiales, morales y espirituales a cerca de 500 familias. Unas 100 familias son camboyanas, birmanas y laosianas que trabajan en la construcción y otras 100 familias son vietnamitas que trabajan en las fábricas. Las fuentes de trabajo se cerraron y se les terminó el dinero. Las otras 300 familias viven en construcciones precarias en los alrededores de nuestra iglesia de San Marcos. Como siempre, damos prioridad a los ancianos abandonados y a los niños huérfanos o abandonados que viven con abuelos pobres y enfermos.

En la parroquia de San Marcos tenemos 14 misioneras y misioneros laicos que trabajan a tiempo completo para ayudar a los más pobres en las comunidades de religión budista. También hay algunos parroquianos que dedican su tiempo libre a esta misión. “Participación, Comunión y Misión'; el tema del Sínodo, es lo que se vive en nuestra comunidad. Las peticiones de los más pobres siempre se escuchan y se responden en el nombre de Dios que nos da la gracia de prestar este servicio”.

Vivimos la comunión comenzando por la mañana, cuando cantamos Laudes junto con unos diez jóvenes que viven en la parroquia; después participamos de la Santa Misa, donde escuchamos la palabra de Dios leída y predicada y recibimos juntos el mismo Cuerpo de Nuestro Señor. Luego continuamos compartiendo al discutir brevemente el servicio que se prestará ese día y desayunamos juntos. Somos alrededor de 30 personas entre adultos y jóvenes. Cada uno realiza su tarea y por la noche nos volvemos a reunir para el Oficio de lectura, las Vísperas y la cena.

Después del desayuno y la limpieza de la casa, dos misioneros laicos (Nok y Chat) van a buscar a un pequeño grupo de niños del barrio “Condo” y los traen a la parroquia para recibir clases por Internet”. Una misionera laica (Toy) lleva a New Moses y Paul, de tres años (niños abandonados a quienes acogimos en la parroquia) hasta Wat Sake, donde está el hermano gemelo de Paul, John, para que asistan a la guardería con la misionera Keng.

Otras dos misioneras laicas (Pon y Su) van a una obra en construcción para enseñar a los hijos de camboyanos y birmanos que de otra manera no asistirían a la escuela. Laki y Pim ayudan a los niños (But, Pong, Bun. Pan, Te, Big, Pale, Spai, Tengmo) que viven en la parroquia para que asistan a clases en forma virtual, mientras que el diácono Tii y Tum enseñan a los jóvenes (Ben, Katin y Pon, todos huérfanos) que han dejado de ir a la escuela y los preparan para los exámenes estatales. Fon atiende el Centro Católico Lat Lum Kew que abrió hace dos años para ayudar a los pobres del barrio marginal. Allí también viven cuatro adolescentes sin familia (Muk, Fern, Hai, Chanchai)

El Sr. Prasit, de 50 años, se ocupa de la gente que vive cerca de la iglesia y cada día al atardecer lleva alimentos a algunos de ellos. Nosotros prestamos especial atención a los niños y jóvenes que, si no se los acompaña desde una edad temprana, se desvían muy pronto y después se vuelven irrecuperables. Prasit cuenta con la ayuda del Sr. Paolo Lorenzi, un voluntario de Trento. Ot es un misionero laico vietnamita que dirige el trabajo de la huerta, donde producimos verduras, plátanos y otras frutas para nosotros y para los pobres. Ot también hace de padre para New Moses, de tres años.

Después están otros misioneros no oficiales pero que forman parte de nuestra comunidad; La cocinera Pai, que prepara tres comidas calientes por día para todos nosotros y también para los huéspedes, que llegan a ser cien los domingos. El marido de la cocinera, Bunma, es el factótum del complejo parroquial, Pen se ocupa de los animales: ovejas, cabras, patos, gansos. conejos, peces y gallinas y también de otro huerto, Mak y Chalong son dos hombres que han quedado mentalmente como niños pero siempre están dispuestos a ayudar, Chup y Kof son dos aspirantes a sacerdotes misioneros que ayudan sobre todo en la distribución de alimentos y leche a unas trescientas familias de refugiados pakistaníes y en el trabajo de los huertos y de mantenimiento del complejo parroquial.

Por último estoy yo, que agradezco al Señor todos los días por su ayuda, su consejo y su amor. Le pido a Dios que en mi vejez no cometa errores demasiado graves y que sea cada vez más digno de la misión que me ha encomendado, teniendo siempre presente que todo lo que ocurre es un beneficio para los que aman a Dios y son amados por Él. Es así como hemos interpretado la voluntad de Dios con respecto a la pandemia.

El covid 19 nos ha puesto en contacto con mucha gente y sobre todo con jóvenes que no conocíamos antes. Algunos de ellos han comprendido que nuestro interés por ellos, nuestra caridad, no viene de nosotros sino de Alguien más grande que nosotros, y vienen de buena gana a la Iglesia para conocerlo y agradecerle. Por eso los domingos vamos a buscar a un centenar de personas, en especial jóvenes, y los llevamos a la iglesia a desayunar, misa, actividades caritativas, almorzar, jugar y compartir la palabra con alguna familia; y algunos se quedan a cenar. Los misioneros laicos y los voluntarios católicos participan en estas actividades. Cuando haya pasado el covid comenzaremos también a enseñar el catecismo de preparación para el bautismo.

Pedimos a Dios que nos dé la paciencia necesaria para aceptar que no poder hacer todo lo que hacíamos antes del covid; para desarrollar otras formas más sinceras de estar juntos y colaborar recíprocamente en el desarrollo técnico, moral y espiritual de cada uno.

Habría muchas otras cosas que contar, pero veo que esta carta ya es muy larga y por eso concluyo enviando mis sinceros deseos de que tengan una Feliz Navidad. Dios que ha nacido hombre para hacernos como Dios, ¡qué cosa tan grande! para nosotros y para todos los que todavía no conocen esta verdad.

 

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